Los primeros sermones en la evangelización de Méjico ®

Los viajes del Papa siempre son apostólicos.

Son apostólicos por encima de su oportunidad, sea ésta disciplinar, doctrinal o de Estado. Y es así porque en sus viajes, como es de perogrullo, no pierde su cualidad de hacer puente -pontífice- entre la tierra y el cielo y cuidar los intereses -el Depósito de la Fe- de Jesucristo, Señor suyo y nuestro, Dios único no compartido con otros supuestos sobre subjetivas igualdades.

Explicaré, si puedo, lo de las subjetivas igualdades. Es subjetivo decir que "mi dios es el verdadero", solo porque lo inventamos sobre apoyos sensibles, políticos e interesados. Invención que se despedaza cuando choca con el axioma, evidente al entendimiento, de que si sólo hay un Dios deberá serlo con una sola descripción de atributos. Así, cuando de Dios queremos entender según nuestra invención, tal entendimiento es subjetivo, nuestro. Nunca el de la realidad objetiva. Esta objetividad teológica en la historia la aportó una sola confesión, la cristiana, que se entronca con la enseñanza directa del Dios inmenso que se hace hombre. Es decir, Jesucristo. A eso los cristianos lo llamamos Revelación.

Si bien parece que todas las religiones, desde la de los papúas hasta la de la cienciología holywoodense, "a fin de cuentas adoran al mismo Dios", dado que Dios es una realidad independiente, nosotros los católicos, en cambio, no podemos aceptar como verdaderos adoradores a los que aceptan la subjetiva descripción diferente a la que por Revelación divina conocemos. Esa realidad, objetiva, en tanto que estuvo oculta dio paso a interpretaciones especulativas con múltiples y contradictorias versiones. Pero, a partir de la aparición del cristianismo, la guía segura y razón aplastante de la enseñanza es Cristo, Segunda Persona trinitaria que bajó para enseñarnos como, además, estaba profetizado. (Isaias 54, 13; San Juan 6, 45)

El viaje a México del Papa Francisco en nada subvierte esta nuestra fe milenaria, aun si va ya para más de medio siglo que a menudo sus representantes la pusieron a los pies de poderes “intrínsecamente perversos”. Una visita, además, que no aplaude revoluciones explosivas de un falso indigenismo marxistoide, hoy en clamorosa crisis de obsolescencia.

Por encima de todo, viaje apostólico. Como cabe esperar del sucesor de San Pedro y vicario de Cristo. Una visita en la que ha recordado al clero mejicano su deber de educar a los fieles, primero, para la salvación de sus almas, la moral de sus familias y la catequesis de las nuevas juventudes; y, después, lo que es su natural beneficio, para impulsar la recristianización de la cultura, la instrucción laboral-profesional y la deontología de empresarios y políticos cristianos. Haya sido, o no, con este propósito yo, con Dom Bosco, es decir, como él enseñaba, le daré aquí al viajero Bergoglio un grande y sonoro ¡Viva el Papa!

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En un post recientemente colgado hablé de las semillas religiosas americanas que, aun en contados casos y condiciones, ayudaron a los españoles en su encuentro con los naturales del Nuevo Mundo. Y ya que estamos en un portal dedicado a la religión sobre manera deseo referirme a la arriesgadísima aventura que resultó la evangelización de aquellos pueblos, a los que en menos de un siglo los españoles pasamos a amar como de nuestra misma sangre.

No pretendo comparar valores, porque no son comparables aquellos tiempos -a.D. de 1523- con los actuales; ni las gentes ni los poderes. Sin embargo, la lectura de un texto de entonces, emitido como ilustración histórica, nos provee materia de reflexión. Me estoy refiriendo al Libro perdido de las Pláticas o Coloquios de los doce primeros misioneros de México, del que solo tengo un fragmento. (Quien quiera obtener completa una copia abajo encontrará su reseña.)

Sólo he adaptado su estructura en párrafos separados, para que más se facilite el entendimiento. La ortografía original, errática e irregular, la copio tal cual para juego de filólogos, pues que no creo que entorpezca la lectura. A propósito del irenismo promotor de una religión igualitarista, no se pierda mi lector, en la transcripción del capítulo cuarto, las argumentaciones de los aborígenes y la respuesta de los misioneros.

Y, sin más, doy paso a ‘los sermones’.

«Aquí comienza la doctrina christiana con que fueron convertidos los indios desta Nueva España por los doze frayles de San Francisco que primeramente les predicaron, embiados por el Papa Adriano sesto.

«El primer capítulo habla de la relación que dieron los doze frayles de S. Francisco a los principales de México, declarándoles la razón de su venida.

«Señores y principales de México ─que aquí estais juntos─oyd con atención, y notad lo que os queremos dezir, que es daros a entender la causa de nuestra venida.

A. Ante todas cosas os rogamos que no os turbeis ni espanteis de nosotros, ni penseis que somos más que hombres mortales y pasibles como vosotros; no somos dioses ni emos descendido del cielo, en la tierra somos nacidos y criados, comemos y bebemos y somos pasibles y mortales como vosotros; no somos más que mensajeros embiados a esta tierra; traemos os una gran embaxada de aquel gran Señor que tiene jurisdicción espiritual sobre todos cuantos viuen en el mundo, el qual se llama Santo Padre, el qual está congoxado y cuidadoso por la salud de vuestras almas: veis aquí lo que dize.

B. Sepan y entiendan mis hijos todos los que habitan aquellas tierras, rezien descubiertas─que se llama la Nueva España─ansi los Mexicanos, como los Haxcaltecas y todos los demás que viuen en las yndias occidentales, que los dias pasados─muy pocos a─que a venido a mi noticia su fama. A nos dado noticia dellos nuestro muy amado hijo el emperador Don Karlos Rey de las Españas, quinto deste nombre, escribióme esto en sentencia.

C. Sepa Vuestra Santidad, padre nuestro muy amado, que mis españoles an descubierto una tierra muy grande, muy lexos de nosotros hacia el occidente, llena de muchas gentes, pueblos y reynos, los quales son yndios y los conquistaron de su voluntad, ya son mis vasallos: Suplico a Vuestra Santidad que mandeis embiar predicadores, que los prediquen la palabra de Dios, y los instruyan en la religión christiana─porque todos son ydolatras gentiles─: esto es lo que a Vuestra Santidad suplico.

D. Como uve visto esta petición luego junté a todos mis hermanos los cardenales, y les di noticia deste negocio que nuestro amado hijo el emperador pedía, luego entramos en consistorio, y determinamos de embiar nuestros delegados para que predicasen la fé de nuestro Señor Jesucristo a los dichos yndios infieles para que mediante ella se salvasen y les dimos toda la nuestra authoridad que para la prosecución de la dicha conversión les fuera necesaria.

E. Pues agora, amigos nuestros, aquí estamos en vuestra presencia, los que emos sido elegidos y embiados; a nosotros doze nos a embiado el gran Señor que tiene authoridad espiritual sobre todo el mundo, el qual habita en la gran ciudad de Roma; diónos su poder y authoridad, y también traemos la Sagrada Escriptura donde están escriptas las palabras del solo verdadero Dios, Señor del cielo y de la tierra, que da vida a todas las cosas, el qual nunca habeis conocido.

F. Esta y ninguna otra es la causa de nuestra venida, y para esto somos embiados, para que os ayudemos a saluar y para que recibais la misericordia que Dios os haze; el gran Señor que nos embió no quiere oro, ni plata, ni piedras preciosas; solamente quiere y desea vuestra salvación.

Capítulo quarto, en que se trata quien es el verdadero Dios y Señor universal que da ser y viuir a todas las cosas.

Ya aueis oydo, amigos muy amados, como el gran Sacerdote y gran Señor nos a embiado a predicaros las palabras de Dios para que por ellas conozcais al verdadero Dios y Señor, criador y gouernador de todas las cosas.

A. Por ventura direis agora: en vano a sido vuestra venida, porque nosotros bien conocemos y tenemos por Dios aquel por quien todos biuimos y le honrramos y reuerenciamos y adoramos, a este ofrecemos papel y copal y sangre; en su presencia matamos hombres y niños, animales y aues, y le ofrecemos corazones y muchas otras cosas, y de veinte en veinte dias le hazemos fiesta. Esta costumbre nos dexaron nuestros antepasados los reyes y caualleros que nos han regido ¿qué otra cosa nos quereis enseñar?

B. Estas cosas dichas, amigos nuestros, todos las abemos visto con nuestros ojos y sabemos que pasan ansí y tenemos entendido que adorais no solamente un Dios, pero mucho cuento y las estatuas de piedra y de madera las teneis por dioses. Al uno llamais Tezcatlipuca, a otro Quecalcotl, al otro Vicilubuchtli, etcétera, y a cada uno llamais dador de la vida y del ser y conseruador della; y si ellos son dioses dadores del ser y de la vida ¿porqué son engañadores y burladores? ¿porqué os atormentan y fatigan con diversas aflicciones? Esto por esperiencia lo sabeis, que cuando estais afligidos y angustiados con impaciencia los llamais de brutos y bellacos, engañadores, viejas arrugadas. Además desto demandauauos vuestra propia sangre y vuestros corazones en ofrenda y sacrificio. Sus imágenes y estatuas son espantables, suzias y negras y hediondas; desta condición son vuestros dioses a quien adorais y reuerenciais: antes son enemigos matadores y pestilenciales que no dioses.

C. El verdadero Dios y universal Señor, criador y dador del ser y vida que os venimos a predicar no es de la condición de vuestros dioses. No es engañador ni mentiroso, no aborrece ni desprecia a nadie, ninguna cosa mala ay en él ; en gran manera aborrece todo lo malo y lo veda y proibe porque él es perfectamente bueno, es abismo de todos los bienes, es sumamente amoroso, piadoso, misericordioso; en lo que más claramente muestra su infinita misericordia es en auerse hecho hombre aquí en este mundo semejante a nosotros, humilde y pobre como nosotros, y murió por nosotros, derramó su sangre por nuestra redempción para librarnos del poder de los demonios, nuestros enemigos crueles y malvados─que son estos que teneis por dioses; dezis que os dan el ser y la vida, y sacrificais delante de ellos y los adorais pues ellos son los que os ynduzen a todo género de pecados, aborrecimiento, agüeros y desensiones, a que comais carne humana, etc.-

D. Este solo y verdadero Dios que predicamos a nadie haze demasía ni sin razón, mas antes haze misericordias y mercedes a todos quantos hombres hay en el mundo, y también a vosotros los naturales de esta Tierra─que os llamamos indios él os da el ser y la vida y os haze muchos bienes y misericordias y os ama, aunque no le conoceis ni adorais ni lo tenís por Señor; él os da todas las cosas de la tierra, y la honrra y Señorío y el valor, y agora os quiere azer mucho mayores mercedes, si de todo vuestros corazón os conuertiéredes a él, si le tomaredes.-

E. Quizá querriades saber ¿este soberano y verdadero Dios como se llama? Si preguntais por su nombre sabed que su nombre es admirable, es nombre que tiene virtud de saluar, llamase Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, dador de ser y vida, redemptor y saluador en quanto Dios es sin principio, es eterno; El hizo el cielo y la tierra y el infierno; El nos hizo a todos los hombres del mundo y también hizo a los demonios, a los cuales vosotros teneis por dioses y llamais dioses. Este verdadero Dios está en todo lugar, todas las cosas vee y todas las cosas sabe, es sumamente maravilloso, y en quanto hombre está en el cielo, que es su palacio real y acá enla tierra tiene también su reyno, el qual començo desdel principio del mundo y quiere os incorporar en él agora, de lo qual os abeis de tener por bienauenturados. Todo lo dicho es de la Sagrada Escriptura.»


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Sacado de las «Pláticas o Coloquios de los doce primeros Misioneros de México. Miscelánea Francisco Ehrle», de Fray José Mª Pou y Martí, Roma, 1924; págs. 28 a 32. Son muestra y parte de suculentas Lecturas que enriquecían los viejos libros de texto del Bachillerato, sexto curso, año 1944, y que alguno conservo de mis hermanos mayores. Este citado fue compuesto por el Catedrático de Historia, de la Universidad de Madrid, C. Pérez Bustamante.
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