Callar también debilita el Mensaje

Juan Mari Laboa es, probablemente, uno de los mejores especialistas en Historia de la Iglesia. Sus opiniones sobre la institución eclesial son bastante claras recordando la importancia que tiene la historia para entender el presente. En concreto, se refiere el aislacionismo eclesial tan fuerte de España desde el siglo XIX a diferencia de otras iglesias católicas europeas. De hecho, afirma que en España no ha existido un liberalismo católico por la intolerancia integrista que no ha aceptado nada menos que a cuatro Papas: León XIII, Juan XXIII,Pablo VI y por supuesto que tampoco a Francisco. “Es muy fuerte que, en un siglo, una parte importantísima del catolicismo español haya puesto verdes a cuatro Papas, y no siempre son motivos evangélicos”, señala Laboa en una entrevista (Alfa & Omega).

Traigo a colación al experto Laboa -aprovecho la oportunidad para agradecerle de nuevo su prólogo del libro La revolución del laicado-, para denunciar lo que me parece una secuela grave de esta intolerancia integrista, con el asunto negro de la pederastia que sigue emponzoñando a la opinión pública y desazonando a demasiados católicos, cada vez más fríos con la institución eclesial al tiempo que aleja a mucha gente de lo esencial del Mensaje, sobre todo ente las personas de 45 años para abajo. ¡Ay de aquel que escandaliza!

En su momento, el obispo portavoz y secretario general de la CEE, Luis Argüello, negó que los obispos tuviesen que crear una comisión independiente para estudiar los casos de abusos y dejó todo el asunto en manos de cada diócesis sabiendo bien cuál era el percal del paño. Luego contratan a la defensiva un bufete que no parece ser garantía de avances serios ni imparciales ni tampoco se facilitan las cosas a las investigaciones del Defensor del Pueblo que trabaja en este tema a instancias del Parlamento. La institución eclesial se aleja de su función cuando este pasado junio, su portavoz insiste en que no abrirá sus archivos al Defensor del Pueblo, limitando su cooperación a cederle datos de casos concretos que le solicite.

Es escandaloso, en el sentido peor del concepto evangélico, que la Conferencia Episcopal Española haya tardado tanto tiempo en dejar de hacer oídos sordos a las propias víctimas, que reclamaban una comisión creíble, y también a numerosos colectivos cristianos que le pedían no quedarse al margen de la actitud de otras conferencias episcopales de nuestro entorno, pidiendo perdón el colectivo de obispos e indemnizando a las víctimas (obispos franceses). Al contrario, Argüello ha dejado claro en rueda de prensa que “Nosotros queremos poner en marcha una vía propia, la vía española” en la que se evidencia, afirmo yo, una inexplicable actitud por la soberbia clericalista de bastantes prelados a la defensiva, que no están dispuestos a abrir sus archivos ni a colaborar con la justicia con celeridad y transparencia en desentrañar los casos de esta lacra sistémica a pesar de las indicaciones claras y tajantes del Papa.

Recuerdo que Argüello negó a los periodistas (febrero 2021) los datos exactos sobre el número de abusos sexuales en la Iglesia española, descartó el fondo de compensación económica para las víctimas así como la realización de un estudio retrospectivo sobre esta lacra, como estaban haciendo otras iglesias europeas y norteamericanas así como algunas congregaciones, como los jesuitas.

Al final, el núcleo duro episcopal, al parecer mayoritario, ve solo conjuras y ataques a lo católico en donde la inoperancia es lo menos grave, arrastrando a toda la CEE en la imagen paternalista revestida de mártir ante los “ataques” de fuera y de dentro. Esto evidencia una impostura soberbia e hipócrita para alejarse de cualquier petición de perdón humilde y creíble, y de una misericordia verdaderamente cristiana con las víctimas.

Al final, la institución es un núcleo de poder puro y duro, la comunidad de fieles sigue mermando sin que se vislumbre en la institución episcopal un atisbo de autocrítica creíble que reconozca el daño que hace al haberse convertido en algo mucho más importante que la Misión encomendada por el Maestro. Lo mismo podría decirse del poco caso que la CEE le hace al Papa en el cambio de actitudes que propugna la sinodalidad, como si el servicio que propugna el Papa fuese una debilidad.

Callar debilita el Mensaje: es necesario darle la vuelta a la realidad eclesial y poner como objetivo principal la evangelización en lugar de la institucionalización; el medio no puede ser el fin. Lo esencial es la Iglesia Pueblo de Dios y el El Evangelio, mucho más importante que el Código Canónico: porque solo por los hechos nos reconocerán…

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