Vivir en medio del pueblo, como Jesús…nos hace “ver”. Francisco, uno de los nuestros

Francisco, uno de los nuestros
Francisco, uno de los nuestros

A Francisco no hay que explicarle qué es una villa miseria o una favela…él habla desde esa experiencia.

El salmo dice: “Si me olvido de ti Jerusalén, que se me paralice la mano derecha” (Salmo 137) La Jerusalén del cristiano son los pobres y las periferias...Vivir cerca del pobre, real, mental y afectivamente nos transforma...

Hay que vivir una vida de pueblo para ver la realidad como es. Los dirigentes en primer lugar ya que de sus decisiones dependemos. El “cómo vivimos” condiciona fuertemente nuestra visión de las cosas y las resoluciones que tomamos.

el 1% gobierna el mundo…sin las personas que viven en este mundo...  Pero una economía más eficiente y productiva es la que logra incorporar la creatividad y la fuerza de trabajo de millones de personas excluidas o mal pagadas y descarta la especulación financiera como el motor de la arquitectura social

“Esta Iglesia con la que debemos sentir es la casa de todos, no una capillita en la que cabe solo un grupito de personas selectas. No podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de mediocridad” Francisco

El Papa les dijo a sus obispos que “olieran menos a pastor y más a oveja”. Otra de sus frases ingeniosas sacadas del Evangelio: "Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otro" (Jn13). Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos (Filip.2). San Pablo decía que “Me hice todo en todos con tal de ganar, aunque sea algunos” (1 Cor 9), etc.

¿Qué relación tiene Jesús con el pueblo?

El Pueblo pobre y trabajador es amado por Dios, al punto de ofrecerle a su Hijo para que viva como uno de ellos. Es el destinatario de la paternidad de Dios, pero también, como Jesús, es portador y donador del Espíritu/amor de Dios hacia todos, no excluye a nadie…ni al rico Epulón a quien le ofrece a Moisés, los profetas ¡y a Lázaro, predicándole con el grito de su miseria, en su puerta!

Por eso, si no se vive como el pueblo y entre el pueblo, no se entiende lo que es el pueblo ni se lo puede servir, ni se lo entiende al Dios de Jesús.

Si bien uno puede aprender no solo de la propia experiencia sino también de la experiencia ajena y eso ha sido muy valioso para que la humanidad progrese, también es cierto que el vivir en determinada situación genera sesgos de interpretación de la realidad que son muy difíciles de cambiar si uno no participa de esa misma realidad.

La experiencia de la realidad no es una idea, son también sentimientos, recuerdos, desilusiones, anhelos compartidos, etc., que modelan la visión que tenemos de las cosas. La realidad siempre es más amplia que las ideas que podamos tener de ella y la experiencia, que es una historia de tiempo compartido y consciente en una realidad con otros, es irreemplazable. El cristianismo se trata de esto, de la experiencia de Jesús en nuestra historia personal y social.  Doctrinas y reglamentos pueden ayudar, pero nunca reemplazar la experiencia de alguien cuyo amor desborda nuestras expectativas.

Cuando uno ve esos misioneros que viven décadas en tierras pobres de misión que llegan a ser uno con la gente del lugar, a sentir sus necesidades y alegrías como propias en un maravilloso intercambio de saberes y sentires. Ellos son brújula para nuestra civilización perdida entre bienes materiales.

A Francisco no hay que explicarle qué es una villa miseria o una favela…él habla desde esa experiencia. Ha estado allí encontrándose durante años con Jesús en cada uno de esos seres humanos golpeados por la miseria injusta. Callejeaba en sus calles de barro, tomaba mate con la gente dentro de las cuatro chapas que constituían sus “viviendas” … No era un viaje turístico al pintoresco al barrio de los pobres, era tratar de compartir las vidas y la escenografía donde el cristianismo se hace carne. Allí ha experimentado lo mucho que tienen para compartir, lo mucho que necesitamos de aquellos que no tienen nada, ellos son el norte de la vida cristiana. Ellos son nuestra cátedra.

¿Qué tiene que ver un hombre así, curtido por el evangelio de la gente con aquellos cardenales que lo critican porque ponen su acento en cuestiones secundarias como el latín, moralinas sin actualización y la supervivencia de su distancia “sacral respecto al rebaño “secular”, para afirmar su poder religioso sobre la masa a la que amenazan con el infierno por no cumplir con sus ritos y reglamentos?

¿Cómo le explico a mis alumnos en la clase de religión lo que son las villas miserias, las fabellas, etc.? Además, piensan que son todos vagos y corruptos, que por eso están así. No es que sean de clase alta, son de escuela pública suburbana, pero no pueden ni imaginarse ese tipo de vida …que llevan miles de millones de personas en el mundo. ¿Cómo explicarles quién es el papa Francisco, cuyo corazón está enamorado de ellos y predica a Jesús desde ese lugar teológico?

El salmo dice: “Si me olvido de ti Jerusalén, que se me paralice la mano derecha” (Salmo 137) La Jerusalén del cristiano son los pobres y las periferias: porque tuve hambre y me disteis…por mí lo hicisteis (Mt 25), el prójimo es ese herido al que solo el samaritano ve con el corazón (Lc 10) y no como una estadística o una idea. Vivir cerca del pobre, real, mental y afectivamente nos transforma. Es lo que le recordó Humes a Francisco en el momento de su elección: “no te olvides de los pobres”.

“Esta Iglesia con la que debemos sentir es la casa de todos, no una capillita en la que cabe solo un grupito de personas selectas. No podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de mediocridad” (Papa Francisco). Yo agregaría que no es necesario que se vaya nadie de esa iglesia de “personas selectas”, porque no se trata de reemplazarlas por otras más “progres” …que con el tiempo volverán a tener sus mismos hábitos de exclusividad.

De lo que se trata es de incluir a todos, que la iglesia sea una “máquina” de inclusión de la diversidad en la unidad ya que Cristo dio y da continuamente la vida por todos. Si “en la casa de mi Padre hay muchas moradas” (Jn 14,2), con cuanta más razón ha de haber muchos lados en el poliedro del Reino. El amor de Dios es expansivo y quienes lo buscamos, hemos de participar en esta lógica que irrumpe en la historia alcanzando en primer lugar a los más excluidos y heridos para extenderse hacia todos lados.

Ése es el sentido de la Sinodalidad: ejercer nuestra condición de Pueblo de Dios, recibida en el bautismo y con vocación de misericordia hacia todos los seres humanos. Participar de verdad para construir juntos el Reino de Dios y su Justicia, porque todo lo demás se encaminará solo.

Francisco la nueva cara

Un Papa del Pueblo en un mundo de dirigentes ciegos

Hay que vivir una vida de pueblo para ver la realidad como es. Los dirigentes en primer lugar ya que de sus decisiones dependemos. El “cómo vivimos” condiciona fuertemente nuestra visión de las cosas y las resoluciones que tomamos. Por eso el humilde ciego de nacimiento termina viendo y los fariseos, que dicen ver, son ciegos… ¡que dirigen a otros ciegos! Ambos están frente a Jesús, que ha venido para que veamos.

Como pequeño ejemplo leo en los titulares de esta semana: “Los consejeros ejecutivos de las grandes empresas cotizadas tienen sueldos millonarios que incluyen retribuciones en especie de lo más variopintas. Casa pagada, préstamos al 0%, energía subvencionada y coche gratis: así son los privilegios de los jefes del Ibex 35 (13 MAR 2023). Los jefes ganan 98 veces más que los empleados…La brecha salarial aumenta en las cotizadas. Mientras el sueldo de los trabajadores solo subió un 0,8% en 2017, la nómina de los consejos creció un 21,3% (20 ABR 2018)”, cifra que ha crecido sideralmente hasta el día de hoy. (David Fernández en El País). Son datos de la elite vernácula, ¡minúscula en comparación con otras!.

Es el 1% que gobierna el mundo…sin las personas que viven en este mundo, porque solo tienen ante sus ojos la mágica palabra de esta ideología idolátrica: “beneficio”, cueste lo que cueste y caiga quien caiga…aunque prometan que el mercado y el progreso “derramarán” las sobras para el resto. En estos días somos espectadores de la enésima crisis financiera de este sistema “tan perfecto” que hará más pobres a los que ya lo son y más ricos a los pocos que ya son. Es un sistema que tiene sus leyes, pero las leyes las ponen ellos y las transgreden en nombre del “mercado”, que manipulan cuando quieren. Las crisis las pagan los de siempre.

Es un poder fuera de la democracia, a la que Abraham Lincoln definió en Gettysburg como “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. ¿Dónde está el pueblo en estas crisis? ...pagando los costos, obviously.

No se trata de corregir la desigualdad con violencia porque es volver a lo mismo en un pis pas. Quieren vendernos esa falsa opción. Pero puede haber un progreso para todos, no solo por “caridad” sino por eficiencia. Sí, una economía más eficiente y productiva es la que logra incorporar la creatividad y la fuerza de trabajo de millones de personas excluidas o mal pagadas y descarta la especulación financiera como el motor de la arquitectura social. El egoísmo siempre tan inmediatista y ansioso, es ciego y conspira contra la posibilidad de una riqueza mayor que incluya a todos.

Pero para ver, hay vivir la vida desde el pueblo...como el ciego de nacimiento que se encuentra con la misericordia de Jesús y no como los fariseos que se amurallan en sus templos.

poliedroyperiferia@gmail.com

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