La dignidad que comienza con los últimos El amor de Dios nos hace infinitamente dignos y hermanos (II)

El amor de Dios nos hace infinitamente dignos y hermanos (II)
El amor de Dios nos hace infinitamente dignos y hermanos (II)

Dignidad infinita es lo que está antes de la ciencia, la política la economía, la cultura, la religión... No tomarla como referencia, es construir sobre la arena de un diseño social pergeñado por los tiranos de este nuevo feudalismo global

La dignidad infinita tal como la podemos encontrar en la realidad, está herida. Sino sería una mera entelequia, una idea platónica que vive en el mundo de las ideas.  Por eso, no hay que confundir la dignidad ontológica con una especie de dignidad preternatural, esa que en la antigua teología se decía del estado adánico en el paraíso, antes del pecado original.

...se distrae al público con un “tengoderechismo” caprichoso y engañoso que corta con la naturaleza como dato, la historia como sabiduría y la cultura como pertenencia.

Francisco no teme anunciar sin pelos en la lengua la Doctrina Social de la Iglesia, la preocupación por la desigualdad, los pobres y el planeta. Pero a la vez siente que no tiene que pagar ningún peaje a este totalitarismo de lo políticamente correcto. Por eso, el Papa se juega avalando un documento así, que tardó 5 años pensando en... "haber, como lo digo"... ya que sabía que la cultura dominante iba a poner su grito en el cielo.

Jesús rescató la dignidad humana asumiendo la condición menoscabada de los hombres dañados por las injusticias y enfermedades. El verdadero rostro histórico de la dignidad nace de esa misericordia que acompaña y cura las heridas humanas. En ese dolor misericordeado es donde nace una nueva y verdadera posibilidad infinita para la dignidad,

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Dignidad infinita: la que brilla en las periferias y la fraternidad.

La única dignidad infinita es la que pudo crear un Ser Infinito. Adentrándonos por la fe y la razón, en su leitmotiv, el amor expansivo revelado plenamente en Cristo, es como nos aproximamos a este maravilloso misterio, siempre por descubrir y amar más. La respuesta adecuada a este impacto fulgurante de la creación y la Redención, es el agradecimiento expresado en el rostro del prójimo.

La Gloria de Dios es la fraternidad, realización creatural de su misterio trinitario. Alejarnos del otro es quebrar el nexo que nos une al destino de una vida plena. Por eso el documento sobre la dignidad solo puede interpretarse desde Fratelli Tutti, el más grande documento de Francisco, que él no se cansa de reformular en su predicación:

"¿Sabes por qué a menudo nos extraviamos? Porque orbitamos alrededor de nuestra sombra", recalcó, pero "quien se gasta por los demás se gana a sí mismo, porque la vida sólo se posee dándola. Pero si siempre giramos en torno a nuestro yo, a nuestras necesidades, a lo que nos falta, siempre nos encontraremos de nuevo en la casilla de salida, abatidos con cara larga, tal vez con la idea de que todo el mundo está enfadado con nosotros". (Francisco a los jóvenes, Venecia 28 abril)

La Dignidad infinita tiene un diseño divino.  Ningún diseño humano puede reemplazarla.

En Un Mundo Feliz, A. Huxley habla de una sociedad racionalista que ha manipulado la naturaleza hasta el punto de fabricar científicamente y con tecnología social, seres humanos de distintas categorías y para distintos fines. Se ha llegado "al fin" a prescindir del sexo y la procreación por el diseño "científico". Pero tales identidades artificiales generan descompensaciones terribles, que intentan remediarse mediante una super-droga tranquilizadora llamada “soma”.

Así y todo, el sinsentido que viven las personas esculpidas bajo la esclavitud de ese diseño, no lo pueden remediar con fármacos ni con ejércitos de psicólogos intentando que la gente no termine suicidándose. La esclavitud de un diseño antropológico y social antinaturales no se soluciona con pastillas sino suprimiendo tal esclavitud. Pero esto significa un costo muy alto para ese “mundo feliz”.

aldous-huxley-dictadura-perfecta
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La vida humana ha sido creada por Dios con un sentido y cuando éste se reemplaza por las torres de babel del capricho de los poderosos, todo se desmorona por más parches que se coloquen. La ideologización de la dignidad humana nace del desinterés por el misterio dado y su reemplazo por uno utilitario y manipulable.

La dimensión social de la dignidad infinita

Todos los ejemplos de amenazas a la dignidad mencionados en el documento tienen una gran dimensión social y estructural. No son aisladas ni dependen solo de decisiones personales, si bien es en el ámbito de la conciencia individual  donde finalmente se juega la esencia de la libertad humana, aún con sus condicionantes.

No siempre nos damos cuenta de la gran influencia social de nuestras decisiones, especialmente en un mundo y una cultura occidentales, donde las Iglesias, las familias y otras instituciones educativas han perdido vigencia y sus errores son la excusa perfecta para acabar con ellas.

Hoy la religión (lo que religa absolutamente), la escuela (nexo con la cultura), la familia (escuela del amor y reconocimiento del otro), las sociedades intermedias, etc. son reemplazados por el teléfono móvil, un gran invento que debería servir para humanizarnos. Los poderosos mecanismos de propaganda tienen acceso instantáneo mediante esa prolongación casi “natural” de las personas. Nunca fue tan fácil la manipulación social de individuos, cada vez más aislados y sin cultura que los ayude a discernir, esa conexión crítica con la historia y las grandes pertenencias populares.

La información, desinformación, contenidos, noticias, etc. no son neutros e inocuos. La mayoría de las veces son una manipulación hacia el consumismo masivo y lucro de unos pocos. Por eso utilizan una antropología amputada, de pensamiento único, sin trascendencia real, sin fraternidad ecosocial. Solo individuos o pequeñas tribus de individuos amalgamados emocionalmente por identidades artificiales y en competencia feroz en el iluso “gran mercado” regido por el Big Brother.

El papa Francisco ha desentrañado el gran modelador de esta cultura en Laudato Sí. Es el paradigma tecnocrático que permea todas las configuraciones sociales e incluso ideologías del pasado, a las que ha colonizado, dejándoles relatos en permanente conflicto, pero insustanciales para hacer la vida más humana en el planeta.

Mientras tanto se multiplica el hambre, las guerras, las migraciones masivas, los odios ideológicos y de género irreconciliables, los experimentos sobre el cuerpo humano al estilo Menguele… y se distrae al público con un “tengoderechismo” caprichoso y engañoso que corta con la naturaleza como dato, la historia como sabiduría y la cultura como pertenencia.

la manipulación de la indignación
la manipulación de la indignación

Dignidad infinita es lo que está antes de la ciencia, la política la economía, la cultura, la religión... No tomarla como referencia, es construir sobre la arena de un diseño social pergeñado por los tiranos de este nuevo feudalismo mercantil global. Éste anula de un plumazo la experiencia de un millón de años de seres humanos para cambiarla por colonizaciones ideológicas de hace un par de décadas y que producen innumerables daños humanos irreparables.

Francisco no teme anunciar sin pelos en la lengua la Doctrina Social de la Iglesia, la preocupación por la desigualdad, los pobres y el planeta. Pero a la vez siente que no tiene que pagar ningún peaje a este totalitarismo de lo políticamente correcto. Por eso, el Papa se juega avalando un documento así, que tardó 5 años pensando en... "haber, como lo digo"... ya que sabía que la cultura dominante iba a poner su grito en el cielo.

Jesús, la Dignidad a partir de los indignos

Vino Jesús y su Vida nos muestra que no tenemos idea de lo que es la dignidad humana. Que ésta no la elaboran los think tanks espirituales del mundo. Jesús va hacia los límites de la dignidad, donde ella no se reconoce en los pobres y los que sufren enfermedades e injusticias. Vino para que los ciegos vean y los que creemos que vemos, quedemos ciegos.

Su Reino es de este tipo de personas y de los que entregan su vida a ellos, los samaritanos de todos los rincones, que Dios nos sigue regalando para que no perdamos la esperanza. El los convoca no necesariamente de instituciones prestigiosas, ni siquiera de las “religiosas” sino que los suscita donde quiere, “Él hace de las piedras hijos de Abraham”, para que nadie se gloríe ni de sí ni de la “ortodoxia” de su tribu.

Mucho se habla, escribe y legisla sobre la dignidad. Lo hacen los políticos, los activistas, los líderes religiosos, etc. Pero presiento que no tenemos idea de ella. Tomamos conciencia de la dignidad humana cuando ésta es agredida, cuando tenemos la experiencia personal y colectiva de las heridas que recibe. Jesús asumió tales afrentas para darles un sentido nuevo y así descubramos el Misterio de la Cruz y la Resurrección que solo se revela a los humildes. Mt 11,25.

Es en la cruz de Jesús, asociada a los indignos, en las periferias de lo humano, escándalo para los piadosos y necedad para los pensantes, donde comenzamos a intuir el contorno de la dignidad humana real.

Cuando estamos unidos a Jesús, perdonamos como Él, reconstruimos la dignidad del otro y de nosotros mismos, curamos heridas en vez de provocarlas, damos vida en vez de quitarla, denunciamos la injustica y la hipocresía de los fariseos y mercaderes en vez de halagarlos y adularlos para recibir sus elogios y premios.

La dignidad infinita tal como la podemos encontrar en la realidad, está herida. Sino sería una mera entelequia, una idea platónica que vive en el mundo de las ideas. Es en este mundo y su historia donde se juega la eternidad. Por eso, no hay que confundir la dignidad ontológica con una especie de dignidad preternatural, esa que en la antigua teología se decía del estado adánico en el paraíso, antes del pecado original.

Jesús no había practicado la degradación de la prostitución de la mujer adúltera, ni justificaba la corrupción de Zaqueo, sin embargo, había llegado hasta ellos como nadie más lo había hecho. Como él, la dignidad es llegar al que sufre, al que está en guerra, al que ha tomado opciones deshumanizantes y padece las consecuencias, etc.

El que llega a esas realidades deshumanizantes no ve la vida como uno puede verla. Está mirando otra cosa. Ha llegado hasta allí vaya a saber por cuáles caminos. Una persona que llega al aborto, a la eutanasia, a una operación de … por mencionar algunas, no sé si será un malvado, pero puedo estar completamente seguro que hay mucho dolor allí. Acercarse con el dedito acusador no sirve para cambiar nada, empeora las cosas desde el odio. Hay cosas que se hacen más por resentimiento que por convicción de lo que se va a hacer. El que se escapa, no sabe dónde va, ni escaparse convierte el lugar donde va en algo bueno.

Las personas que se están planteando o transitando estas situaciones, son una patata caliente para la conciencia cristiana. Son también el límite y la cruz de la dignidad humana de donde hay que ir para descubrir su sentido.

Lamentablemente, no es inventando todos los días nuevas identidades artificiales y conflictivas para escaparse de la realidad y exigir desde el victimismo el control de una sociedad de diseño. “Ser víctima es ya una aspiración, una etiqueta que nos eleva moralmente y que nos ahorra tener que argumentar nada...pero la víctima no siempre tiene razón, no siempre tiene que caernos bien, no siempre merece elogio y, de hecho, no siempre es víctima»." (D. Murray, La masa enfurecida). El cristianismo no es victimismo woke para odiar, sino el amor que transforma el dolor en redención, justicia y misericordia. Muchos de los reclamos furiosos tendrían un desarrollo mejor si todos nos situáramos en una actitud fraterna y de diálogo.

El ser humano que conocemos es el que hay, el que ya tiene herida su dignidad de una manera o de la otra. Las lesiones que menciona el documento (y todas las que faltan), agravan y profundizan la herida humana, no es que la “dañen” por primera vez. La misma institución eclesial ha sido históricamente una máquina de dañar la dignidad humana, aunque la predique mucho y haya realizaciones humanas excepcionales que nos dan esperanza.

misericordia que cura
misericordia que cura

Jesús rescató la dignidad humana asumiendo la condición menoscabada de los hombres dañados por las injusticias y enfermedades. El verdadero rostro histórico de la dignidad nace de esa misericordia que acompaña y cura las heridas humanas. Él percibía el dolor humano porque sabía lo que había en cada corazón. En el dolor misericordeado es donde nace una nueva y verdadera posibilidad para la dignidad, una que jamás tendría con las grandes teorías de este mundo que se escriben en el papel y se borran con la prepotencia del poder.

 La mirada de Jesús, que es poliédrica y desde la Misericordia, nos adentra en la amplitud, la infinitud de la dignidad humana y nos la hace comprender a partir de aquellos descartados  de las periferias. Él ha compartido la vida de los pobres, desde el Pesebre hasta la tumba y la resurrección. Sabe de qué habla. No como los teóricos de la pobreza o las dignidades artificiales y narcisistas, que hablan solo desde las ideas. 

poliedroyperiferia@gmail.com 

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