Otro viaje "difícil" que será un éxito papal

El viernes comienza la visita de Benedicto XVI a México y a Cuba. Antes de cada viaje pontificio suele decirse que el Papa se enfrenta a uno de sus viajes más difíciles y complicados. Se dijo del de Inglaterra, del de Francia, del de España o del de Alemania. Y, al final, todos terminan en grandes éxitos. La sotana blanca todavía está revestida de un enorme halo de autoridad moral. Lo demás lo consigue Ratzinger con su sabia humildad.

Las dificultades de este viaje a Latinoamérica proceden de dentro y de fuera. De dentro, porque el Papa visita el continente de la esperanza, dejando a sus espaldas una Curia romana convertida en un patio de monipodio.

Y, sobre todo, porque el Papa es un anciano, que tendrá que someter su desgastado y frágil organismo a un "tute" considerable de actos, encuentros, discursos...

Dicen que el Papa ya no está para esos trotes. Pero, si sale mínimamente airoso del envite, podrá acallar con hechos las voces, cada vez más numerosas, que comienzan a hablar de enfermedades, debilidades y eventuales renuncias.

En Guanajuato, se encoentrara con el México siempre fiel. Pero también tendrá que decir una palabra sobre el narcotráfico o la situación de los inmigrantes que cruzan el país.

En México se topará sobre todo con la sombra alargada y maloliente de Marcial Maciel. Allí estarán también las víctimas del fundador de los Legionarios de cristo. Esas víctimas, a las que, al parecer, no tiene previsto recibir, en contra de lo que hizo en todos sus anteriores viajes. Hasta en Malta.

Me cuesta creer que el Papa-barrendero de Dios no tenga, esta vez, un gesto con las víctimas del máximo icono del clero abusador, de la gran manzana podrida del sacerdocio mundial.

Por lo demás, la gente le vitoreará y lo aclamará como el Vicario de Cristo, esperando de él palabras de aliento y de esperanza, de anuncio y de denuncia. Sólo él le puede cantar las cuarenta a los poderosos de este mundo. Incluidos, los mercados financieros que están ahogando a los más pobres, cuyo clamor llega a los oídos de Dios.

Y lo mismo harán los cubanos. Y también allí el Papa tendrá que hilar fino, para denunciar la falta de libertad en la isla y, al mismo tiempo, el indigno embargo económico al que está sometida desde hace tanto tiempo.

Y tendrá que animar a los disidentes y a las damas blancas, para que vean salida a su lucha y Cuba pueda ser libre, sin perder su identidad. Y posiblemente pueda "bendecir" al icono de la revolución, al comandante Fidel...que quizás le dé alguna sorpresa.

¡Suerte, Santidad! ¡Que Dios lo acompañe y guie sus pasos, sus gestos y sus palabras!

José Manuel Vidal
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