Ricardo Eloy, sobre la figura del papa Francisco: Una bendición Manos Unidas y el papa Francisco: "Nos animó a seguir trabajando por los últimos, sin desfallecer"

El papa Francisco recibe a una delegación de Manos Unidas
El papa Francisco recibe a una delegación de Manos Unidas

"Como secretario general de Manos Unidas he tenido la suerte de encontrarme con el papa Francisco en 4 ocasiones"

"En el último encuentro, nos animó a seguir trabajando por los últimos, sin desfallecer, manteniendo la esperanza de que el hambre se puede superar, solo es una decisión política "

"Desde el inicio de su papado, Francisco nos ha reforzado, cuestionado y animado en nuestras convicciones y trabajo. Nos interpeló para que no seamos una simple ONG, sino una comunidad creyente empeñada en construir lazos de hermandad"

"Para Manos Unidas Francisco ha sido una bendición que nos une a tantas personas que se han sentido reforzados en su fe por una Iglesia cercana a las personas que más sufren en este mundo y corresponsables de su suerte"

Como secretario general de Manos Unidas he tenido la suerte de encontrarme con el papa Francisco en 4 ocasiones en el desarrollo de reuniones de las organizaciones eclesiales que trabajan en el sector caritativo y social, y en todas ellas el papa tuvo la deferencia de saludarnos a todos y animarnos en la tarea, en la misión de responder a los desafíos de la pobreza, el hambre, la marginación y otros que son la respuesta amorosa de la Iglesia a tantos hermanos necesitados de consuelo.

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La última vez que he podido saludar a Francisco ha sido más íntima. El 9 de diciembre del pasado año, recibió a la comisión permanente de Manos Unidas en audiencia privada. En ese encuentro nos animó a seguir trabajando por los últimos, sin desfallecer, manteniendo la esperanza de que el hambre se puede superar, solo es una decisión política y que nos mantengamos cercanos al Padre y a su amor por todas las criaturas y por la creación. Este encuentro ha sido muy enriquecedor para todos los que tuvimos esa oportunidad por el testimonio de fe de un hombre que mantenía su cercanía al Padre que sostenía su fe y su acción, sus palabras y gestos sencillos y llenos de sentido, su humor y su impulso a todos para que seamos corresponsables en la suerte de tantos hermanos y hermanas que sufren la injusticia, la marginación y el olvido.

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Desde el inicio de su papado Francisco nos ha reforzado, cuestionado y animado en nuestras convicciones y trabajo. Para una organización como Manos Unidas sus encíclicas, mensajes, documentos y acciones nos animaron a seguir trabajando desde el amor a los hermanos para hacer visible el Reino, no solo con los proyectos sino con nuestra otra tarea de dar a conocer las causas del hambre, la pobreza y la injusticia de las relaciones entre las personas y los pueblos.

Y nos interpeló para que no seamos una simple ONG, sino una comunidad creyente empeñada en construir lazos de hermandad con tantas comunidades con las que trabajamos, para que sigamos construyendo la fraternidad universal que exige que pongamos en marcha procesos, que es más importante la realidad de las vidas de los que sufren que las ideas, que ahora es el tiempo para dar respuestas, los pobres un pueden esperar. Y que tenemos que mostrar a la sociedad española que la pobreza, el hambre, la violencia existe por unas causas determinadas, no surge por generación espontánea, sino que hay personas e instituciones que generan con sus decisiones el sufrimiento, pobreza y hambre. Y todos somos responsables de cambiar el mal viene del corazón del hombre, del nuestro también.

Y nos ha hecho caer en la cuenta que la tierra que habitamos también ha de ser respetada, cuidada y reparada de todas las heridas que la acción humana le ha producido y que esa es también parte de la vida de fe, pues el Padre nos la dio para hacer posible una vida buena para todos.

Y nos reforzó en la experiencia que vivimos de que esta tarea la tenemos que hacer en comunidad, juntos, los que trabajamos en Manos Unidas, los socios y las comunidades en terreno, los que nos dan su confianza con sus aportaciones; socios grandes y pequeños, donantes, empresas o administraciones, parroquias y colegios, congregaciones religiosas … solo cercanos y unidos en la misión superaremos los problemas de pobreza y abandono.

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Nos enseñó que nuestra tarea por la justicia solo será buena si compartimos el camino tocando a los que sufren y siendo cercanos a los sueños de los que nada tienen, que somos iguales y en igualdad hemos de vivir.

Y nos ha reafirmado que la Iglesia debe ser Madre acogedora para todos, sobre todo para los débiles, enfermos y descartados, que ellos son los preferidos del Padre y por tanto nuestra tarea es cuidarles y reconstruir su dignidad.

Para Manos Unidas Francisco, como todos sus antecesores, ha sido una bendición que nos une a tantas personas que se han sentido reforzados en su fe por una Iglesia cercana a las personas que más sufren en este mundo y corresponsables de su suerte. En Manos Unidas sabemos que nos podemos equivocar pero que si trabajamos por los que menos tienen y por los que más sufren la injusticia en este mundo, estaremos dando testimonio del amor anunciado por Jesús, que es la tarea a la que hemos sido convocados.

Agradecemos al Padre el don de la vida de Francisco y de sus 12 años de magisterio sencillo y profundamente humanos, de su apertura al mundo y a la realidad, de su buen humor y claridad en los mensajes, y de sus llamadas a todos los cristianos, y a las personas de buena voluntad, para que mantengamos la luz de la esperanza del amor del evangelio compartiendo con los hermanos.

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