"La independencia no se puede prohibir desde un punto de vista religioso" Hilari Raguer: "Reclamo la libertad para Cataluña"

(José Manuel Vidal).- Monje e historiador de reconocido prestigio en España y en el extranjero, Hilari Raguer presenta su último libro "Ser independentista no es pecado. La Iglesia y el nacionalismo catalán" (Contrastos), en el que se declara abiertamente independentista y protesta porque en España "a los niños se les enseña un mapa de un solo color, y se sorprenden de que aquí se hable otra lengua".

En cuanto a la crisis económica, critica el préstamo a interés (cuyos costes aumentan según pasa el tiempo), y opina que "el castigo que nos manda Dios a las sociedades capitalistas por cobrar el tiempo es que cada vez tenemos menos tiempo".

¿Se ha pasado usted la vida estudiando?

Oí decir a un rabino italiano, en una conferencia sobre la piedad judía, que el mayor título que puede tener un hombre es el de estudiante. No el de profesor, ni de maestro, ni catedrático, sino estudiante. Porque mientras estudiamos, nos mantenemos jóvenes. Según la tradición rabínica, si a Dios le salió tan bien la Creación, es porque cada día dedicaba las primeras horas del día a estudiar la Torá.

¿Lo primero que pensó del libro fue el título?

Al contrario, lo añadí a última hora. El título era el subtítulo, porque yo lo que pretendía era explicar las características del nacionalismo catalán, que no son bien entendidas por lo común; y también la doctrina y la práctica de la Iglesia y del Vaticano sobre los nacionalismos, y en particular sobre el catalán. Pero cuando el libro estaba ya en manos del editor, salió una declaración del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, de cara a las elecciones autonómicas, salvando la unidad de la nación española. Esto era un modo de decir que el nacionalismo es pecado. Por eso puse este título.

¿Por reacción?

Sí.

¿Le molestó mucho el documento de los obispos?

No lo puedo compartir. Me pareció que era tendencioso y que no respondía a la doctrina de la Iglesia, sino a la doctrina de los que se inventaron el documento. Eso no es el magisterio de la Iglesia.

¿Censura lo que dicen los obispos de que la unidad es un "bien moral"?

Yo no estoy contra nadie, pero reclamo la libertad para Cataluña. Si esta libertad es compatible con España, con Europa y con Oceanía, magnífico. Yo salvaguardo otra unidad, al igual que España y Francia se repartieron Cataluña. Hay una Cataluña francesa, porque se la merendaron entre los dos. Y que no les hablen de unidad.

¿Cree que ese documento de la CEE sentó mal a los obispos catalanes, y a la Iglesia catalana en general?

Tengo entendido que sí, porque lo vieron injustificado. Además, creaba en el pueblo, en los católicos catalanes, la sensación de que la Iglesia está contra el nacionalismo catalán. Entonces, hubo que responder a eso. Respondieron primero los 4 obispos catalanes del Comité Ejecutivo, absteniéndose en la votación. A continuación hubo una declaración de la Conferencia Episcopal tarraconense sin decir que hubiera que votar por la independencia, pero admitiendo su legitimidad. No se puede prohibir desde un punto de vista religioso.

¿Esa afirmación la basa usted en la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), o en la declaración de Juan Pablo II que suele utilizarse?

En las dos: DSI en general, en el Vaticano II, el respeto por las minorías nacionales de la Gaudium et Spes... y también en la frase de Juan Pablo II. Él hablaba como polaco, pero, si su doctrina es válida, será también aplicable a situaciones parecidas.
En su discurso de la UNESCO en París, hablaba enfáticamente de que su nación se basaba en la cultura. Ahí me agarro yo para decir que la nacionalidad catalana es de base cultural, no étnica. Es una cultura centrada en la lengua, pero que va más allá de la lengua. Es un modo de entender la vida, unos valores.
Cuando en 1940 Himmler pasó por Montserrat buscando el Santo Grial (porque, tan técnicos y tan científicos, tenían esa superstición), pensaba que sería un arma secreta que les daría la victoria. Allí estuvo, en la montaña, buscando archivos; y en un museo de prehistoria que ahora no está abierto al público, había una sepultura ibérica de un tipo alto. Himmler lo señaló y dijo: "Éste es ario. Los catalanes son arios". El monje que le acompañaba, que hablaba perfectamente el alemán, le contestó: "Los catalanes no son arios ni son de ninguna raza, sino de una mezcla de razas". Luego sería explicado científicamente. Cataluña es un corredor de paso, de invasiones y migraciones: África, Europa, el Mediterráneo... pero con una capacidad de fundirlas a todas en un crisol. De ahí la semejanza y la aplicabilidad de las palabras de Juan Pablo II sobre la cultura como elemento constitutivo de la identidad.

¿Cuáles son las características especiales del nacionalismo cultural de Cataluña?

En primer lugar, que no es un invento reciente. El siglo de oro de Cataluña es el siglo XIII, con Jaime I de Aragón, que escribía en catalán. Jordi Pujol dijo en una ocasión que los catalanes, antes de ser catalanes, fuimos cristianos, porque hubo una cristianización desde el Imperio Romano cuando todavía no se podía hablar de catalanes.

¿Cataluña es cristiana?

Sí.

¿Católica?

Sí, pero a diferencia del nacionalcatolicismo, no pretendemos que todos los catalanes tengan que ser católicos. No significa que el que no va a misa no sea buen catalán, ni tampoco que todos los católicos tengan que ser nacionalistas. Pero lo que está claro es que el nacionalismo catalán no es un invento, como algunos pretenden, de cuando con el desastre del 98 se pierden las colonias y el mercado de la industria catalana. La nación existía antes, y el nacionalismo empezó cuando se destruyó el orden público catalán, en el 1714. Llama la atención tener la Diada, la fiesta nacional, en el día de la derrota; pero también el cristianismo tiene como emblema la derrota, la cruz. En ambos casos, es un modo de decir "esto no va a quedar así". Es decir, que no hay conformidad. Nunca ha habido conformidad con los decretos de nueva planta de Felipe V. Lo que pasa es que durante mucho tiempo no ha habido libertad para expresar estos sentimientos.

¿Ahora sí hay libertad?

Pero no plena. Tenemos libertad de expresión, de reunión, de elecciones... pero no de autogobierno.

¿Cree que falta libertad de decisión?

Sí. Reivindicamos nuestro derecho a decidir.

¿Decidir solos, aunque la decisión no sea compartida por el resto de España?

Sí.

¿Piensa que eso, al resto de España, le puede doler, como la ruptura de una familia que llevas siglos unida?

Nos contentaríamos con volver al estado de cosas de tiempos de los Reyes Católicos.

¿Aquello que decía Artur Mas de "soberanía y asociación" podría semejarse al caso de Puerto Rico, o de algún otro parangón actual?

He hecho referencia a los Reyes Católicos porque simbolizan el surgimiento de la unidad en España, pero al pobre don Fernando, cuando murió la Reina Isabel, no le admitieron ni como regente. Es decir, que no estaba muy unida la cosa. Eran dos coronas que, mientras vivieron como marido y mujer, no estaban en guerra. Y gobernaban independientemente. La economía, los impuestos, los ejércitos... La empresa de América, por ejemplo, se la reservó Castilla. La Corona de Aragón fue excluida de América.

Actual e internacionalmente, yo pongo el ejemplo de la Commonwelth. Cuando empezó el proceso de descolonización en el siglo XIX, Inglaterra fue flexible, aflojó; y mantuvo unos vínculos sentimentales y económicos que han hecho que, incluso siendo independientes sus antiguos dominios, cuando la madre patria está en guerra, luchan con ella. España no supo hacer eso con la América hispana. Canadá y Australia, por ejemplo, son plenamente independientes, pero están asociadas.
Recuerdo una entrevista de mi amigo Paul Preston, cuando empezó el euro, diciendo que nunca darían más ventajas a Europa que a la Commonwelth.

Churchill, en sus memorias de la II Guerra Mundial, cuenta que Australia y Nueva Zelanda se quejaron porque no sólo admitían y pedían que les enviaran soldados, sino que Churchill los ponía en primera línea, dejando a los ingleses más en la retaguardia. Entonces, tuvieron que cambiar un poco.

¿La independencia de Cataluña es viable fuera de Europa? ¿O piensa que, tal y como están las cosas en estos momentos, podría ser dentro de Europa?

No creo que sea imposible. Habrá que seguir unos trámites, habrá dificultades (entre ellas, la oposición del gobierno español, que hay que dar por descontado), pero yo no lo veo imposible. No creo que a Europa, ni a España, les interese hundir Cataluña. Por lo tanto, estar separado sería una situación difícil económicamente, pero hay países que tienen muy buenas relaciones con Europa sin formar parte de la Unión Europea. Suiza, por ejemplo. A parte de que, quizá no para todos los catalanes, pero para muchos la razón de que económicamente sea poco ventajoso, no es la última razón ni la que pesa más.

¿La razón que pesa más son los sentimientos?

Sí. La conciencia, la voluntad. A eso se le añaden las razones de tipo económico. Sobre todo las personas inmigradas ven más contundentemente (más que las razones históricas) que un estado catalán podría prestar servicios sociales y educativos mejores. Para mí, personalmente, pesan más las otra razones, las sentimentales e históricas, y de lo que creo que es de justicia.

¿Usted se sentiría bien si mañana, pasado o dentro de dos meses se declarase la independencia catalana?

Me sentiría bien personalmente, pero es posible que tuviera que lamentar alguna consecuencia desfavorable. Pero de ningún modo me sentiría enemigo de España. Entre otras cosas porque nací en Madrid, y me gusta dar una vuelta por la Plaza Mayor y tomarme unos calamares y una cerveza. Cada vez que vengo a Madrid paso por la iglesia de San Marcos, donde me bautizaron, para rezar un credo y que Dios me conserve la fe.

¿O sea que no se sentiría usted culpable de ningún modo?

No. La culpabilidad es lo que pretendía ponernos el Comité Ejecutivo del episcopado español, y lo rechazamos.

El pueblo ya ha hablado en las últimas elecciones, y no parece que quiera la independencia ya.

Me sorprenden las alegrías de Rajoy y de la señora Camacho a raíz de los resultados de las elecciones, como si fuera un gran triunfo. En el estado español hay dos grandes partidos de turno. El Popular gobierna en la mayoría de las autonomías, y en el gobierno central; los socialistas en otras. En las últimas elecciones catalanas han quedado en tercer y cuarto lugar. Eso es lo que a mí me parece un gran triunfo. Es cierto que ha habido un retroceso, pero Artur Mas no ha sido derrotado del todo. Convergència ha perdido fuerza, pero en conjunto hay más de dos tercios de diputados soberanistas. En este momento, un referéndum para la independencia (si es que llegara a convocarse y el gobierno central no nos lo impidiera), creo que daría una mayoría soberanista, pero no la mayoría necesaria para una independencia, que no puede ser de un 51%. Tiene que ser una mayoría mucho más contundente.

En Québec perdieron dos veces ese referéndum. ¿Les vale ese modelo?

En cuanto a procedimiento, legitimidad y hasta cordialidad, sí. Es decir, hacer una consulta y aceptar el resultado por una parte y otra. No les salió favorable en las dos ocasiones, y no fueron a más. Los partidarios de la independencia no hicieron una declaración unilateral, y la otra parte tampoco lo fusiló.

¿Ése sería el ideal? ¿Entendimientos entre ambas partes?

Sí. Plantear el derecho a decidir de modo legal y civilizado.

¿Falta cultura democrática en España?

Yo diría que falta cultura histórica. A nosotros nos acusan de haber falseado la historia de Cataluña, pero yo creo que la que se ha falseado es la de España. A los niños se les enseña un mapa de un solo color, y se sorprenden de que aquí se hable otra lengua, como si nos la hubiéramos inventado para que no nos entiendan.

Sin embargo, hay quien dice que el Estado de las Autonomías ha descentralizado ya tanto, que España es hoy más que un estado federal.

No estoy de acuerdo.

¿Piensa que Cataluña tiene menos competencias, por ejemplo, que Renania, Westfalia o Baviera?

No lo conozco con exactitud, pero la diferencia cultural de Cataluña con España es mayor que la que pueda existir entre los Länder alemanes, aunque haya ciertos matices. Ellos tienen la misma lengua y el mismo estilo. El general Mola, en sus memorias de cuando fue director general de seguridad al final de la monarquía, hasta que se proclamó la República, cuenta que los catalanes nomnbraron jefe superior de la policía de Cataluña a un señor castellano, y que al poco tiempo ya le habían cambiado la mentalidad.

Los inmigrantes del Levante, de Valencia, de Andalucía, de Extremadura, cuando van a sus pueblos se llaman a sí mismos catalanes. Aunque no hablen en catalán. El griterío que se oye en el Camp Nou es en castellano. Los insultos al árbitro, en castellano.

Como "santones" del nacionalismo, usted menciona a Torras i Bages y a Balmes.

Sí, pero otra cosa que quería destacar del nacionalismo catalán es que no es algo inventado por un político, ni por un partido determinado. Es lo que ahora llaman "transversal": de todo el pueblo. Asoma por todos lados. A lo largo de los siglos ha tenido distintas terminologías: provincialismo, regionalismo, nacionalismo, soberanismo... Balmes es un ejemplo de ignorancia histórica, porque ha sido presentado (en tiempos de Franco y antes) como uno de los santones y de los ejemplos de la ultraderecha católica integrista españolista. El movimiento de Acción Española, que se creó durante la República con la finalidad confesada de sentar las bases doctrinales y morales para una revolución, lo tenía como uno de sus grandes maestros, junto con Donoso Cortés y Menéndez de Pelayo (otro al que malinterpretaron calificando de reaccionario). Balmes tiene escritos íntimos y personales en los que muestra un sentimiento profundamente catalán y nacionalista, hasta en algún punto independentista. Pero, cuando escribe desde Madrid o para Madrid, se contenta con un provincialismo bien entendido, con realismo.

¿El pragmatismo catalán?

Sí. Lo que Pujol llamó "el pescado al cesto".

¿No se puede ser nacionalista, conservar esa cultura y ese sentimiento, sin llegar a la ruptura?

Sí, hay quien piensa así, y habrá que respetarlo. Por eso, si no es una mayoría holgada la partidaria de la independencia política, no se puede hacer una declaración de independencia, aunque el estado español lo permitiera. Eso sí que sería romper la sociedad catalana. Si se hiciera un acto unilateral, desconociendo que hay una parte importante y significativa (aunque sea minoría) que se sigue sintiendo más española que catalana, la independencia política no tendría sentido.

¿La Iglesia catalana siempre ha sido nacionalista? ¿Sigue siendo nacionalista?

Habría que distinguir. El gran libro de Torras i Bages, "La tradición catalana", resulta netamente una obra apologética. En el cambio de siglo el nacionalismo se comienza a tornar nacionalismo romántico, sentimental, y toma un rumbo anticlerical izquierdista, como el de los republicanos federalistas. Torras i Bages se horrorizó por eso, porque pensaba que Cataluña tiene que ser cristiana. Esa frase está esculpida en la fachada de Montserrat: "Cataluña será cristiana o no será". Ése era el pensamiento de Torras i Bages. Una Cataluña anticristiana para él no sería Cataluña.
Yo también deseo que Cataluña sea cristiana, pero no voy a negar la catalanidad a los que no sean como yo.

¿A los musulmanes, o a los de cualquier otra religión?

Ahí está. Lo que yo presento no es nacionalcatolicismo. Respeto al que no es de nuestra religión ni de nuestra nación.

La jerarquía eclesiástica catalana se ha declarado siempre, mayoritariamente, partidaria del nacionalismo. ¿Hoy sigue estando tan claro?

Durante la época franquista hubo obispos que, pro razones pastorales, defendían la lengua, pero en lo político, nada. En 1966 se celebró la primera reunión de la Conferencia Episcopal Española, y uno de los problemas que tuvieron que tratar fue cómo aplicar la decisión del Concilio Vaticano II de usar la lengua vulgar en la liturgia. Se daba por hecho que sería en español. Pero entonces el obispo de Castellón, que después sería arzobispo de Tarragona, dijo que en su Diócesis había dos lenguas. Entonces se sumó otro obispo, que también defendía la predicación en la lengua del pueblo, y que después sería defensor del uso pastoral y literario de la lengua catalana. Entonces se llegó a la solución salomónica (y esto es rigurosamente histórico) de que podría predicar en catalán en los pueblos a los que no llega el tren.

Montserrat ha sido en muchos sentidos el icono de Cataluña. ¿Encarna también, de alguna forma, el nacionalismo?

No tiene ideario político, cada uno piensa y vota como quiere. Ahora, hay una catalanidad. Hay monjes de Montserrat salidos de todas partes de España y de América. No hay ningún inconveniente, simplemente, que el que quiera entrar tendrá que aprender el catalán, para no ser marginado en la vida en familia. Y aprenderlo bien para poder hacer las lecturas litúrgicas y las lecturas en el refectorio. Pero hay opiniones distintas, no hay intervención.

¿O sea que dentro de la abadía hay distintos posicionamientos?

Cuando salió el catecismo de Ratzinger, el diario El País publicó un artículo sobre los "pecados nuevos" (además de los tradicionales). Hablaba de delitos económicos y político, y un monje me dijo, tras haberlo leído, que el único pecado que cometía era no ir a votar.

¿O sea que también hay monjes a los que no les interesa la política?

Sí. Una característica de Montserrat como monasterio, más allá de las necesidades individuales que afloran en los santuarios (y que también se ven en Montserrat, en el libro de visitas donde la gente pide trabajo, salud, dinero...), es también un sitio de colectividades. De grupos o asociaciones deportivas, culturales, literarias... de muchos tipos. Para reunirse, es un sitio donde todos están bien. Montserrat es una referencia para todos los catalanes, creyentes o no creyentes.
Hace unos años, cuando murió el abad, estaba allí el consejero de Medio Ambiente de la Generalitat, que estaba preocupadísimo por la sequía tremenda que hubo. Llegaron a prohibir lavar los coches y regar los jardines públicos, y estaban desesperados por ver qué había que hacer. Él era agnóstico, pero luego contó en una entrevista por la radio que, estando en Montserrat, pensó "Soy agnóstico, pero si puedes hacer algo, hazlo". Y llovió a mares.
Montserrat es el grupo de grupos.

¿Desde su atalaya de historiador, ve alguna salida cercana para la crisis?

No la veo. Yo estudié Economía Política, y después de esos cursos (en la Facultad de Derecho) estuve en el Seminario de Ciencias Económicas de la Universidad de Barcelona. Creía haber entendido algo, pero ahora tengo la impresión de que esta ley del mercado de la oferta y la demanda (que nos enseñaban que se arregla sola y que los desequilibrios son sólo por un tiempo), cada vez está peor. Yo creo que falla el sistema capitalista.
Rovirosa, fundador de la HOAC, que pasó unos años en Montserrat y nos marcó profundamente a los que le tratamos, sostenía que cobrar intereses es pecado. El Antiguo Testamento prohíbe que un judío cobre intereses a otro judío, y la Iglesia, durante los primeros mil años, asumió esta doctrina bíblica, llamando "pecado de usura" a todo uso del dinero. Después empezó el capitalismo, y la Iglesia y la moral cristiana pactaron con él, y entonces se aplicó el "pecado de usura" sólo a quien cobrar intereses "muy elevados", en condiciones leoninas.
Rovirosa decía que esto es inmoral, porque al cobrar los intereses no estás cobrando el dinero prestado (porque lo prestado se devuelve íntegro); lo que se cobra es el tiempo. y el tiempo es de Dios. Parece un chiste, pero es serio: el castigo que nos manda Dios a las sociedades capitalistas por cobrar el tiempo es que cada vez tenemos menos tiempo. Los países, los grupos y las personas más metidas en el capitalismo son las que van con la agenda apretada. Los pobres mueren de hambre, pero los ricos de infarto. De estrés.

¿No es posible refundar el capitalismo? ¿O el sistema está colapsado irremediablemente?

Después del Vaticano II, Pablo VI encomendó al secretario del Concilio la edición típica y oficial de los documentos conciliares. Él corrigió erratas de máquina, pero también introdujo algún cambio. En la última redacción de Gaudium et Spes, que fue la que se presentó y se votó, se suprimió la expresión "Doctrina Social de la Iglesia" (DSI). Probablemente los obispos no habían leído el texto entero, aunque lo tenían. Y el secretario al que le encomendaron revisarla, la reintrodujo. Uno de los teólogos responsable de la redacción de la Gaudium et Spes le acusó de edición fraudulenta.
Todos admitían que la Iglesia ha de decir algo, a la luz del Evangelio, sobre las situaciones sociales, económicas y políticas; pero la expresión DSI está ya unida a las encíclicas. Y en las encíclicas no todo viene del Evangelio, sino de una ética también del mundo. Los protestantes critican las encíclicas porque dicen que tienen más de Santo Tomás y de la escolástica que de la Biblia.
Las encíclicas condenan la miseria de los obreros, los problemas sociales... pero dicen que el socialismo, con el comunismo, es intrínsecamente perverso. En Italia no dejaban que la Democracia Cristiana pactara (ni siquiera estando en minoría) con el Socialismo Demócrata. La encíclica era clarísima en su condena a todo tipo de socialismo. En cambio, parece que el capitalismo tiene remedio, que con paños calientes se puede arreglar.
Las famosas reducciones de los jesuitas en Paraguay no tenían una economía capitalista, sino productiva. ¿Alguien ha dicho que aquello fuera herético, o "intrínsecamente perverso"? Los exterminaron, pero no por eso.

¿El futuro de la Iglesia como institución lo ve también oscuro?

No. A diferencia de Cataluña o de España.
Cuando León XIII abrió los archivos vaticanos a los investigadores, dijo que el primer deber del historiador es no mentir, y el segundo no tener miedo a decir la verdad. Entonces, Ludwig Von Pastor, erudito protestante, quiso estudiar a los papas del Renacimiento, que fueron los que dieron ocasión a la ruptura luterana. Al final encontró tanta porquería en los papas que pensaba que le darían la razón a Lutero, que se hizo católico. Porque no hay institución humana que aguante tanta miseria.

¿Usted suprimiría el Vaticano?

No, eso es una ingenuidad. Un grupo humano, a partir de un cierto volumen, encalla. Aunque sea una asociación para la pesca, o una cofradía religiosa. A partir de cierto volumen necesita unas estructuras religiosas, y hasta una burocracia.

¿Habría que reformar el Vaticano?

Sí. Ante el poder de la Curia habría que poner en práctica lo que el Vaticano II definió como la corresponsabilidad. La colegialidad. Es decir, que el episcopado participe más en el gobierno de la Iglesia.
Cuando eligieron a Juan Pablo II, hubo euforia porque se pensaba que iba a reformar la Curia. Siempre se dice eso cuando se elige nuevo Papa. Luego, algunos criticaban los viajes del Papa. Otros los defendían, porque arrastraba a las muchedumbres, entusiasmaba al pueblo... Y había otros que pensaban que el carisma del Papa era viajar, mientras el de los cardenales era gobernar la Iglesia.
Cuando, años más tarde, Juan Pablo II reformó el régimen de la Iglesia, yo estaba en Roma escuchándole en una audiencia escuchándole decir que iba a delegar algunas funciones para dedicarse más plenamente a su ministerio pastoral. Es decir, al carisma de viajar. Así estábamos.
Un ejemplo característico de esa gran reforma es el Sínodo. Cuando Pablo VI anunció la creación del Sínodo, pareció no un Concilio permanente (como algunos soñaban), pero sí una representación del episcopado mundial.

Se llegó a hablar de que podría ser deliberativo.

Ahí está. Se pensó que serviría para que se reunieran y, como el Vaticano II, dieran un vistazo al mundo y a la Iglesia, tomaran decisiones, o al menos se las propusieran al Papa. ¿Qué hicieron con esto? Darles un documentum laboris, un instrumento de trabajo, que ya les daba las respuestas medio fabricadas y (por si alguien tuviera una idea original), el documento tenía que ser presentado primero a la Curia para que diera su visto bueno. Entonces, se anuló la intención de Pablo VI. En este sentido hay mucho que hacer.
En Roma hubo una reunión de teólogos, vaticanistas etc., sobre la "sinodalidad" en la Iglesia. El estudio hizo ver que, al principio (lo que narran los Hechos de los Apóstoles) las decisiones eran tomadas por la Eklesia, con un papel especial de los apóstoles discípulos de Jesús, que tenían una autoridad especial mientras vivieron. Después de redujo, de toda la Asamblea, a los presbíteros. Después, los obispos. Al final sólo el Papa, por delegación de los otros.
Estudiando todo esto se podía aprehender un proceso inverso de evolución: del Papa a los obispos, de los obispos a los sacerdotes, de los sacerdotes a los fieles. Un paleontólogo decía "dadme un diente fósil, y reconstruiré un dinosaurio". Yo pensé que teníamos dientes fósiles de cuando había sinodalidad: uno es el Código de Derecho Canónico anterior al Concilio, que, al hablar de formas de elección del Papa, admitía la elección por aclamación. Otro fósil sería el ritual de ordenación sacerdotal (el que en 1960 me aplicaron a mí), en el que el obispo ordenante cita una frase espléndida de León XI: "Lo que a todos afecta, que sea por todos decidido".
Todo esto ya se ha suprimido. Es de cuando el pueblo tenía voz para la elección de sus pastores. Por eso el actual obispo de Lleida preguntaba en un pliego de la revista Vida Nueva al lector: "¿En el Consejo Parroquial de tu parroquia, alguna vez se ha tomado alguna decisión salida de la base?". Ya no hay sinodalidad.

Algunos titulares

EL documento de los obispos no responde a la doctrina de la Iglesia, sino a la doctrina de los que se inventaron el documento

La independencia no se puede prohibir desde un punto de vista religioso

En 1940 Himmler pasó por Montserrat buscando el Santo Grial

La cruz cristiana y la Diada catalana son dos formas de decir "esto no va a quedar así"

Nos contentaríamos con volver al estado de cosas de tiempos de los Reyes Católicos

De ningún modo me sentiría enemigo de España

A los niños se les enseña un mapa de un solo color, y se sorprenden de que aquí se hable otra lengua

Se ha falseado la historia de España

El griterío que se oye en el Camp Nou es en castellano

Si no es una mayoría holgada la partidaria de la independencia política, no se puede hacer una declaración de independencia

En la fachada de Montserrat está esculpido: "Cataluña será cristiana o no será"

Montserrat es una referencia para todos los catalanes, creyentes o no creyentes

El castigo que nos manda Dios a las sociedades capitalistas por cobrar el tiempo es que cada vez tenemos menos tiempo

La sinodalidad en la Iglesia es un fósil






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