Para obispos y todos los demás XXXIV MARTIRIO DEL CORAZÓN

 Testimonio humano - espiritual de un sacerdote casado.

Autobiografía.

XXX IV MARTIRIO DEL CORAZÓN

CUANDO RECUERDO a aquella joven que durante meses sorbió mi seso, y fue ocasión de mi lucha interior, sin ella enterarse de nada, pienso con filosofía: qué frágil es la vida humana, qué breve, cómo a los pocos años se desvanecen las ilusiones , como espuma formada por ola del mar. Y recuerdo aquellos versos: "Las ilusiones, niña que el amor fragua, soy ¡ay! como la espuma que forma el agua: nacen y crecen, y como espuma vana desaparecen."

Los fuegos del amor lucieron melancólicos en la navidad 53-54. Cantábamos aquellos días en la parroquia de San Miguel la misa pastorela, que posee un sabor dulce, romántico, y a la vez lleno de la lozanía de los pastores jóvenes. "No había visto a Esperanza desde el verano. Cortos segundos, porque he sido lacónico; enseguida me he marchado. Me cautiva su hermosura. Después he estado una hora en el Sagrario. Hay que alcanzar el amor y tengo que amar a Dios con todas mis fuerzas. Al contrario que otras veces he estado tranquilo una vez que ha pasado la primera impresión- Soy muy apasionado. Pero he visto claro el camino de la generosidad. Paz en la tierra a los hombres.

(Nota: Esperanza Besaran nunca supo de mi "amor" hacia ella. Contrajo matrimonio aproximadamente un año después de mi primera misa con antiguo seminarista, un curso superior a mí, que se apellida Lamas. Murió Esperanza a sus veintiocho años con tumor cerebral. Dejó un hijo.)

Al día siguiente me expresaba de esta forma: La he visto. Me he quedado mirándola; pero no le he hablado. ¿No será esto coger las migajas y dejar el pan? Es guapa y piadosa; estoy romántico. Me entran ganas de llorar. Providencialmente sale del confesonario Don José María Conget. Me pregunta a ver si voy a confesarme. Le digo todo, que me siento enamorado. Me dice que el sacerdote es hombre como los demás. Me decía muchas cosas: ¿A que no es ligera? ¿A que es piadosa? Exacto. Todo lo que me ha dicho, me lo sabía, pero me quedo ancho." Luego, en la visita, me ensimismaba en en el Dulce Huésped del alma.En los días siguientes, seguía viéndola, pero nunca di un paso para ella. Luego me reprendía a mí mismo por no haber hecho lo contrario: dar pasos para no coincidir. Ni blanco, ni negro. Don José María Conget me aconsejaba que cortara por lo sano; y distraerme con aficiones, con otras cosas. Fue buena mi reacción. Pero ella un día me habló. Yo respondía con monosílabos. ¡Dios mío, qué esfuerzo tuve que hacer!

Tenía pensado dedicar a la oración tres o cuatro horas diarias, a ver si de una vez me enamoraba más de Dios. Pero tal vez pensé cuerdamente al darme cuenta de que esto me iba obsesionar más pues me iba a reconcentrar en el problema. Lo mejor, seguir con mi hora habitual, distraerme, como me decía Conget. Y después de que pase esta ráfaga, entonces sí, a fondo en la oración mental.

Una nevada providencial me ayudó en el problema. Andar en trineo era una novedad muy divertida. Por las laderas de la colina próxima al Santo Sepulcro, patinaba con otros amigos en este aparato, y me imaginaba misionero entre los esquimales. Terminan los días de descanso. La vida espiritual me fue muy bien. Y regresé al Seminario con hambre de estar más con Dios. El me santificará; me formará apóstol ferviente. Con mis fuerzas solas no hubiese conseguido nada. Aún duraba en mí la suave obsesión de la chica. Cuesta la ofrenda del corazón, pero merece la pena. Me acuesto con relativa paz, y duermo rumiando aquella frase del Evangelio: "El que deje al padre o a la madre por mí..." La alegría del cielo; seguir a Cristo y morir por el ideal.

Una vez en el Seminario intensifiqué mi vida interior. "Recogimiento. En esto voy avanzando bastante. Paso el día como envuelto en Dios, con el pensamiento en él. Mi hambre solamente se saciará con El. Enfocar mi total afectividad hacia Cristo. Así seré más feliz."

"Peregrino de amor" se titulaba aquel auto sacramental bellísimo. Ahora entendía bien el significado del teatro alegórico. Tengo que esforzarme pro conseguir sublimar mi espíritu de amor hasta las cumbres mismas del Creador de todo bien. No sanaba, en cambio, a amor y poesía el nuevo reglamento: Detalles minuciosos; toda la vida encorsetada como en estrecha horma. Más vale que no tengo vocación de fraile, porque esto es insoportable. Pero he de reaccionar y saber amoldarme a todo. Lo que se impone uno a sí mismo no cuesta tanto como lo que te ordenan otros. Me gusta la libertad y las normas generales; sin descender a detalles.

Profundidad espiritual, sí, en la "Vida Interior" de Tissot. Ahí encontró su venero Carmelo Velasco. Le encajaba el tema como anillo al dedo. Todavía desnudaba más de sentimiento al famoso libro. Parecía ya no armazón, sino un auténtico esqueleto. Había leído yo varias veces esta obra fundamental. Desde entonces comencé a meditarla. Para dar un poco más jugo a mi vida espiritual, me acompañé también en la oración de "Historia de un alma", de santa Teresa del Niño Jesús. ¡Flores! Ofrecer flores como ella. Cariños al Amor de los amores. No buscar a la criatura, sino a Dios. Quiero ser una flor del jardín de Dios; estar oculto, como la flor silvestre. Fuera el propio lucimiento. Así eran mis deseos espirituales de aquellos días.

Afortunadamente me concedieron en la Semana Santa unos días de vacación en Estella. Disfruté de lo lindo ya que compramos una bicicleta. ¡Cuánto la había de utilizar en los veranos sucesivos! Con respecto al problema afectivo anotaba en mi diario: "Es grande el sacrificio del corazón. Estoy contento de lo que se refiere a aquella muchacha que tanto me gusta. Siempre me he hecho el despistado al pasar junto a ella, para no pararme a hablar, ni siquiera mirarla. ¡Señor, tengo el

¿Cómo se puede entender que después de confirmar Velasco mi vocación al sacerdocio, ahora me diga que lo piense bien? "Me ha sugerido la posibilidad de que un cambio de vida podría venirme bien; se refiere a la cosa nerviosa; eso es todo. Desde niño había soñado en el sacerdocio: cuando sacaba el cirial, y jugaba a decir misas con la capucha roja; cuando construía monumentos de Jueves Santo y metía un platillo de gaseosa en el estuche, situado en la parte superior, como si fuera una Hostia santa... Mi padre que me decía que sería capaz de pedir limosna antes de que yo tuviera que abandonar mis estudios... Las crisis de séptimo superadas; el amor a las chicas del todo controlado... y ahora me viene así, de sopetón, este bendito Velasco a decirme de posibles cambios... ¿Y la almas? Aquellas almas en las que soñaba y en las que sueño. Estoy con Don José María Pérez. Me ha dado ánimos. Que me ponga en las manos de Dios. Que confíe en su Providencia. No puedo ni imaginarme en el mundo. Vida más libre; más como se quiera; pero mi ilusión, mi sueño dorado, siempre es el sacerdocio. Recuerdo ahora el verano de mi conversión en la iglesia de Laguardia. "Quiero hacer de ti algo grande", me decía Jesús en lo íntimo del corazón. Ascensión del Señor. Todo es esperanza en este día. Tan sólo nos separa de él un corto trecho. Jesús no está lejos de los que ahora sufren. Presiento que falta poco para que acaben todas las tormentas de mi alma. El sol va a asomar. Confío en la venida del Espíritu Santo.

Y sigo luchando; profundizo en la humildad. Me esfuerzo por conseguir la paz interior. - PENTECOSTÉS. Ha amanecido el día soleado; un don sabroso del Espíritu Santo. El final de las tormentas. Una paz inalterable, un gozo inenarrable como los rayos luminosos de este sol de primavera. Me pongo en manos de Dios. Me queda, eso sí, sentir mi propia nada; mi humildad. Y me confirma D. José María Pérez que las crisis ya han pasado. Días de lucha, y días de victoria. Finalizó el curso de tanto trabajo interior. A la perfección preparé los exámenes. El verano se ofrece de descanso y de tomar fuerzas. Ni el coche de ahora me ha producido el efecto y placer de aquel aparato de dos ruedas. Me desplazaba a Laguardia, a Tafalla, a Contrasta, a cualquier lugar.

A consecuencia de la excursión que hice con Larrauri, Conget y Osés al pantano de Alloz, me enfrié con comienzo de pulmonía, y hube de guardar cama durante una semana. Con unas ventosas me curó el médico Blasco. Y pocos días después, empecé a dar clases a soldados analfabetos. ¡Cómo lo agradecían! En los comienzos hasta hube de escribir cartas a sus novias.

El corazón se iba superando de su deseo de amor. Y decía yo: - El mundo no me tienta; me marcharía de las fiestas de Estella. No hacían más que cantar aquel año: "A lo loco, a lo loco, a lo loco, a lo loco se vive mejor." Estoy vacío, pero me encuentro lleno porque Dios es mi única ilusión. ¡Sólo Dios! Qué importa que me gusten las La vida de un cristiano, sacerdote, padre y abuelo

Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3 Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

Volver arriba