Parroquias samaritanas

En época de crisis y de IBI hasta en la sopa, los medios de comunicación homenajean (y con toda la razón del mundo) la fantástica labor de Cáritas. Pero hay otra institución, todavía más pegada al terreno, que está sosteniendo no sólo la labor de la institución socio-caritativa de la Iglesia (Cáritas es una red de las Cáritas parroquiales), sino ejerciendo de samaritana y aportando soluciones concretas y a pié de obra. Son las parroquias españolas.

Son casi 23.000 y tapizan todo el país, hasta el último rincón del rural. Muchas parroquias ya no tienen cura propio, pero lo comparten. Y el cura (con o sin Cáritas, peo siempre con sus fieles) conoce como nadie a sus feligreses. Y éstos saben que, en última instancia, siempre pueden acudir a su párroco. ¡Cuántos gestos solidarios de tantos curas, que estiran su pobre paga de menos de mileuristas, sacan de donde no hay y reparten lo suyo con los que lo necesitan!

Y los párrocos, con fe e inteligencia, realizan casi a diario el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. Es decir, el milagro de la comunión de bienes, el milagro del compartir. Con todo tipo de iniciativas. Pero las parroquias se las apañan para que no les falte y les llegue lo esencial a los más pobres, a los que no tienen pan que llevar a la mesa de sus hijos. Buscan comida en donde sea: en los supermercados o en el Banco de alimentos, en las familias que todavía resisten porque tienen trabajo. Y la ponen a disposición de los pobres, a los que conocen por sus nombres y apellidos. Porque, si alguien conoce a sus ovejas, ése es su pastor.

Se está tejiendo en las parroquias españoles una enorme red de solidaridad, que nunca sale en los papeles, porque lo bueno no es noticia.

Cuidemos a nuestras parroquias, que son claves en la evangelización y en la caridad. Cáritas depende en más de un 60% del dinero de las subvenciones públicas. Y, en cualquier momento, puede dejar de recibir esas ayudas o que se vean drásticamente mermadas. Y no podrá seguir ejerciendo su labor social y caritativa.

Las parroquias sólo dependen de sus fieles y de su capacidad de reconocer en el otro al hermano y, como tal, acudir en su ayuda. "Tuve hambre y me dísteis de comer..."

¡Benditas parroquias nuestras! ¡Bénditos párrocos samaritanos!

José Manuel Vidal
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