Manos Unidas alerta: la 'minoría más amplia del mundo' sufre desamparo y desprotección incluso en países desarrollados

Según el Banco Mundial, 1300 millones de personas en el mundo viven con una discapacidad significativa, y más del 80 % reside en países en vías de desarrollo

Por ello, desde Manos Unidas impulsamos proyectos y acciones de sensibilización que promueven la inclusión y la igualdad de oportunidades

Manos Unidas

(Manos Unidas).- Tener algún tipo de discapacidad limita las oportunidades económicas, el acceso a la educación y aumenta las tasas de pobreza. Con motivo del  Día Internacional de las Personas con Discapacidad desde Manos Unidas alertamos sobre la situación de desamparo y desprotección que vive la que se considera como la  «minoría más amplia del mundo»

Según el  Banco Mundial 1.300 millones de personas en el mundo viven con una discapacidad significativa, y más del  80 % reside en  países en vías de desarrollo «En esos países y, en general, en todas las sociedades, la discapacidad condiciona la vida de estas personas desde su nacimiento. La pobreza y la falta de oportunidades se ceban con un colectivo cuyos derechos más básicos se vulneran constantemente», explica  Ana Buelta, del Área de Proyectos de Manos Unidas.

Creemos. Crecemos. Contigo

Tradiciones, costumbres e ignorancia, unidas a la  falta de servicios, recursos y programas de subsistencia o protección social, hacen que gran parte de estas personas dependan del apoyo de sus familias, vecinos o amigos para sobrevivir.

"A esto hay que sumar que en los países más empobrecidos muchas personas con discapacidad recurren a la mendicidad como única fuente de ingresos. Algunas son explotadas por mafias; otras realizan trabajos domésticos a cambio de un sustento mínimo"

Por ello,  desde Manos Unidas impulsamos proyectos y acciones de sensibilización que promueven la  inclusión y la  igualdad de oportunidades «Romper las barreras que enfrentan las personas con discapacidad es esencial no solo para su integración, tradicionalmente limitada, sino para el desarrollo de las comunidades».

Centramos nuestro apoyo en iniciativas  educativas, sanitarias y de generación de ingresos «Nuestra misión de lucha contra el hambre, la pobreza y la desigualdad nos obliga a poner a las personas más vulnerables en el centro de nuestro camino hacia un mundo más justo e inclusivo».

Un proyecto en el noroeste de Zambia

Uno de estos proyectos se desarrolla en  Solwezi (Zambia), donde la expansión minera no ha traído mejoras para la población local, que vive de la  agricultura de subsistencia y carece de medios para ofrecer a sus hijos una  educación de calidad. Esta falta de oportunidades afecta aún más a las  personas con discapacidad, marginadas desde la infancia.

En 2010, la  Congregación india de las Hermanas del Inmaculado Corazón se instaló en la ciudad para trabajar con niños y niñas con discapacidad. Allí han construido una  escuela que acoge a 700 estudiantes. El internado atiende a alumnado con  discapacidad auditiva, visual o  albinismo, mientras que otros niños y niñas de familias pobres acuden en régimen de día.

En 2020, las hermanas solicitaron a  Manos Unidas apoyo financiero para  ampliar la escuela. Desde entonces, los lazos entre  St. Mary’s y Manos Unidas se han fortalecido.

Escuela Saint Mary, vista desde el aire. Fotografía: Congregación india de las Hermanas del Inmaculado Corazón

El centro cuenta con  44 docentes financiados por el Estado, además de dos voluntarios y cinco trabajadores generales contratados por la escuela.  «Nos esforzamos por ofrecer educación de calidad, cubrir las necesidades básicas y ayudar a los alumnos a desarrollar sus habilidades. Cuidamos de ellos en sus sufrimientos y tristezas, actuando siempre como madres», explica la hermana  Rajamani Arulsamy, directora de St. Mary’s.

La historia de Joyline Chimbimbi

En  2023 se graduó como  profesora de secundaria y, desde 2024, enseña en St. Mary’s a alumnos con  necesidades especiales, impartiendo todas las materias en  lengua de signos. Destaca en  matemáticas y disfruta acompañando al alumnado.

Está a la espera de ser  contratada oficialmente por el Gobierno, lo que le permitiría recibir un  salario adecuado y acceder a una  pensión, ya que la escuela no puede cubrir el sueldo estatal.

Las hermanas continúan acompañándola, como desde su infancia.  «La ayudamos en el proceso para entrar en la nómina del Gobierno y también la aconsejaremos cuando llegue el momento de elegir compañero de vida, para que pueda formar una familia y tener un futuro estable», explica la hermana  Rajamani Arulsamy.

Joyline Chimbimbi, de 28 años, es una de las personas que mejor comprenden a los estudiantes.  Sorda de nacimiento y sin acceso temprano a oportunidades educativas, no pudo desarrollar habilidades de habla. Huérfana de madre, desde los cuatro años quedó al cuidado de las hermanas en la  Unidad para Sordos del Sagrado Corazón en Ikelenge.

Joyline Chimbimbi, en su graduación como profesora de secundaria.

Etiquetas: solidaridad, manos unidas, discapacidad, inclusión