CRISTIANISMO: cuando DIOS se hace COMUNIÓN

CRISTIANISMO: cuando DIOS se hace COMUNIÓN
CRISTIANISMO: cuando DIOS se hace COMUNIÓN

El cristianismo está para hacer la Comunión como lo atestiguan sus mejores intérpretes, los que tejen esa trama muchas veces invisible que es el Reino de Dios. Constituye una propuesta única de armonía entre la persona y la comunidad, perceptible desde la fe como un “ya pero todavía no”.

Desde el paradigma tecnocrático denunciado por el papa Francisco, podríamos decir que son recicladas las viejas ideologías para establecer nuevas dialécticas que siembran odio y distraen la atención de las necesidades básicas de la humanidad, lejos de resolverse. La lucha por las identidades, que ha nacido de legítimas reivindicaciones ha tomado en los últimos veinte años una deriva ideológica de confrontación destructiva (cultura de la cancelación).

El mal es la demolición de la unidad, del versus ad unum, de la totalidad concebida como armonía, de la homeostasis cósmica.

El mayor potencial destructivo del odio ...se manifiesta a nivel cultural, cuando es sistemáticamente cultivado e inoculado, hasta dejarlo impreso en el imaginario colectivo

una fe que no se hace comunión, es una fe que no ha sido aceptada plenamente, que no ha sido pensada totalmente, que no ha sido vivida fielmente.

Cristianismo: cuando Dios se hace comunión.

 Evangelizar es admirar la naturaleza tal como Dios la ha creado, curar la división y construir la comunión de Dios con el ser humano y de los hombres entre sí en ese misterioso entramado llamado Reino de Dios, que Jesús ha hace posible. Una situación que pedimos (“venga a nosotros tu Reino”) y que estamos llamados a construir con creatividad (“Buscad primero el Reino y su Justicia…”).

El cristianismo está para hacer la Comunión como lo atestiguan sus mejores intérpretes, que tejen esa trama muchas veces invisible que es el Reino de Dios. Constituye una propuesta única de armonía entre la persona y la comunidad, perceptible desde la fe como un “ya pero todavía no”.

Jean Guitton tiene un pequeño libro muy iluminador llamado “El equilibrio y la armonía”, donde afirma que el primero solo es una relación de tensión inestable entre fuerzas opuestas, mientras que la armonía es una situación donde cada cosa encuentra su lugar complementándose con las demás en un todo que San Agustín llamó el “Ordo Amoris” y que en el campo de la Doctrina Social de la Iglesia encontramos enunciados en sus principios  “la dignidad de la persona humana”, “el bien común”, “la subsidiariedad” y “la solidaridad” .

Individualismo y colectivismo

Las ideologías, configuraciones necesarias pero parciales, siempre terminan acentuando uno u otro aspecto, la persona o la sociedad, el individualismo o el colectivismo e instalan una dialéctica de lucha por el predominio de una o de la otra.

El reconocimiento de la Presencia del Dios hecho hombre en la historia, nos ayuda a los humanos a encontrar nuestra vocación de unidad, continuamente amenazada por el hombre reptiliano residual de nuestros corazones.

La misma palabra “Universo” proviene del latín unus (uno) y versus ("en dirección de"), indicando que el sentido de la totalidad está dado por la dirección a la que se dirige y que en la cosmología cristiana es el Dios Creador y Redentor. Sin Él, desaparece toda armonía y todo se vuelve al caos.

Distinguir para unir

En estos tiempos en que la ecología también puede parcializarse y volverse ideología, el papa Francisco, el capítulo II de Laudato Si, relaciona el misterio del universo con el mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado para la comunión universal y luego en el capítulo III señala aquello que destruye tal vocación y lo sintetiza en la antropología del “paradigma tecnocrático”.

Desde este paradigma podríamos decir que son recicladas las viejas ideologías para establecer nuevas dialécticas que siembran el odio y distraen la atención de las necesidades básicas de la humanidad, lejos de resolverse. La lucha por las identidades, que ha nacido de legítimas reivindicaciones ha tomado en los últimos veinte años una deriva ideológica de confrontación destructiva (cultura de la cancelación).

Al respecto el Papa Francisco nos invita a percibir la armonía originaria y redimida donde estas nuevas ideologías suelen encontrar confusión y enfrentamiento: “no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma» (LS 155). Algo en sintonía con el postulado que dice que hay que “distinguir para unir”, que  Maritain expresa en su magna obra de lógica “El orden de los conceptos”.

El mal es la destrucción de la unidad

La tradición filosófica ha definido el mal, no como una consistencia sino como una ausencia: “Bonum ex integra causa; malum ex quocumque defectu” (el bien proviene de una causa íntegra; el mal de cualquier defecto). Si la verdad es poliédrica como la define Francisco, el mal sería la ausencia de uno de los lados, un bien que debiera estar por su relación al todo. De allí que todo fundamentalismo es una parcialidad que aniquila el todo. La fe nos ayuda a recomponer esta visión desde el misterio de Dios, su perpetuo hacedor.

En este sentido, se aparta de la visión maniquea que distinguía dos principios absolutos en pugna, el bueno identificado con lo espiritual y el malo, identificado con lo material. Lamentablemente, en su afán de distinguir lo uno de lo otro, mucho de esto ha permeado cierta cultura cristiana, que en su entusiasmo catequético ha hecho simplificaciones indebidas que han quedado impresas en el imaginario popular y ahora pasan factura.

El mal es la demolición de la unidad, del versus ad unum, de la totalidad concebida como armonía, de la homeostasis cósmica. La acción de la creatura llamada demonio, ser espiritual que ha tomado partido por la destrucción de esta unidad, es tentar al hombre para lograr esta ruptura. Pero es el ser humano el que decide finalmente comer la manzana, echar la culpa al otro, asesinar al hermano, construir la falsa unidad de la torre de babel, etc. El don de la libertad, dado para construir una unidad más grande, termina destruyendo la de origen.

La guerra es el epicentro del mal

escupir odio

Así como el “bien tiende de suyo a difundirse”, la lógica del mal hace de la guerra su mayor instrumento para que “el odio tienda de suyo a difundirse”. Las guerras comienzan, pero nunca terminan, son un método de reproducción del odio y el resentimiento que no terminan con la firma de un armisticio. Si la lógica del bien es la unidad y la vida, la del mal es la muerte y la desunión.

Como dice Giovanni Cucci  “El mayor potencial destructivo del odio ...se manifiesta a nivel cultural, cuando es sistemáticamente cultivado e inoculado, hasta dejarlo impreso en el imaginario colectivo. En ese contexto, la destrucción se presenta como un valor para alcanzar el bien común, mediante una lucha difícil pero necesaria. Es lo que suele llamarse la «dimensión idealista del odio». Las ideologías, las «utopías asesinas», como rezaba el título de un libro de P. Yathay a propósito de la Cambodia de Pol Pot, son la base de la mayor parte de los exterminios perpetrados en la historia”. (Civilitá Cattolica, 13 octubre 2021)

Amaos como Yo os he amado, en esto reconocerán que sois mis discípulos.

El cristianismo siempre será el bien que vence al mal tras la aparente derrota de la Cruz. Es un acontecimiento hecho método, donde el héroe no es el que aniquila al enemigo, sino el que lo conquista por un amor creativo y superador para la paz: “héroe es el que convierte a su enemigo en amigo”.

El verbo “amar”, contra el que nadie se opone, es perfectamente compatible con muchas formas de odios y conflictos. El cristianismo parte de una premisa de Gracia y desafío a la libertad que consiste en amar como Jesús nos ha amado, antídoto contra todas las guerras.

Parafraseando a Juan Pablo II, y siendo consciente de la profunda relación que hay con la cultura, podemos pensar que una fe que no se hace comunión, es una fe que no ha sido aceptada plenamente, que no ha sido pensada totalmente, que no ha sido vivida fielmente.

Guillermo Jesús

poliedroyperiferia@gmail.com 

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