"Ha quedado usted desacreditado ante el santo pueblo de Dios y ante la sociedad" ¡Váyase, monseñor Catalá!

Monseñor Catalá
Monseñor Catalá

"Váyase, porque sigue anclado en el viejo sistema del encubrimiento y del ocultamiento, que, en el pontificado de Francisco, ya no es de recibo. Y, además, está penalizado"

"Váyase, porque se nota que no le importan en absoluto las víctimas y ése es su mayor error, su gran pecado de pastor sin entrañas de misericordia ni de empatía"

"No obligue al Papa a pedirle la renuncia. Preséntesela usted. Hágale ese último favor a la Iglesia, a su diócesis, al pueblo santo de Dios, a sus colegas obispos y a usted mismo"

"Es evidente que, con su negligencia, compromete a la cúpula episcopal entera. Váyase, para que deje de malgobernar una diócesis tan importante como la de Málaga"

¡Váyase, monseñor Catalá!

 Por vergüenza torera, si es que alguna vez la tuvo; si es que algo de ella le queda.

Váyase por pudor.

Váyase por negligencia in eligendo y en vigilando. No se puede ser más negligente que lo que ha sido usted. Tan negligente, que el cura depredador comenzó a hacer de las suyas el mismo año en que usted le ordenó sacerdote. 

Váyase, porque sigue anclado en el viejo sistema del encubrimiento y del ocultamiento, que, en el pontificado de Francisco, ya no es de recibo. Y, además, está penalizado.

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El cura, con algunas amigas, en una foto publicada en sus redes sociales
El cura, con algunas amigas, en una foto publicada en sus redes sociales captrua de pantalla/Diario Sur

Váyase, porque se nota que no le importan en absoluto las víctimas y ése es su mayor error, su gran pecado de pastor sin entrañas de misericordia ni de empatía.

Váyase, porque ha guardado silencio durante días y, ahora, presionado por los medios, musita palabras huecas y vacías, pero sin alma.

Y, encima, sólo se le ocurre ‘matar al mensajero’ y poner a caldo a los medios de comunicación: lo fácil, lo habitual.

No obligue al Papa a pedirle la renuncia. Preséntesela usted. Facilítele la labor. Hágale ese último favor a la Iglesia, a su diócesis, al pueblo santo de Dios, a sus colegas obispos y a usted mismo.

Aunque me temo que eso es algo que no entra en las previsiones ni en la mentalidad de los funcionarios de lo sagrado, a los que usted representa en grado máximo.

Tendría que irse, monseñor, porque estamos en otra Iglesia, con la que usted no comulga (ni en el fondo ni en la forma) y a la que no quiere con sus hechos (que son los que valen), aunque con palabrería hueca lo repita una y otra vez.

Catalá

Porque es usted un escándalo para los pequeños. La gente puede entender el pecado y hasta el delito del cura. Lo que no entiende es que usted haya intentado taparlo.

Porque ha quedado usted desacreditado ante el santo pueblo de Dios y, por supuesto, ante sus diocesanos.

Porque sale a la palestra tarde y mal. Y no es capaz de asumir su responsabilidad en los hechos.

Porque, si realmente le doliesen las víctimas del caso, les pediría humildemente perdón y, a renglón seguido, presentaría su renuncia al Papa. Pague su negligencia con su renuncia. Es lo mínimo que puede hacer.

¿No dice que quiere tanto a la Iglesia? Pues deje de hacerle daño y váyase, monseñor Catalá. Hoy, mejor que mañana. No desacredite más a la jerarquía y a la institución, ya tan baqueteada e incapaz de levantar cabeza en cuanto a credibilidad y a confianza social.

Catalá, Demetrio y Zornoza

Váyase, porque desprestigia al colectivo episcopal, ya muy ‘tocado’ por sus colegas de ‘escudería’ rigorista: Demetrio, Munilla, Zornoza, Sanz, Argüello…

Váyase, porque ocupa usted un algo cargo en el Comité Ejecutivo de la CEE. Está usted entre los 10 prelados que rigen los destinos de la Iglesia española. Un puesto al que nunca debió llegar.  Es evidente que, con su negligencia, compromete a la cúpula episcopal entera.

Váyase, para que deje de malgobernar una diócesis tan importante como la de Málaga.

Váyase, porque su actitud es la contrario de la de un pecador arrepentido. Y más parece propia de un carrerista, que busca, ante todo y sobre todo, mantenerse en su cargo episcopal a toda costa. La máxima expresión del clerical-carrerismo.

Catalá

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