Enfermo, para avanzar en los caminos del espíritu

Enfermos y debilidad

Para avanzar en los caminos del espíritu

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Los caminos de Dios

 Amigo, tal vez te haya pasado como a mí. Un día le dijiste al Señor que deseabas seguirle, que tu gran anhelo era ser como los santos, que dispusiera de ti según su voluntad. Pero el tiempo – lo mismo a ti que a mí – nos va poniendo miles de trabas. ¡Qué difícil! Mas no vamos a tirar la toalla. La impotencia para avanzar en los caminos de la perfección es enorme en nosotros. Por algo nos dice la Teología que sin la gracia de Dios no podemos comenzar, ni continuar, ni concluir cosa conducente para la vida eterna. ¡Nada de nada!

 El Señor quiere que sigamos adelante; y nos ha de dar los medios para caminar a grandes pasos por las sendas de su amor; nuestro problema está en saber aceptarlos, seguir por donde Él nos encamina. Por más que nos ejercitemos en reducir nuestras malas inclinaciones, nunca lo conseguimos del todo hasta que Dios lo hace por medio de las llamadas Noches Oscuras. Son pruebas que Él las permite. Nos dicen que son pocos los que las superan. Y… hay que perseverar.

            A las almas que se han entregado a Dios, a las almas que se dirigen hacia la santidad, Dios las purifica mediante el dolor. En esta vida llegan a pasar un verdadero purgatorio, y salen de él completamente deificadas. Voy a citar a una santa muy mística, Gema Galgani; escribe algo de lo que Jesús le decía. Ya sé que no es dogma de fe una revelación particular, pero ¡por ahí van los tiros en cuestión de la vida de entrega al Señor!:

 “Me dice muchas veces el Ángel que por medio de los padecimientos puedo hacerme semejante a Jesús, demostrarle mi amor, y asegurarme el suyo. Me ha dicho Jesús: “En qué manera me divierto en mandar cruces a mis amigos… Deseo poseer su alma, pero entera. Para ello la rodeo de cruces y la enclavo en las tribulaciones para que no se me escape de la mano. Y por esto esparzo en sus cosas espinas, para que a nada se aficione, sino en mí solo tenga su consuelo. Estate segura de que bajo la cruz no te perderás. El demonio no tiene fuerza contra las almas que por mi amor gimen bajo la cruz. ¡Oh hija mía cuántas me habrían abandonado, si no las hubiese crucificado! La cruz es un don muy precioso, y en ella se aprenden muchas virtudes”.

 Estas dolorosas y terribles pruebas se abrevian, facilitan y completan con los suaves consuelos emanados de los sacramentos de la confesión y comunión. No son todo cruces. Pero la dificultad es grande. Que el Señor nos dé fuerza para ser santos de verdad, que son necesarios en su Reino. Que nos ayude a superara las pruebas.

José María Lorenzo Amelibia  

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