Misioneros salesianos en Sudán del Sur: "La paz no llega y ahora, la pandemia" Volver a empezar en Palabek: "Todos se han ido. Nos hemos quedado solos con los refugiados por la pandemia"

Misiones Salesianas en Sudán del Sur
Misiones Salesianas en Sudán del Sur

Hace un año Palabek era un refugio de esperanza para más de 30.000 personas de Sudán del Sur que habían huido de la guerra

Sin embargo, llegó la pandemia y el trabajo de tres años se vino abajo…

Actualmente hay más de 56.000 personas refugiadas

Desde marzo las clases, las misas, las reuniones y las actividades para los jóvenes quedaron prohibidas por el coronavirus y la población fue confinada aunque no podía cumplirlo

Ahora mismo hay más de 25.000 niños y niñas en el asentamiento, y casi el 90% de la población de Palabek son mujeres y jóvenes menores de edad

También han aumentado en el asentamiento el consumo de alcohol, el abandono de niños y la prostitución infantil

Los misioneros salesianos continúan al lado de las personas refugiadas en Palabek y en otras partes del mundo. Y, sobre todo, alzan la voz para que no se les ignore

(Misiones Salesianas).- Hace un año Palabek era un refugio de esperanza para más de 30.000 personas de Sudán del Sur que habían huido de la guerra. En el norte de Uganda habían encontrado un lugar en el que los misioneros salesianos formaban parte de sus vidas al compartir con ellos espacio y tiempo. Eran una familia: anhelaban la paz para regresar a sus casas, pero mientras llegaba los niños y niñas iban a la escuela, una escuela técnica se abrió para que los más jóvenes aprendiera un oficio y las mujeres también podían ocupar su tiempo con actividades para fortalecer su papel en la comunidad. Sin embargo, llegó la pandemia y el trabajo de tres años se vino abajo…

En la actualidad son más de 56.000 las personas refugiadas que hay en el asentamiento de Palabek. Desde marzo las clases, las misas, las reuniones y las actividades para los jóvenes quedaron prohibidas por el coronavirus y la población fue confinada aunque no podía cumplirlo. Además, la paz sigue sin llegar a Sudán del Sur y el hambre y los conflictos han aumentado a la vez lo ha hecho la falta de recursos.

Desde el primer momento los misioneros salesianos se organizaron para seguir atendiendo a la población. “Nuestro campo de acción fue mucho más grande pero los recursos disminuyeron. Las raciones de comida mensuales a cada refugiado, que ya eran insuficientes, se redujeron un 30%”, recuerda el padre Ubaldino Andrade.

A pesar de todo, “nos las ingeniamos para repartir comida, semillas y ropa. Colocamos dispensadores de agua clorada para la higiene por el asentamiento y nos multiplicamos para llegar al máximo número de personas refugiadas”, explica el misionero salesiano. “Empezamos a confeccionar mascarillas para entregar a la población, pero todo sigue siendo insuficiente porque estamos solos; casi todas las organizaciones con las que trabajábamos se han ido por miedo a los contagios y debemos de empezar casi de cero nuestro trabajo”, se lamenta el salesiano Lazar Arasu, director de la comunidad en Palabek.

Los misioneros salesianos tienen un objetivo claro: recuperar la esperanza de las personas refugiadas

Los cinco misioneros salesianos trabajan con ilusión y con alegría cada día, conscientes de que el aislamiento sufrido ha contenido el virus en el asentamiento. “Sólo ha habido dos casos, el de una mujer que vino de Sudán del Sur y que se recuperó, y el de un médico de una aldea cercana”, comenta el padre Arasu. Sin embargo, por este motivo, “casi nadie lleva mascarillas y muchos no se creen que la enfermedad exista y tengas consecuencias”.

Por este motivo, han realizado cursos de sensibilización para los más jóvenes. “Ahora mismo hay más de 25.000 niños y niñas en el asentamiento, y casi el 90% de la población de Palabek son mujeres y jóvenes menores de edad”, asegura el padre Roger Mukadi, el salesiano más joven.

Nuestro documental Palabek. Refugio de esperanza reflejaba hace un año esa realidad a través de la vida de dos jóvenes refugiadas, madres pero también viudas: Alice y Gladys. Sin embargo, el lugar seguro, en paz y lleno de esperanza que era Palabek se ha convertido en una fuente de conflictos por la comida, el agua, la falta de ropa.

"También han aumentado en el asentamiento el consumo de alcohol, el abandono de niños y la prostitución infantil"

“Por desgracia, al no haber comida suficiente los padres abandonan a los niños o los envían a prostituirse para conseguir algo de comida o de dinero. A las menores de edad les dicen ‘sal y encuentra azúcar’ y ellas ya saben lo que significa, con el riesgo de quedar embarazadas. En estos meses ha habido más de 1.500 embarazos de menores de edad en el asentamiento”, comenta el padre Uba.

Pero a pesar de las dificultades, la mayoría de los jóvenes responde y trabaja para mejorar la vida de la comunidad refugiada en Palabek. “Si a un joven no le pides nada no te dará nada, pero si le pides mucho lo dará todo”, cuenta el padre Arasu. Muchos de ellos salen en bicicleta con juegos para entretener a los niños, ofrecerles juegos y tratar de que sigan aprendiendo a pesar de no poder ir a la escuela.

Los misioneros salesianos continúan al lado de las personas refugiadas en Palabek y en otras partes del mundo. Trabajan para que tengan un futuro lleno de oportunidades y en paz, les ofrecen ayuda, acompañamiento y esperanza y, sobre todo, alzan la voz para que no se les ignore.

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