Antifranquista convencido, estuvo 7 meses detenido en el castillo de Montjuic Hilari Raguer, el monje sabio y libre

Hilari Raguer
Hilari Raguer Agencias

Se implicó tan a fondo en la lucha antifranquista que, en 1951, fue detenido durante la huelga de tranvías de Barcelona y encarcelado, durante siete meses en el castillo de Montjuïc por “ultraje a la nación española y al asentimiento de su unidad”

De 1962 a 1972 fue destinado al monasterio de Medellín (Colombia), donde fue maestro de novicios, profesor de Biblia y liturgia en el seminario mayor, en la Facultad de Teología de la Universidad Bolivariana

Se definía a sí mismo como “demócrata, nacionalista e independentista catalán, y antifranquista”

También disentía, en la actualidad, con los posicionamientos de la jerarquía católica española respecto a Cataluña

Se va un sabio enciclopedista, se va un icono catalanista, se va un referente. Montserrat, Cataluña y España (a la que nunca consideró “enemiga”) lloran su partida. Nos queda su enorme legado

Alto y enjuto, encarnaba a la perfección la imagen clásica del monje asceta y sabio, que entregó su vida al estuio y a la oración, sus dos amores y los de su orden. Hilari Raguer (Madrid, 1928) era eso y mucho más. Porque, además de sabio, intelectual y gran historiador, destacó sobre todo por ser un alma libre y una buena persona. Y un referente para su pueblo catalán, al que tanto amaba.

Había nacido en Madrid por casualidad, porque su padre trabajaba en la capital de España, pero, un año después de su nacimiento, la familia regresó a Barcelona, donde pasaron la guerra, ocultando su condición de católicos por miedo a los anarquistas.

Ernest Raguer (que así se llamaba antes de profesar con los benedictinos y cambiar su nombre por el de Hilari) fue desde joven un espíritu libre. De ahí que ya desde sus primeros estudios de derecho en la Universidad de Barcelona se enrolase en el grupo de oposición antifranquista que llevaba el nombre del célebre obispo catalanista Torras y Bagés. Y allí coincidió con Jordi Pujol o Joan Reventós, entre otros.

Se implicó tan a fondo en la lucha antifranquista que, en 1951, fue detenido durante la huelga de tranvías de Barcelona y encarcelado, durante siete meses en el castillo de Montjuïc por “ultraje a la nación española y al asentimiento de su unidad”. Y fue precisamente en la prisión donde descubrió su vocación clerical y, una vez que salió de la cárcel, decidió hacerse benedictino e ingresar en el monasterio de Montserrat, ordenándose sacerdote en 1960.

Raguer
Raguer

Ya monje, se fue a estudiar Sociología al Instituto Católico de París y, después, Teología en el Ateneo Pontificio Anselmiano de los benedictinos en Roma. Aunque, terminados los estudios, se especializó en la historia política de Cataluña en el siglo XX y en el papel de la Iglesia católica en la guerra civil española.

De 1962 a 1972 fue destinado al monasterio de Medellín (Colombia), donde fue maestro de novicios, profesor de Biblia y liturgia en el seminario mayor, en la Facultad de Teología de la Universidad Bolivariana y el Instituto de Liturgia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Una experiencia latinoamericana de la que siempre presumía, porque se sentía muy orgulloso de ella.

Se definía a sí mismo como “demócrata, nacionalista e independentista catalán, y antifranquista”. Tanto en su relación con la política como con la Iglesia, el padre Raguer fue siempre un verso suelto y un espíritu libre. Por ejemplo, en contra de la opinión mayoritaria entre los clérigos, siempre aseguró que los clérigos asesinados durante la guerra no lo fueron por su fe (y, por lo tanto, no se les pueden considerar mártires), sino por el matrimonio de la Iglesia con la derecha política. Asesinatos políticos y no religiosos, concluía, al tiempo que censuraba la actitud de la jerarquía católica por no haber pedido perdón por “su complicidad y su silencio” con la represión franquista.

Raguer, con Mas
Raguer, con Mas Agencias

Él, sin embargo, apoyó la Ley de Memoria Histórica y formó parte de la comisión de expertos sobre el futuro del Valle de los Caídos, que organizó el entonces presidente Zapatero en 2011, gran parte de cuyos dictámenes se están llevando ahora a la práctica por otro Gobierno socialista.

También disentía, en la actualidad, con los posicionamientos de la jerarquía católica española respecto a Cataluña. Por ejemplo, en una larga entrevista que nos concedía en el año 2012, aseguraba, entre otras muchas cosas, que “La independencia no se puede prohibir desde un punto de vista religioso” y que, por supuesto, “ser independentistas no es pecado”.

A lo largo de su vida, recibió numerosos reconocimientos. Por ejemplo, en el año 2014, la Cruz de Sant Jordi y en 2016, la Medalla de Oro de la Universidad de Barcelona.

Ha escrito decenas de libros y cientos de artículos. La mayoría, sobre temas históricos, pero también le encantaba escribir sobre temas de divulgación bíblica y litúrgica, de lo que dejó buena muestra en el blog que mantuvo durante años en Religion Digital.

Entre ellos, cabe señalar ‘La espada y la cruz: la Iglesia 1936 1939’ (1977), ‘Viernes de pasión. Vida y muerte de Manuel Carrasco y Formiguera ‘(1984), la biografía de carácter vindicativo El general Batet’ (1994), ‘Leviatán. La Iglesia y los totalitarismos ‘(1998),’ Gaudeamus igitur. Notas para una historia del “Grupo Torras y Bages ‘(2000),’ La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil española ‘(1936-1939) (2001), El cuaderno de Montjuïc. Recuerdos de la huelga de tranvías ‘(2001) y’ Carrasco i Formiguera. Un cristiano nacionalista ‘(1890-1938) (2002).

Es también autor de varias obras de espiritualidad, como ‘La nueva liturgia de las horas’ (1972), ‘Para comprender los salmos’ (1996) o ‘La Lectio divina’ (1999), una recopilación de artículos sobre cuestiones religiosas y el divulgativo ‘confidencial sobre los monjes de Montserrat’ (2008).

Se va un sabio enciclopedista, se va un icono catalanista, se va un referente. Montserrat, Cataluña y España (a la que nunca consideró “enemiga”) lloran su partida. Nos queda su enorme legado.

Hilari Raguer
Hilari Raguer

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