Y los antiguos moralistas y canonistas...

Crítica Constructiva

Y los antiguos moralistas y canonistas...

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Canonistas y moralistas

Yo siempre creo y sostengo lo que nuestra Iglesia, de la que formo parte, cree y sostiene. Pero nada quita que, junto a ello, ofrezca mis sugerencias, mis extrañezas, mis peticiones para que, quienes tienen la misión de dirigirnos, lo tengan en consideración.

 Durante los años 56 – 58, estudié Moral y Cánones; todo en latín y no me costaba gran dificultad asimilarlo en aquel bellísimo idioma. Más extrañeza me producían algunas de las cuestiones estudiadas. Por ejemplo: el rezo del breviario era obligatorio, bajo pecado mortal, desde que te ordenabas de subdiácono. Por consiguiente, había que poner todo empeño para rezarlo íntegro. ¡Y el mayor absurdo hubiera sido dejar el rezo por partes! Eran ocho las “horas” (partes del rezo diario) del Breviario: maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas. Y cada una de las horas había que recitarla bajo pecado mortal. Por consiguiente, si un desgraciado se decía: “No quiero rezar maitines”, un pecado mortal. Dos horas más tarde si proponía: “tampoco he rezar laudes”, otro pecado mortal. Así podía cometer nada menos que ocho pecados mortales en una jornada por lo que correspondía al Breviario.

 Así lo decían los moralistas – canonistas. A mí me impresionaba. Jamás, por nada hubiera omitido una hora menor, por ejemplo, tercia, cuyo recitado costaba entre tres y seis minutos, según los días. Pero he aquí que, estando ya secularizado y dispensado de estos rezos, veía a antiguos compañeros míos que omitían el rezo de las horas canónicas durante días seguidos, semanas y años… A lo sumo rezaban laudes y vísperas. Lo demás, a la porra. Ya nadie se creía aquello que nos enseñaron los moralistas.

  Hoy veo a los sacerdotes que rezan el Breviario más tranquilos, con la conciencia llena de paz, si se les pasa una hora canónica sin rezar, saltan a la siguiente tan tranquilos. Y me parece normal. Pero si yo estuviera en su pellejo, difícilmente me lo permitiría: ¡se me grabaron de tal modo las enseñanzas de aquellos canonistas leguleyos!

 Y ahora pienso en voz alta para nuestros dirigentes: ¿Y los pecados mortales de nuestra época? ¿Y si alguno murió sin tiempo de arrepentirse de no haber rezado un día? ¿Cómo podían aquellos señores, si sabían que la Iglesia es Madre de salvación, mandar al infierno a algunos por haber omitido algunas horas canónicas? ¿Cómo la jerarquía no intervino a tiempo y prohibió aquel tipo de enseñanza? ¿Cómo todavía obligan a cumplir bajo pecado mortal algo que no está directamente en los mandamientos de la Ley de Dios o en la ley natural? ¿Cómo, si es que siguen mandándolo, pueden conjugar estos mandatos con el deseo de Jesús de que todos se salven? ¿Por qué le ponen más difícil a Jesucristo la salvación de los cristianos?

 Decíamos antiguamente con el catecismo: “Doctores tiene la Santa Iglesia que le sabrán responder”.  Pero la solución está en hacer más sencillo el Derecho Canónico, darlo como norma, pero no bajo tanto pecado mortal. Que Dios es Padre y no quiere que recibamos cargas por encima de nuestras fuerzas.  ¡A revisar, Padres de la Iglesia!, ¡que urge!

Con amor y con dolor, con mucha fe y esperanza.

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

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