La Iglesia denuncia la vulneración de los derechos de los menores inmigrantes en España Sebastián Mora: "Lo que está sucediendo en una sociedad que se pretende solidaria es una vergüenza"

(Jesús Bastante).- Un aldabonazo a la conciencia de la sociedad. El 51% de todos los desplazados del mundo son menores de edad, un 40% de los solicitantes de asilo tienen rostro de niño y de niña, cuatro de cada diez de los que se han quedado atrapados a las puertas de Europa, y que hoy están muriendo de frío, son chicos y chicas. "Como espejo de una sociedad que se pretende solidaria, sólo podemos decir lo mismo que dijo Francisco en Lampedusa, esto es una vergüenza", subrayó el secretario general de Cáritas, Sebastián Mora, durante la presentación de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado.

Más datos, más lágrimas: al menos el 34% de las muertes en el Mediterráneo son niños y niñas, según datos de Save The Children corroborado por las instituciones de Iglesia. En España, medio millón de menores viven en nuestro país, 3.500 de ellos no acompañados. "En este contexto vergonzoso e injusto, donde a todos se nos debería caer el alma a los suelos, tenemos que ver lo que pasa en España con las familias migrantes", denunció Mora, acompañado en la presentación por el responsable de Migraciones de la Conferencia Episcopal, José Luis Pinilla, sj., y el obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez.

"Como Iglesia, nos duele que en el mundo de las migraciones, cada vez son más complejas las reagrupaciones familiares", denunció, al tiempo que advirtió de que la crisis se ha cebado con los menores inmigrantes. Uno de cada tres niños que viven en España son pobres, la misma cantidad abandonan la escuela. Y otros muchos son tratados peor que los adultos en los CETiS o los CIE -una veintena de menores fueron tratados en 2016 como mayores de edad sin serlo-.

"Los niños y niñas se están viendo acorralados entre dos tipos de legislaciones: la de Extranjería y la de Menores. Los mecanismos de asilo en España no están preparados para acoger a menores a su cargo", denunció el secretario general de Cáritas, quien arremetió contra las devoluciones sumarias en la Frontera Sur, "donde no hay capacidad de ver si a los que estamos expulsando son menores de edad o no". "No se pueden vulnerar los derechos de los niños bajo la capa de control de fronteras, control de terrorismo o una supuesta 'invasión' de países del Sur".

Mora insistió en la necesidad que, como Iglesia, y como sociedad, trabajemos en tres grandes luchas: contra la construcción social del sufrimiento, contra la banalidad de la injusticia y contra "la edificación colectiva de la impotencia". "Lo que nos está pasando podría ocurrir de otra manera si ponemos medios, voluntad política, voluntad ética y voluntad moral".

Los responsables eclesiásticos hicieron suya la denuncia del arzobispo de Tánger, Santiago Agrelo, sobre la violencia en la frontera marroquí, y subrayaron cómo "los refugiados cruzan desiertos, sufren violaciones, injusticias, trata, toda clase de ilegalidad... y lo último que sufren es la política migratoria de Marruecos".

"La UE está trabajando en la internacionalización de las fronteras, tanto en Turquía como en Marruecos, que es poner una valla para no ver lo que sucede, para no sufrirlo", denunció Sebastián Mora. "Debemos pedir que se aclare lo que pasa también al otro lado de la valla, que también es escandaloso".

Por su parte, el obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, subrayó la importancia de "construir una cultura del encuentro, que no se construye con muros, ni trasladando empresas que pueden dar desarrollo a estos países". Preguntado por la política migratoria de Donald Trump o es ascenso de los nacionalismos xenófobos, el obispos reconoció "un escenario nuevo que nos preocupa. Esperemos que la cordura, la inteligencia y la razón se impongan a sentimientos que pueden ser dramáticos para muchas personas".

El obispo de Astorga reclamó, en sus palabras, "que se respete al niño como es, que se ayude a los menores a integrarse, evitando que caigan en las mafias, y que se ofrezcan soluciones estables para erradicar las causas que provocan la emigración" y que, señaló, "son la guerra, la violencia, el terrorismo, la persecución política, pero sobre todo la pobreza, la situación de hambruna e inestabilidad".

"Tenemos tres retos muy importantes en esta dramática situación: un reto humanitario; también es un reto cultural al que toda la sociedad hemos de buscar la cultura del encuentro, y ayudarnos para respetarnos; y un reto pastoral, porque muchos de los niños que emigran son cristianos, a los que hay que atender desde las parroquias y los colegios", concluyó Menéndez, quien insistió en que "vamos a una situación intercultural, interreligiosa, en la que tenemos que situarnos con los acentos humanitario, de cultura de encuentro y pastoral en el sentido de ayudar a los niños a que se respete su libertad religiosa y su vida de fe".

Por su parte, José Luis Pinilla, sj., recordó crudas imágenes como las de Aylán, "muerto a orillas de la Europa rica", y la de "niños cadáveres en las heladas tierras europeas en esta ola de frío", para invitar a "que no se produzcan estas situaciones, la sociedad y la Iglesia provoca y acentúa, desde hace más de cien años, campañas como ésta".

El lema de la jornada de este año es "Menores migrantes, vulnerables y sin voz. Reto y esperanza" . ¿La razón? Para Pinilla, "queremos vertebrar todo un tipo de acciones para sacar de la tragedia, la posibilidad de una respuesta que intente resolver un conflicto tan grave como éste. Es posible que no vuelva a haber más niños Aylan. Reto y esperanza".

"La crisis humanitaria que estamos padeciendo se debe a causas estructurales, como la guerra de Siria, el hambre en África, la movilidad humana de personas que tienen derecho a emigrar o no emigrar", señaló el jesuita, quien ensalzó el "cruce de miradas que ofrece el Papa Francisco" en este asunto.

"La Iglesia tiene la obligación de ser la voz de los son voz", con muchas realidades, que, añadió, "no sólo están en la sede de Añastro", sino en el trabajo de miles de religiosos y ONG, católicas y no católicas.. "Queremos que la situación de menores inmigrantes, vulnerables y sin voz, desaparezca para siempre. La Iglesia ha de ser voz de quienes no la tienen. Hay que mirar de frente a esta realidad", concluyó.

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