“Por mucho tiempo nos hemos olvidado... de andar por la vía de la misericordia”

Secularizados

 

 En cuanto al celibato, el tiempo ha sido excesivo. Siglos imponiendo. A pesar de la práctica secular de la Iglesia Oriental que conservó en parte la libertad evangélica. En Occidente causa sonrojo leer la historia que no se ha podido ocultar. La ley, que vincula celibato y sacerdocio, no existió en el primer milenio. En el siglo IV surgió la ley de “continencia”, promulgada por el Papa Siricio (384-399). Prohíbe a los clérigos el uso sexual del matrimonio, y les “cierra todo camino de indulgencia”. Conviene reparar en la razón de la ley: “los que están en la carne, no pueden agradar a Dios (Rm. 8, 8). Confundiendo “carne” con “sexo”, el uso del matrimonio “no puede agradar a Dios”. Esta aberrante teología de la sexualidad y la no menos aberrante interpretación del texto de Pablo (Rm 8, 8) son la base originaria de la ley del celibato ministerial:

La misericordia

“Todos los levitas y sacerdotes estamos obligados por la indisoluble ley de estas sanciones, es decir que desde el día de nuestra ordenación, consagramos nuestros corazones y cuerpos a la sobriedad y castidad, para agradar en todo a nuestro Dios en los sacrificios que diariamente le ofrecemos. Mas los que están en la carne, dice el vaso de elección, no pueden agradar a Dios [Rom. 8, 8].

... En cuanto aquellos que se apoyan en la excusa de un ilícito privilegio, para afirmar que esto les está concedido por la ley antigua, sepan que por autoridad de la Sede Apostólica están depuestos de todo honor eclesiástico, del que han usado indignamente, y que nunca podrán tocar los venerandos misterios, de los que a sí mismos se privaron al anhelar obscenos placeres; y puesto que los ejemplos presentes nos enseñan a precavernos para lo futuro, en adelante, cualquier obispo, presbítero o diácono que —cosa que no deseamos— fuere hallado tal, sepa que ya desde ahora le queda por Nos cerrado todo camino de indulgencia; porque hay que cortar a hierro las heridas que no sienten la medicina de los fomentos” (H. Denzinger 185:Sobre el celibato de los clérigos).

Sigue la queja: “¿Acaso el Papa no conoce la palabra de Dios?”

En el siglo XI, por influjo de monjes (celibato opcional), Gregorio VII (1073-1085) impuso la ley del celibato actual. El decreto dice que el que desea ser ordenado debe hacer antes voto de celibato: “los sacerdotes [deben] primero escapar de las garras de sus esposas”. Para cumplir la ley, Urbano II (1088-1099) en 1095 propone vender a las esposas de los sacerdotes como esclavas y abandonar a los hijos. La oposición del clero en Italia, Francia y Alemania, fue casi unánime. Sólo tres obispos alemanes promulgaron el decreto papal. En ambientes eclesiásticos se oía la misma queja: “¿Acaso el Papa no conoce la palabra de Dios: ‘El que pueda con esto, que lo haga’ (Mt 19, 12)?”.  A lo que se podría añadir, como me recuerda un comentarista: ¿Acaso el Papa no conoce la práctica de Jesús, “el pequeño relato evangélico de la curación de la suegra de Pedro (Mc.1,29-31 y paral. Mt. y Lc.)? ¡Qué fallo del evangelista! Con lo fácil que hubiera sido no recoger esta humilde historia que nos recuerda que el mismo Simón Pedro, el elegido por Jesús con el “Tu es Petrus”, era nada menos que un pescador casado. La elección de Jesús echa por tierra siglos de celibato obligatorio”.

De Rufo González

José María Lorenzo Amelibia Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

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