Liturgia: sin espíritu comunitario no hay Eucaristía

En vísperas del Concilio Vaticano II, el marco litúrgico requería una urgente reforma que venían solicitando varios episcopados para favorecer y suscitar una participación más activa de los fieles en las Eucaristías. De ahí el uso de las lenguas vernáculas y la adaptación de los ritos en las diversas culturas. En ese marco, se constató la necesidad de estudiar más profundamente el fundamento teológico de la liturgia, para no caer en el ritualismo o favorecer el protagonismo del celebrante. Juan XXIII, creó el Instituto litúrgico pontificio para acoger y responder a estas necesidades, algunas de las cuales calaron en el Concilio.

La Constitución Apostólica Sacrosanctum Concilium marca las normas fundamentales sobre la liturgia. En ella se afirma que “La Santa Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa de las celebraciones litúrgicas. Al reformar y fomentar la Sagrada Liturgia se ha de tener muy en cuenta esta plena y activa participación de todo el pueblo”. La liturgia, por tanto, es en forma y esencia un proceso comunitario en el cual la actitud interior de cada persona es esencial, ya que lo verdadero acontece en lo profundo.

Esto significa que la participación activa debe estar inmersa también en una actitud individual nada superficial. Ahora Francisco ha remarcado la importancia de no caminar hacia atrás poniendo coto a la Misa Tradicional o preconciliar. Pero aún falta que se potencie el espíritu comunitario, que languidece en medio de un ritual que necesita un espíritu más participativo en línea con el objetivo de fondo que buscó Juan XXIII.

La misa no se escucha, se participa, recuerda Francisco. Y se participa comunitariamente en el misterio de la presencia del Señor entre nosotros. Es algo distinto de las otras formas de nuestra devoción, aclara el Papa, como el belén o el viacrucis, que son representaciones. Somos una comunidad que proclama “celebrar” juntos la Eucaristía. Es algo que no puede darse si cada cual se desentiende de los que están al lado, convirtiéndose en un conjunto de individualismos, ajeno al espíritu comunitario y evangelizador que tuvo la última Cena, presidida por Jesús. ¿Qué espíritu celebrativo tienen muchas Eucaristías?, ¿Dónde está la actitud celebrativa del encuentro personal en comunidad con Jesús? El formato en latín con el cura de espaldas a la comunidad, Francisco lo ha frenado en seco; que para rezar individualmente, ya tenemos muchos momentos a lo largo del día, igual que hacía Jesús.

Como afirma Martín Gelabert, doctor en Teología, todo en la Eucaristía está ordenado a la comunión, y todo en la eucaristía tiene sentido en relación con la comunidad. Hay quien habla de “Misas privadas”, pero la Misa no es un acto solitario; no es una acción individual, porque es un acto comunitario.

Quién celebra la eucaristía es la comunidad que expresa eso, que la Iglesia es una comunidad de hermanos. Sin comunidad no hay eucaristía. No se trata de un rito que pudiera realizarse por creyentes solitarios. Se trata de un acto y una celebración eclesial. Por eso, la liturgia eucarística "habla" siempre en plural y el diálogo litúrgico es siempre comunitario. Y si en la eucaristía nos unimos profundamente a Cristo, esto se verifica en la fraternidad. Cuanto más se une uno a Cristo, tanto más solidario es. No hay unión con Cristo sin unión con los hermanos.

El Papa ha cerrado el paso a las veleidades tridentinas que permitió Benedicto XVI. Pero necesitamos que el siguiente paso litúrgico reviva el espíritu participativo que modifique la actitud hasta hacer de la celebración eucarística un lugar de encuentro y dicha y no un rito marcado por el cumplimiento, triste, individualista, ramplón, que cada vez dice menos a un mayor número de fieles.

Como escribe la teóloga Paula Depalma, celebración y creatividad son dos palabras que van unidas. No hay celebración sin novedad y sin la alegría que surge del encuentro. Sin embargo, cuando nos referimos a las celebraciones religiosas no siempre las asociamos con la creatividad y la alegría radical que implican.  Aún estamos a medio camino, con Francisco más atareado en evitar que algunos nos devuelvan al pasado.

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