"Llevamos dos meses comiendo de la Plataforma de alimentos, y sólo lo sabemos mi marido y yo" 'Cartas desde el abismo': Carme y su lucha con y contra el coronavirus

'Cartas desde el abismo': Carme y su lucha con y contra el coronavirus
'Cartas desde el abismo': Carme y su lucha con y contra el coronavirus

"Los ahorros se pulieron en dos meses, vendimos los dos coches, no podemos seguir pagando la hipoteca de nuestra casa, la segunda residencia fue okupada y estamos en litigio. La tormenta de ayer quemó el PC de mi marido, y en estos meses, después de no poder visitar a mis padres ni a mi suegra, sufrimos el drama de no poder despedir a mis padres"

"Cómo me gustaría que muchos imbéciles que se empeñan en “negar la virulencia del virus y van de `negacionistas´-menuda gilipollez, como si eso les hiciera progres- conocieran lo que este virus ha destruido: Vidas, afectos, trabajos, estabilidad, sueños, oportunidades"

"Supongo que estaréis cansados, y tenéis todo el derecho del mundo de estarlo: pero por favor, Sor lucía, no pares. A ti te escucharan, a nosotros no. Hace tiempo que el Govern y el Gobierno ignoran a los ciudadanos, ya vendrán a pedirnos su voto, pero créame: ahora, ya no les creemos"

Quiero compartir con los lectores de  “Sintonía cordial” esta carta escrita desde el abismo, por una mujer que lucha a muerte por la vida y a la que la Covid la ha puesto contra las cuerdas.

Mis palabras sobran.

Ella habla alto y claro. Gracias

Querida Sor Lucía:

He decidido escribir esta carta después de seguir, desde el inicio de la Pandemia y Estado de alarma, sin daros tregua, hasta el día de hoy, la frenética actividad que lleváis adelante para hacer que el dolor inmenso que sufrimos tantos padres y madres, por no poder dar a nuestros hijos, no caprichos, sino el alimento de cada día, sea menos doloroso y traumático.

Nunca fui a Servicios Sociales y nunca necesitamos acudir a una trabajadora Social para buscar ayudas. Mi marido y yo siempre hemos trabajado, y nuestro nivel de vida ha sido, hasta hace unos meses, el que lleva una familia de clase media, sin lujos, pero con muchas comodidades y por qué no decirlo, con muchos gustos no esenciales satisfechos.

Un piso y una segunda residencia, dos coches, tres hijos, dos universitarios y una adolescente. No teníamos para tirar manteca al techo, pero, con no pocos esfuerzos podíamos garantizar los estudios de nuestros hijos, las vacaciones y también sus deportes y tiempo de ocio.

Un piso y una segunda residencia, dos coches, tres hijos, dos universitarios y una adolescente. No teníamos para tirar manteca al techo, pero, con no pocos esfuerzos podíamos garantizar los estudios de nuestros hijos, las vacaciones y también sus deportes y tiempo de ocio.

Tuvimos noticias de la Covid y de un virus que nos llevó  en poco tiempo a hablar de “pandemia”. Y de repente se decretó un estado de alarma, nos confinaron, entramos, mi marido y yo en un ERTE –que aún no hemos cobrado- y comenzó un infierno y una espiral de la que no podemos salir y que nos tiene atrapados.

Los ahorros se pulieron en dos meses, vendimos los dos coches, no podemos seguir pagando la hipoteca de nuestra casa, la segunda residencia fue okupada y estamos en litigio. La tormenta de ayer quemó el PC de mi marido, y en estos meses, después de no poder visitar a mis padres ni a mi suegra, sufrimos el drama de no poder despedir a mis padres, a los que dejé en las puertas de urgencia del Hospital el 5 de abril, y del 18 mismo mes y el 7 de mayo tuve que despedirlos nuevamente, sin haberles podido dar un beso de despedida ni consolarlos en su soledad de una UCI en la que hicieron de todo para salvarles, pero no lo consiguieron. No pudimos tener una ceremonia, porque la Covid, este puto virus se los llevó y se llevó a tanta gente que las funerarias no podían ofrecer casi nada. Además del miedo a los contagios

Parece que los astros, la mala suerte o el Dios en el que creía,  se alinearon para destrozar nuestras vidas y para ponernos al borde del abismo.

Al principio me daba vergüenza llamar a la puerta del Convento o de la Fundación para pedir algo para comer, pero la vergüenza se convierte en un drama cuando piensas que a lo mejor pides pan y te dicen que no te corresponde porque tienes una casa, porque….. No pasó nada de eso, aunque aún esperamos la llamada de Servicios Sociales. Llevamos dos meses comiendo de la Plataforma de alimentos, y sólo lo sabemos mi marido y yo. Aun nuestros hijos no son conscientes de lo endeudado que estamos, y menos que seguramente en septiembre ninguno de los dos podrá seguir trabajando – ni ellos estudiando- porque ambas empresas que nos contrataban están muy mal, la mía cerrará y la de mi marido está en reducción de plantilla.

Pareciera que el cielo se ha cerrado. Pero cuando veo a tantos voluntarios que no paran de hacer lotes, de repartir alimentos, de ir arriba y abajo, y cuando la veo a Vd. pedir y pedir y tocar todas las puertas del mundo “para darnos de comer”, recupero un poca la esperanza en la humanidad. No todo está perdido. ¡Qué juventud más comprometida la acompaña! Cómo me gustaría que muchos imbéciles que se empeñan en “negar la virulencia del virus y van de `negacionistas´-menuda gilipollez, como si eso les hiciera progres- conocieran lo que este virus ha destruido: Vidas, afectos, trabajos, estabilidad, sueños, oportunidades.

No es justo. Quisiera gritar, y veo que los políticos van a su bola y que no tiene sentido.

Quisiera tocar los corazones, salir por las calles y pedir distancia, respeto, que nos cuidemos, que frenemos esta locura, pero ya no tengo fuerzas de tanto luchar ni lágrimas de tanto llorar y llorar.

Yo no sé lo que es una guerra. Creo que esto se le parece. Es verdad que no vemos odio, pero vemos indiferencia. Es verdad que no se oyen bombas, pero vemos mediocres que se parapetan en el poder y que solo velan por sus intereses.

Me niego a desesperarme. No soportaría tirar la toalla. Necesito que la gente os escuche a los que estáis desde el inicio en la trinchera. Que la gente escuche vuestras voces, porque viendo vuestras acciones entenderán y escucharan a los que hoy somos invisibles porque nos hemos descubierto en la miseria, sin esperarlo ni presentir que ese drama podría visitarnos y destrozarnos la vida.

Supongo que estaréis cansados, y tenéis todo el derecho del mundo de estarlo: pero por favor, Sor lucía, no pares. A ti te escucharan, a nosotros no. Hace tiempo que el Govern y el Gobierno ignoran a los ciudadanos, ya vendrán a pedirnos su voto, pero créame: ahora, ya no les creemos. No tienen vergüenza, no tienen palabra –sí palabras vacías que nos llegan como un insulto a nuestra inteligencia y dignidad-. Ellos no saben lo que es el infierno de los que no tenemos nada –ni el derecho a cobrar lo que es nuestro-. No saben lo que es el “pueblo” con el que se llenan la boca, ni lo que es la justicia social.

Termino este desahogo dándoles las gracias por escucharnos, por atendernos, por ayudarnos.

Y a los que se escandalizan de esas colas larguísimas de la Plataforma de los alimentos, dígales que se arremanguen, que es más fácil negar la realidad, reírse de la evidencia y tirar piedras a los que hacen algo, porque de esa manera disimulan su incompetencia. Se creen que “criticar” ya es hacer. Que se arremanguen, que si todos lo hacemos, a esta guerra, la vamos a ganar a pesar del “Gobierno”, del “Govern”, de los negacionistas y de los que se empeñan en ahogar a las empresas que hoy hacen malabarismos para mantener las plantillas y poder seguir trabajando con honestidad y deseo de construir.

Manresa, fiesta mayor de verano 2020

Maria Carme

Hasta ahora administrativa, ahora, “usuaria de un banco de alimentos”,

una mujer a la que pondrán la etiqueta de pobre” y que servirá para contar un día, cuántos fueron destruidos por un virus llamado COVID19

PD Gracias por no hacerme sentir “pobre” y por recordarme que esto es una desgracia de la que “no somos culpables”, sino víctimas

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