Recorrido pendiente en la Liturgia

El cardenal JosephRatzinger describió las tres actitudes fundamentales de la reforma litúrgica desplegada por el Concilio Vaticano II: comprensión, participación y simplicidad en los ritos. Naturalmente que tres expresiones tan claras han sido interpretadas de maneras tan diferentes que hoy nos encontramos con una liturgia eucarística que pocos comprenden bien, es poco participativa y la simplicidad en los ritos, depende del celebrante… En realidad, parece que nos hemos quedado a mitad de camino en la renovación y con ello no se ha hecho sino agudizar los problemas, quizá por miedo a ir más allá de en las reformas, aun a costa de la autenticidad.

Hablamos de “celebración” cuando nos referimos a la Eucaristía. Sin embargo, nuestra actitud en el templo se parece a un sumatorio de individualismos. Acercar el pueblo a la liturgia ha sido uno de los objetivos del Concilio, mediante una educación litúrgica del clero y del pueblo, alimentando el corazón ya que está en juego la misma imagen de Dios que transmite o vehicula la liturgia (Xabier Basurko). Si hay vivencia hay creatividad; solamente si hay participación viva en la liturgia habrá creatividad…

Dicha creatividad litúrgica debería guiarse por el principio paulino de la “edificación de la comunidad” concreta en cada ocasión, no en genérico, como instrumento de evangelización y expresión agradecida de fe. La oración favorece la interioridad y desde ahí predisponer a la liturgia como rezo comunitario, celebrativo de la fe expresada en comunidad. Pero también es posible suplantarla o falsearla por el individualismo interiorista y las formas inmaduras de fe.

Los jesuitas no han sido precisamente líderes en liturgia. Sin embargo, el Papa Francisco, en la Evangelii Gaudium, afirma  literalmente: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horario, el lenguaje y toda la estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual” más que para preservar sin cambiar nada. Sin embargo, prosigue el Papa, en nuestras eucaristías abunda el individualismo y la falta de común unión sin la alegría del espíritu celebrativo. Una celebración que no evangeliza, no es auténtica (37).

Siguiendo con la reflexión papal, la liturgia es un encuentro vivo con Él, o no es. Se trata, pues, de recuperar la capacidad de vivir plenamente la acción litúrgica en la comunidad de hombres y mujeres abriendo el angosto espacio del individualismo espiritual(32)… con una plena implicación de las personas (45). La liturgia es ante todo, celebración simbólica, no tanto es didáctica y moralizante, una manifestación de la fe de la comunidad eclesial.

Sin embargo, constato cada domingo la actitud que mantenemos los fieles, más pasiva que celebrativa y peca de individualista cuando la Eucaristía conlleva un claro espíritu comunitario. Yo sigo viendo la liturgia eucarística como una especie de reverencia institucional acaparada mayormente por el celebrante y alejada de una acción de gracias comunitaria, que es lo que significa Eucaristía.  Tiempo hay para los rezos individuales sin necesidad de desvirtuar la oración vivencial que nos enseño el Maestro en torno al Padre Nuestro.

Como afirma la teóloga Laura Depalma ensu libro Ritos que transforman, “Celebración” y “creatividad” son dos palabras que van unidas. No hay celebración sin la novedad y sin la alegría y la diversión que surge del encuentro. Sin embargo, cuando nos referimos a las celebraciones religiosas, no siempre las asociamos con la creatividad y la alegría radical que implican. Y la celebración litúrgica es un momento especial de encuentro entre Dios y la comunidad.

Debemos avanzar en esta línea para completar el camino de nuestra expresión comunitaria de fe, pesando en los muchos fieles que ansían signos verdaderos de compartir con madurez la fe, la esperanza y el amor de Cristo en comunidad fraterna, en lugar de una suma de individualidades más bien tristonas con actitud de no celebrar nada. Seguro que podemos poner más en nuestra actitud para vivir con mayor autenticidad aquello que creemos y celebramos juntos en el templo. Otra cosa es el por qué no queremos avanzar en este tema.

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