Manos Unidas, 60 años por un mundo justo

Este domingo celebramos la Jornada de Manos Unidas con el lema «Creemos en la igualdad y en la dignidad de las personas». Esta institución de la Iglesia católica hace 60 años que lucha contra el hambre, la pobreza, el subdesarrollo y sus causas. En relación con esta entidad, quisiera compartir el recuerdo íntimo de un momento vivido en uno de los países más pobres del mundo.

Este verano viajé a Madagascar para predicar unos ejercicios espirituales a sacerdotes. Allí conocí comunidades cristianas que viven en ambientes rurales con dificultades económicas a pesar de los abundantes recursos naturales que tienen. Y lo que más me impactó fue su acogida, muy humana, generosa, afable y desinteresada.

En este rincón del mundo, el calor es intenso, pero lo supera con creces la calidez humana que uno se encuentra. Te sientes envuelto por la gente sencilla, que te ofrece el corazón. Y en este lugar lejano, entre esta gente acogedora, lo que también me impresionó fue ver un letrero inmenso con las palabras: «Manos Unidas». Sí, fue al terminar la Eucaristía dominical en la catedral de la diócesis de Diego-Suárez. La gente agradeció así a Manos Unidas la restauración de la escuela de la catedral. Con las manos unidas, todos juntos, podemos llegar muy lejos y Manos Unidas, sin duda, ha llegado muy lejos, en el tiempo y en la geografía. Fue un placer poder ver sobre el terreno la labor de algunos misioneros y gente del país. Comprobé como unidos a Cristo y alimentados por su vida, mantienen viva la esperanza de la comunidad y recuperan, poco a poco, la dignidad perdida.

En estos países a los que de manera incorrecta nos referimos como el Tercer Mundo, donde nuestros hermanos no tienen los recursos básicos para vivir, Manos Unidas financia proyectos de desarrollo comunitario surgidos de la iniciativa de las mismas poblaciones locales: creación de hospitales y escuelas, construcción de viviendas, producción de alimentos, acceso al agua potable, energía y otros recursos básicos, etc.

El dinero llega directamente a su destino sin pasar por ningún intermediario. Manos Unidas audita sus cuentas, supervisa los progresos de los proyectos y publica cada año una memoria de actuaciones a fin de dar la máxima transparencia a su labor.

Gracias, Manos Unidas, por vuestra lucha decidida contra la pobreza en el mundo. Gracias por creer que es posible erradicarla. Y gracias también a todos los que cooperáis con Manos Unidas: trabajadores, socios, voluntarios que regaláis vuestro tiempo, colaboradores que hacéis donativos y, sobre todo, gracias a todos los que aportáis mucha ilusión. ¡Que Dios os bendiga!

No podemos ignorar a nuestros hermanos más pobres, de aquí y de todo el mundo. La colecta de este domingo en todas las parroquias y comunidades cristianas está destinada a esta institución y a la labor que hace.

Queridos hermanos, seamos generosos para colaborar en esta finalidad tan humanitaria, especificada en el lema de este año: «Creemos en la igualdad y en la dignidad de las personas».

† Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona

Pie de foto: El cardenal Juan José Omella visitó este verano dos diócesis de la isla africana de Madagascar.
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