¿Por qué el Papa en África no es noticia?

Cuando lo hacemos mal, institucionalmente hablando, los católicos salimos en todas partes. Cuando denunciamos las injusticias a la manera de Jesús, apelando a la fraternidad universal, no aparecemos en muchos medios de comunicación, como ocurre con el viaje del Papa Francisco a África, quizá porque él denuncia sin ambages al colonialismo de nuevo cuño y desenmascara un buenismo protector de los pecados estructurales, desalmados a más no poder.

Me sumo a la queja de quienes alzan la voz contra esta injusticia informativa que pretende encasillar la información de la Iglesia católica en los parámetros exclusivos de la vieja carcunda vaticana del poder y el legalismo clericalista. Lo cierto es que el mensaje de Francisco en clave de denuncia profética en su viaje a la República del Congo y a Sudán del Sur es un aldabonazo a favor de los derechos humanos fundamentales y contra el nuevo colonialismo desde el mensaje troncal del Evangelio. Y es ahí donde más duele.

Francisco no es comunista. No hace falta serlo para solidarizarse cristianamente con quienes sufren la realidad terrible en estos países centroafricanos, mientras los progresistas de salón y los espiritualmente casposos miran para otro lado. Un silencio cómplice que incluye a buena parte de la comunidad internacional que se considera a sí misma modélica.

Retumba la falta de noticias y titulares que ofrece el Papa en este viaje, en muchos medios de comunicación de la España progresista y conservadora. Titulares de su estancia en el Congo que pueden conformar un artículo de opinión por sí solos: "Condeno la violencia armada, las masacres, los abusos, la destrucción y la ocupación de las aldeas, el saqueo de campos y ganado, que se siguen perpetrando en la República Democrática del Congo. Y también la explotación sangrienta e ilegal de la riqueza de este país, así como los intentos por fragmentarlo para poderlo controlar”. “Pongan fin a la guerra. ¡Basta de enriquecerse a costa de los más débiles con recursos y dinero manchado de sangre!”

"Es la guerra desatada por una insaciable avidez de materias primas y de dinero, que alimenta una economía armada, la cual exige inestabilidad y corrupción. Qué escándalo y qué hipocresía: la gente es agredida y asesinada, mientras los negocios que causan violencia y muerte siguen prosperando”. Y Francisco continúa: "Tras el colonialismo político, se ha desatado un 'colonialismo económico' igualmente esclavizador... El veneno de la avaricia ha ensangrentado susdiamantes. Es un drama ante el cual el mundo económicamente más avanzado suele cerrar los ojos, los oídos y la boca". De hecho, Francisco enriqueció su denuncia con una parábola sobre los diamantes manchados de sangre.

Y finaliza con este alegato: ¡Manos fuera de la República Democrática del Congo, manos fuera de África! Dejen de asfixiar a África: no es una mina que explotar ni una tierra que saquear".

Creo que es suficiente contenido como para reflexionar -con humildad- la próxima semana porque en Sudán del Sur, el mensaje es el mismo; un país en la miseria con un alto porcentaje de católicos, que desde aquí lo vemos tan lejos como si fuera de otro planeta, tal es la realidad de ambos mundos en los que vivimos ellos y nosotros aunque compartamos la misma fe. Y si se les ocurre venir a pedirnos ayuda, de allí y de otros muchos lugares de África, lo entendemos como una amenaza en lugar de verles como al rosto viviente de Cristo que nos pide ayuda.

Ya lo dijo un intelectual africano ante un reportero europeo: los países ricos somos nosotros -los africanos- con materias primas a espuertas y la segunda mayor reserva de la biosfera después de la Amazonía. Son ustedes -Europa- los países pobres por la falta de recursos naturales, que sin embargo nos esquilman nuestra riqueza. Y sí, ahora somos muy pobres. Es lo mismo que ha dicho Francisco, pero poniendo el dedo católico en la llaga.  

Ante esta realidad y con la Cuaresma en lontananza, nos espera un arduo camino de conversión.

Volver arriba