Cuento de Navidad
La Navidad se viene celebrando “desde siempre”… Sin embargo, hubo un momento en que tuvo un cariz especial, menos religioso quizá, pero culturalmente potente para el imaginario del siglo XIX en adelante. Ocurrió por una razón colateral al hecho navideño: Charles Dickens necesitaba desesperadamente dinero para mantener a su numerosa familia, y la manera de lograrlo era vendiendo su talento literario.
A mediados de aquel siglo, Dickens ya era una celebridad literaria exitosa gracias a sus libros y artículos de opinión en la prensa de entonces. Aún así, algunas de sus últimas novelas no habían conseguido vender la cifra que sus editores esperaban, y decidieron comunicar al escritor que, o las ventas subían, o la decisión a tomar podría ser drástica. Dickens tenía a su cargo cuatro hijos más otro en camino, además de su padre, que no paraba de acumular deudas. Entonces se le ocurrió escribir una historia en torno a la Navidad muy original dentro del espíritu navideño.
Dicho y hecho; en tan solo seis semanas había creado el personaje del avaro Scrooge tan rechazable como entrañable. Dickens fue muy audaz puesto que el día realmente importante de las fiestas invernales era el 5 de enero. Antes de ese día había unos días de adviento, pero eran más jornadas de rezos que de fiestas sin intercambio de regalos. Así es como la Navidad adquirió un nuevo aire popular y festivo en torno a la Navidad. Su audacia hay que valorarla desde el hecho cierto que, al menos desde el siglo XVII los puritanos comandados por Oliver Cromwell sofocaron los intentos por transformar la Navidad en una fiesta alegre.
Por influencia alemana, el primer árbol de Navidad se instaló en Windsor en las Navidades de 1841. Y en 1843 se imprimió la primera postal navideña. Dickens ayudó no poco con su libro Cuento de Navidad a popularizar la Navidad como un día festivo en torno a la familia y la celebración navideña con los seres más queridos.
El libro se convirtió en un éxito inmediato por el enfoque literario que él mismo confesó abiertamente que le había parecido esencial: crear una atmósfera ligada a la ilusión y a la inocencia de la infancia que logre arrastrar a los adultos. La Navidad de la infancia pertenece a los sentidos. Por eso mismo, la celebración no se queda en torno a la infancia, sino que se traslada a los adultos entorno a los niños. Resulta ser un acontecimiento que deslumbra a los niños que se traslada a los adultos.
Para los niños, la Navidad son ilusión y nervios, anticipación, sorpresas y regalos. Su alegría está anclada en el presente. Según Dickens, esta Navidad inmediata y sensorial pierde su inmediatez y entra en un tiempo indefinido, pero lleno de significado. Lo que fue una experiencia sensorial luminosa pasa a ser una experiencia moral más profunda y enriquecedora, capaz de transformar: lo que antes deleitaba los sentidos, ahora conmueve la conciencia en torno a las conductas más solidarias… y cristianas.
Nuestro tiempo de Navidad también ha sufrido un cambio drástico, pero se resiste a abandonar la actitud de que la de otros seres cercanos sea inolvidable. El verdadero significado de la Navidad es el amor, y Dickens lo sabía. Cierto es que se sentía a gusto con el unitarismo (rechazando el dogma de la Trinidad creyendo que Dios es una sola persona). Pero su Cuento de Navidad tiene un trasfondo religioso con muchas referencias religiosas cristianas bastante concretas.
La acción de la historia, después de todo, se desarrolla en torno a la Nochebuena, cuando Scrooge cambia su vida como una conversión. Algunas personas se rieron al ver semejante cambio, pero él no se sintió afectado por ello; su cambio interior era profundo: “Su corazón se reía, eso le bastaba”. Y esta conmovedora historia de conversión se cierra con la invocación: “¡Que Dios nos bendiga a todos!”.
En un contexto tan diferente como el actual, lo esencial no cambia: aunque la noche sea oscura, la luz de Belén nos guía para encontrar esperanza en este mundo turbulento y sin aparente sentido. Incluso seremos capaces de regalar esperanza a las personas cercanas buscando el significado profundo de estas fechas. Charles Dickens también ha contribuido a ello.