Hacen falta los santos que hoy se necesitan La Santidad es Poliédrica

La Santidad es Poliédrica
La Santidad es Poliédrica

el camino de Jesús es un desafío que da vuelta las cosas, no es un simplemente “portarse bien “y que todos te aplaudan: “Aunque las palabras de Jesús puedan parecernos poéticas, sin embargo, van muy a contracorriente con respecto a lo que es costumbre, a lo que se hace en la sociedad; y, si bien este mensaje de Jesús nos atrae, en realidad el mundo nos lleva hacia otro estilo de vida”. (GE 65) Ya lo decía “san” Ghandi: “en un mundo injusto, el único lugar para un justo…es la cárcel”.

Permanecer callados y no profundizar críticamente las estructuras de mal, implica interiorizarlas, aprobarlas y poner la religión sumisamente a su servicio condenando a los pobres y al planeta a la resignación y abandono. Los santos no se “acostumbraron” a la injusticia, no “banalizaron el mal” (Hanna Arendt), no pusieron su fe en la “zona de confort” que la hace compatible con la “buena vida”..."como todo el mundo".

Ellos vivieron esa extraordinaria transgresión a las reglas del éxito de este mundo, que son las Bienaventuranzas. Encontraron la alegría, el propósito, el sentido de la vida en el servicio a los demás, en la creatividad frente a todas las pobrezas, en el compromiso ardiente por cambiar la injusticia y hacerlo misericordiosa y pacíficamente…como Jesús.

El Cristianismo es la revolución de la Misericordia de Jesús, que cambia el mundo. Quienes entran en sintonía con ella, son los santos. Cada uno a su manera, expresan la poliédrica (multifacética) acción de Dios en el mundo. Así se expande el amor divino en el Universo: en la diversidad llamada a complementarse para ser fecunda, a encontrarse en la unidad del hacedor y redentor de todas las cosas.  Donde nada es descartado y cada uno tiene un lugar. Católico es hacer realidad que “aquí hay lugar para todos”.

La acción de Dios no es inútil, es viva y eficaz a lo largo de la Historia: “Así como la lluvia y la nieve caen de los cielos, y no vuelven allá, sino que riegan la tierra y la hacen germinar y producir, con lo que dan semilla para el que siembra y pan para el que come, así también mi palabra, cuando sale de mi boca, no vuelve a mí vacía” (Is. 55)

La Iglesia ha ido proclamando pedagógicamente a esos “tocados por la Gracia”, a lo largo de la historia para mostrarnos la accesibilidad de la vida cristiana. Ninguno ha sido igual a otro porque la gracia no suprime ni reemplaza la naturaleza, sino que la cura y la eleva en su originalidad. Cada ser humano es único, rico en talentos, amado por Dios, irreemplazable. Por eso también hay santos de todos los estilos, aunque ha veces la institución eclesial haya puesto el acento en los del clero o en los rezadores y modositos.

También, con toda buena voluntad, hubo una hagiografía (estudio de la vida de santos), que mostró santos como seres aburridísimos, sin libertad, que no hacían más que cumplir, cumplir y sufrir, completamente asépticos a lo que sucede (como si fuera lo mismo la santidad en el siglo II que en el XIX o en la actualidad). Seres “esterilizados” de compromiso histórico y amor a la realidad creada, como si el cielo no tuviera absolutamente nada que ver con lo que sucede en la actualidad. No es extraño entonces, que suela haber rechazo al tema de la santidad, como un hobby soporífero sin interés. Uno es pecador, pero no delirante.

Francisco ha puesto énfasis en Gaudete et exultate en los santos de la puerta de al lado, a los anónimos, que día a día construyen el Reino de Dios. Ser anónimo en este mundo de narcisismo selfie es casi un castigo.

Para que la santidad sea más poliédrica y refleje miríadas de santos, falta aún el capítulo de los santos que, aunque no fueron “formalmente” católicos, le dieron de comer, de beber, lo ayudaron (Juicio final Mt 25). Los “san Sócrates” de san Justino y los Martin Luther King, Simone Weil, Ghandi, Mandela, etc. No hay excusa si ellos tuvieron pecados, la Iglesia siempre se las ha ingeniado para presentar a sus santos oficiales sin ellos…” para no escandalizar”.

Pero el camino de Jesús es un desafío que da vuelta las cosas, no es un simplemente “portarse bien “y que todos te aplaudan: “Aunque las palabras de Jesús puedan parecernos poéticas, sin embargo, van muy a contracorriente con respecto a lo que es costumbre, a lo que se hace en la sociedad; y, si bien este mensaje de Jesús nos atrae, en realidad el mundo nos lleva hacia otro estilo de vida”. (GE 65) Ya lo decía “san” Ghandi: “en un mundo injusto, el único lugar para un justo…es la cárcel”.

Alarma pensar que el cristianismo sólo se utilice para hablar de espiritualidades fuga mundi y pecados exclusivamente individuales. Aún con todos los buenos atributos que tienen las técnicas de respiración y meditación, vivimos una “mindfullnesización” del cristianismo, donde el encuentro con el otro es reemplazado por una especie técnica de paz interior que se desvincula de todos y no tiene nada que ver con las bienaventuranzas ni los buenos samaritanos que cambian el mundo. No es nuevo, con otros nombres, siempre ha surcado la historia esta tentación de evasión...que deja las cosas como están. Es la religión ideal de todo sistema opresor del hombre porque no molesta, no hace falta crucificar a nadie que cuestione el status quo.

Pero lo malo del falso cristianismo, es que impide ver al verdadero. No solo porque traiciona el misterio de la Trinidad, la Encarnación y la Pascua sino porque se convierte así en el más eficaz cómplice de estas estructuras de pecado del mundo y de la iglesia.

crucificados en el mar

Los santos no son cómplices de las estructuras de pecado

Permanecer callados y no profundizar críticamente las estructuras de mal, implica interiorizarlas, aprobarlas y poner la religión sumisamente a su servicio condenando a los pobres y al planeta a la resignación y abandono. Ellos no se “acostumbraron” a la injusticia, no “banalizaron el mal” (Hanna Arendt), no pusieron su fe en la “zona de confort” que la hace compatible con la “buena vida”. Vivieron esa extraordinaria transgresión a las reglas del éxito de este mundo, que son las Bienaventuranzas. Encontraron la alegría, el propósito, el sentido de la vida en el servicio a los demás, en la creatividad frente a todas las pobrezas, en el compromiso ardiente por cambiar la injusticia y hacerlo pacíficamente…como Jesús.

La crisis ecosocial, las numerosas guerras que asolan el mundo, el crecimiento de la desigualdad en un mundo que tiene todas las herramientas para acabar con ella, el hambre sistémica de 800 millones de personas, etc, no son una sumatoria de hechos aislados, son fruto de un plan criminal, un pecado estructural de pensamiento, palabra, obra y omisión. No se puede decir que uno tiene algo de cristianismo si esto no le hace mella, si oculta la cabeza bajo tierra, como el avestruz, para no enterarse. Ése es pecado de omisión por si no se acuerdan del catecismo.

“Este sistema, mata”. No estamos frente a estructuras inofensivas, naturales y casuales -que algunos lo usan “mal”- sino construcciones racionales depredadoras, que disfrazan las consecuencias para poder seguir consiguiendo beneficios económicos sin límites. No puede ser que el único sentimiento válido y hegemónico que constituye la sociedad sea el afán de lucro a cualquier precio llevado a cabo por los privilegiados poderosos que “compiten” con los millones de débiles en la arena del “ mercado” … en un mundo donde todo ha sido reducido a mercado.

Los santos, adelantados de las nuevas estructuras de la Gracia, anticipan el triunfo definitivo de la Parusía. Es indispensable hilvanar con una nueva hagiografía comprometida con los cambios sociales, el entramado de la historia. “No basta que haya santos, hace falta los que hoy se necesitan”. (Simone Weil). Estos bienaventurados nos alumbran e interceden en este largo y esperanzado caminar y nos dan esperanza en la noche de la historia.

“Mas que el ateísmo, hoy el desafío es responder desde la fe adecuadamente...y no con propuestas alienantes de un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro” (GE 89) El Papa adelanta la temática de “Gaudete et exultate” al mencionar los Neo gnosticismos y pelagianismos como expresiones tóxicas de un cristianismo que busca la salvación en seguridades doctrinales, liturgistas o disciplinarias, que en lugar de facilitar la Gracia, gastan energía en manipular al otro(GE 94) y obtener algún poder (GE 96).

El pecado estructural se redime con Gracia estructural. De lo contrario, como decía Zygmunt Baumann, estamos buscando soluciones biográficas para problemas sistémicos. Los santos expresan esta gracia estructural en sus vidas porque pertenecen a un Pueblo que camina en la Historia. Nada verdadero permanece aislado e infecundo.

poliedroyperiferia@gmail.com 

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