Sobre el clericalismo de los clérigos y la clericalización de los laicos

La página oficial de la diócesis de Alcalá de Henares me ha sorprendido por sus opiniones sobre este tema. De hecho, el título de esta reflexión es el mismo con el que la web complutense se muestra a quienes entramos en ella; al menos este viernes pasado. Escuchando a su obispo en otras ocasiones, nada presagiaba esta línea de comunicación oficial. Bienvenido sea, monseñor a esta parcela eclesial que por una vez no chirrían las teclas del ordenador con sus cuitas como ha ocurrido otras veces.

En esta web diocesana se recogen con profusión muchas de las intervenciones de Francisco relativas a la sinodalidad desde cuando ejercía de Cardenal-Arzobispo de Buenos Aires hasta ser proclamado Papa. Se recuerda la tentación del clericalismocomo un deseo de señorear sobre los laicos porque implica una especie de narcisismo que conduce a la mundanidad espiritual. “En otras ocasiones se observa una tendencia hacia un clericalismo laical denominado la ´clericalización del laicado´; se trata de una complicidad pecadora: el cura clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice, porque en el fondo le resulta más cómodo” (sic).

Creo que, en esta ocasión, lo mejor no es que yo opine, sino refrescar algunas sentencias de nuestro Papa. Yo no recuerdo una página oficial de la Iglesia en la que nos recuerde las perversiones del clericalismo, y menos en la web episcopal como esta, cuyo titular se ha destacado por una línea no precisamente alineada con este Papa (y viceversa, claro). Solo por esto ya es noticia, y merece la pena mostrarlo como un exponente de este blog de punto de encuentro, agradecido por la oportunidad de reflexionar sobre los graves peligros del clericalismo. No nos olvidemos del momento actual en el que la sinodalidad quiere ser diluida por los clericalistas que abundan en la estructura eclesial, muchos de los cuales ven las perversiones propias -por ejemplo, la pederastia- sobre todo como un ataque a la institución eclesial:

Para Francisco, en cambio, las perversiones aparecen sin ambages en la tentación de los clérigos de no hablar a la cara, de ser demasiados diplomáticos, ese lenguaje clerical que tanto daño hace, como recuerda el Papa (´¡nos hace mal!´). Clericalizar la Iglesia es hipocresía farisaica. No a la hipocresía. No al clericalismo hipócrita. No a la mundanidad espiritual nos dice. Más claro el agua.

  • En la Carta a la Conferencia Episcopal Italiana en noviembre de 2013, remachó: Por lo demás, hermanos, vosotros sabéis que no sirven sacerdotes clericales cuyo comportamiento expone a alejar a la gente del Señor, ni presbíteros funcionarios que, mientras desempeñan una función, buscan lejos de Él el propio consuelo.
  • Debemos extirpar el clericalismo de la Iglesia. El clericalismo nos hace mal, no deja crecer a la parroquia, no deja crecer a los laicos. El clericalismo confunde la figura del párroco, porque no se sabe si es un cura, un sacerdote o un patrón de empresa.
  • Cuando falta la profecía, el clericalismo ocupa su sitio, el rígido esquema de la legalidad que cierra la puerta. Todos nosotros, bautizados, somos profetas. Es necesario vencer esta tendencia al clericalismo, también en las casas de formación y en los seminarios. Yo lo resumo en un consejo que una vez recibí de un joven: “si quieres ir adelante, piensa claramente y habla oscuramente”. Era una clara invitación a la hipocresía. Es necesario evitarla a toda costa.
  • Tenemos que formar el corazón. De otro modo formamos pequeños monstruos. Y después, estos pequeños monstruos forman al pueblo de Dios. Esto realmente me pone la piel de gallina.
  • Es necesario siempre pensar en los fieles, en el Pueblo fiel de Dios. Es necesario formar personas que sean testigos de la resurrección de Jesús. El clericalismo, en cambio, entraña una postura de grupo que empobrece el encuentro del Señor como discípulos hacia el encuentro con los hombres que esperan el anuncio.
  • «Creo que éste es el tiempo de la misericordia. Este cambio de época, junto a tantos problemas de la Iglesia -como el testimonio impropio de algunos sacerdotes, los problemas de corrupción en la Iglesia, el problema del clericalismo, por poner un ejemplo-, ha dejado a muchos heridos, tantos heridos. Y la Iglesia es Madre: debe ir a curar a los heridos, con misericordia.
  • Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos.
  • La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial; mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como aquella mujer del Evangelio. Es una especie de narcisismo que nos conduce a la mundanidad espiritual y al clericalismo sofisticado, y luego nos impide experimentar «la dulce y confortadora alegría de evangelizar.

Acabo con una cita papal más que no he visto recogida en esta web, a propósito de la inauguración del Sínodo 2018: “El clericalismo es una perversión”. Por si no había quedado suficientemente claro.

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