Conclusiones del encuentro de Solasbide, grupo navarro del movimiento Pax Romana Razones para la esperanza (y antídoto para no caer en la parálisis)

El pasado 24 de mayo Solasbide, grupo navarro del movimiento Pax Romana, celebró un encuentro abierto de debate, en esta ocasión con el tema “Abrir caminos a la esperanza: repensar y renovar la política
| Solasbide*
Como viene haciendo desde ya hace una década, el pasado 24 de mayo Solasbide, grupo navarro del movimiento Pax Romana, celebró un encuentro abierto de debate, en esta ocasión con el tema “Abrir caminos a la esperanza: repensar y renovar la política”. Sintetizamos a continuación las principales reflexiones que compartieron los participantes.
Hubo consenso en que vivimos tiempos duros, difíciles, oscuros, que parecen abonar motivos para la desesperanza. Sin embargo, la mayoría consideró que es imprescindible cultivar la esperanza, principal antídoto para no caer en la parálisis, en el nihilismo, en la aceptación del fracaso, y que hay buenas razones para no perder la esperanza. Por mal que pinten las cosas, la historia no ha acabado, el futuro permanece siempre abierto y hay oportunidades para hacer un mundo mejor, para resolver los problemas que nos abruman. El futuro no está determinado, está en el presente, en lo que hacemos hoy, en aquello por lo que nos esforzamos.
La esperanza (que para la fe cristiana arraiga en última instancia en el Dios-Amor hecho hombre, muerto y resucitado, Jesucristo) encuentra su fundamento en el propio ser humano. Proyecto inacabado y llamado a su plena realización, es capaz de lo peor y también de lo mejor. Con capacidad de reacción, de luchar por el cambio. La naturaleza humana es ética y utópica, conduce a perseguir el bien y a confiar en que el mal no perdura. Es crítica y autocrítica, capaz de corregir, de no cejar en la búsqueda de la verdad, de no rendirse ante los tropiezos y fiascos. Y, sobre todo, el ser humano es un ser solidario que conoce el valor de la fraternidad, de la importancia de la ayuda mutua y del trabajo en común para sobrevivir y progresar.
También se resaltó la importancia de la libertad y de la responsabilidad personal. Todos somos sujetos de la historia, todos podemos hacer cosas que influyan en un futuro mejor, todos podemos actuar en la medida de nuestra condición, podemos influir desde abajo sin necesidad de ocupar puestos importantes de poder político o social. Desde el ámbito familiar, desde la educación de los hijos o el cuidado de los mayores, desde el barrio o el pueblo donde vivimos, desde la actividad laboral, desde las decisiones que tomamos como consumidores, o como ciudadanos desde el ejercicio del voto, o desde la participación más activa en partidos, sindicatos o movimientos sociales, desde la acción colectiva. No es imprescindible hallarse en el núcleo duro de la política o del poder económico; se afirmó que la política se hace entre todos o que se puede hacer política desde fuera de la política en su sentido más institucional. Se puede actuar desde las periferias también en su sentido geográfico, superando nuestro eurocentrismo, nuestros esquemas a menudo obsoletos, y fijándonos en lo que se hace en el resto del mundo, en nuevas formas de lucha por los derechos humanos o de avance de la democracia.

Tenemos instrumentos para los cambios que se nos hacen tan imprescindibles en materia de desigualdad, de paz, de cuidado del planeta. Nunca ha habido tanta riqueza en el mundo, aunque esté tan mal distribuida. Nunca hemos contado con tanto progreso tecnológico. Nunca hemos tenido tanto acceso al conocimiento, a la información, y unas redes de comunicación tan rápidas y extensas. Cierto que con harta frecuencia hacemos, o nos imponen, un uso perverso de todas esas herramientas. Pero podemos luchar por utilizar todas sus capacidades positivas, que son muchas.
Hay muchas personas trabajando por un mundo mejor, dentro y fuera de la política institucional, en su mayoría de forma anónima y humilde, pero efectiva
Aunque con frecuencia no se vea, no se escuche, incluso se oculte en unos medios de comunicación controlados por los poderes económicos y que tienen su propia agenda, hay muchas personas trabajando por un mundo mejor, dentro y fuera de la política institucional, en su mayoría de forma anónima y humilde, pero efectiva. Hay muchísimas mujeres y hombres en movimientos políticos y sociales, en oenegés, en el voluntariado, en las instituciones científicas, educativas, económicas, religiosas. Hay avances, hay muchos logros en las últimas décadas en materia de derechos humanos, aunque ahora tengamos la percepción de que se producen retrocesos. Hay ejemplos señeros de personas: se mencionaron los recientemente fallecidos papa Francisco y Pepe Mujica, alabados incluso por quienes actúan en sentido opuesto, que nos indican cómo cultivar la coherencia entre principios y modo de vida, la valentía en la denuncia de las injusticias, que nos enseñan la importancia, ante todo, de ser buenas personas y de hacer el bien en contra del individualismo y el egoísmo reinantes.

Sabemos que hay mucho por hacer, que el futuro de la humanidad nos exige cambios. Nos los exige a todos, porque todos tenemos un papel que cumplir aunque tenga un coste personal y material. Nos exige acabar con el todo vale para justificar el propio interés, hay límites éticos que debemos reafirmar. Nos exige rechazar la mentira, la desinformación, cultivar la honestidad intelectual, la honestidad con los datos y con la realidad. Nos exige acabar con la impunidad, con la irresponsabilidad política, económica, jurídica, demandar el respeto de los derechos humanos y del resto de las normas que ordenan la convivencia. Nos exige recuperar el valor del ejemplo, reclamar que los sistemas democráticos garanticen la selección de los mejores para ocupar los cargos de representación y gobierno. Nos exige trascender el ruido en que vivimos, el ruido de los medios de comunicación, tan a menudo con sesgos partidistas, de la propaganda y de las redes sociales, recuperar la escucha y el diálogo.
Por todo ello, sabemos que hay sobradas razones para la esperanza.
*Solasbide: Jesús Ariño, Pilar Beorlegui, Mertxe Berasategui, Jesús Bodegas, Camino Bueno, Guillermo Mújica, Isidoro Parra, Miguel Izu, Fco. Javier Lasheras. Vicente Madoz, Ignacio Sánchez de la Yncera, Josep Mª Valls, Lucio Zorrilla.
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