SEÑOR OBISPO, LLORE ANTE EL SAGRARIO

  Para los obispos

SEÑOR OBISPO, LLORE ANTE EL SAGRARIO

ob

Llore ante el Sagrario

Querido señor obispo de habla hispana: Vemos en los sacerdotes cada vez menos afición por la oración personal; por la meditación que tantos años habíamos practicado en el seminario. Resulta a muchos aburrida. Nos parece que hacemos bastante algunos sacerdotes y obispos si rezamos juntos laudes o vísperas y celebramos la Eucaristía con dignidad. Y éste es el gran mal de nuestro tiempo: que la gran mayoría de los hombres no ama a Dios y aun el sacerdote, religioso u obispo le amamos muy poquito. El trabajo apostólico rinde poco por falta de este amor. (P. Nieto)

Vemos, eso sí, gran dignidad profesional, pero eso nos parece "profesional"; y debiera ser celo apostólico, caridad evangélica, donde ha de primar ante todo la gloria de Dios, el Reino de Dios.

Lo cierto es que si los apóstoles y los primeros cristianos hubieran sido igual a nosotros, con la mentalidad de gran parte de nosotros (obispos o sacerdotes), hoy no seríamos cristianos.

Llore el obispo con piedad delante del sagrario de su casa, llore por los pecados del mundo, de su diócesis. Sé que es mayor mérito el hacer algo positivo que el llorar. Pero siempre será verdad aquello del profeta: "Entre el vestíbulo y el altar, llorarán los sacerdotes del Señor y dirán perdona a tu pueblo..." Y lo cierto es que de este llanto interno salen muchas ganas de ir por todo el mundo lanzando gritos como san Francisco de Asís: "¡No es amado el amor, no es amado el amor!" Y mirando al propio pueblo o la diócesis, con tanto pecado e indiferencia, hemos de llorar y pedir al Señor con profundo sentimiento de "siervo inútil". Sacar fuerza de esa oración humilde para "deshacerse" como San Pablo, por las almas. ¡Dadnos, Señor, fervor constante en nuestra misión apostólica! Fervor muy superior al de aquellos primeros días después de nuestra ordenación sacerdotal o episcopal o de nuestra primera conversión.

A veces nos contentamos los sacerdotes con unas pocas oraciones comunitarias. Luego, eso sí, intentamos vivir durante el día muy unidos a Dios. Y eso es vivir de las rentas de nuestros mejores años espirituales. Luego, poco a poco, entran en nuestra vida las miras humanas. Es normal. Y son pocos los frutos de redención. "¿Dónde están las obras que demuestran vuestra fe y que pueden hacerla respetar y amar?", decía Ozanam.

Le invito, señor obispo, ahora, delante del sagrario, a que haga con todo el fervor del corazón un rato de oración inspirada en el cura de Ars y en el Padre Nieto o en aquellos obispos enamorados de la Eucaristía. Mire que hoy nos sobran hombres ilustres en el saber, teólogos enfrascados en las ciencias de Dios, pero nos faltan apóstoles contemplativos, obispos del estilo de D. Manuel González. Que en un ambiente de recogimiento, mortificación voluntaria y humildad nos dé el Señor su gracia.

Se lo desea el más indigno de los sacerdotes; por eso merece la pena considerarlo.

José María Lorenzo Amelibia

Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com

             Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

Volver arriba