Una historia de ecumenismo real entre Madrid, Moscú y Jarkov Las iglesias ortodoxa y católica, unidas en la acogida a los refugiados ucranianos

La familia Babotenko
La familia Babotenko VN

Andrey y su familia trataron de ayudar en lo que podían. "Entre semana trabajaba en la pintura de la iglesia de María Magdalena en Madrid y los fines de semana hacía lo mismo en el monasterio. También mi esposa trabajaba en un taller de arte, pintando iconos en velas para el culto

"Me alegra mucho que los hermanos y hermanas de la Iglesia Católica nos ayuden en el camino de la integración a la vida española, y sentimos mucho este amor fraterno, ayuda y oración. Es una muestra de la unidad de los cristianos de Oriente y Occidente"

La historia de Andrey es una más entre los miles de refugiados ucranianos que desde el inicio de la invasión han llegado a España huyendo de la guerra, pero representa, al mismo tiempo, un ejemplo de unidad de las Iglesias católica y ortodoxa rusa bajo la premisa de ayudar a quien lo necesita, por encima de sus creencias.

Andrey Babotenko, de 43 años, es pintor de iconos y muralista. Hasta finales de febrero vivía en Járkov (Ucrania), junto con su mujer, Natalya, artista gráfica e ilustradora de libros infantiles, y sus cuatro hijos de entre 7 y 17 años.

Desde el comienzo de la guerra, viven en España gracias a la colaboración entre las Iglesias católicas y ortodoxa, que han unido esfuerzos para procurarles un lugar donde rehacer su vida.

"La historia de nuestra llegada a España probablemente no sea del todo común, no como todas las demás, ya que comenzó una semana antes de las hostilidades en Ucrania", relata a Efe con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado que se celebra este domingo.



Era 17 de febrero. Andrey viajó por carretera hasta la región rusa de Moscú, donde vive su madre, para visitarla. "Durante el trayecto, estando ya en Rusia, me encontré con numerosas columnas de material militar que se dirigían hacia Ucrania. Era muy extraño, inusual y aterrador".

Buscó en internet información sobre los ejercicios militares que se estaban realizando en esta zona de Rusia, pero no había información. "Mi mente se negaba a creer lo que veían mis ojos", rememora.

En un momento se dio cuenta de que de un día para otro podría perder el trabajo y el sustento de su familia. "Hablé con un amigo, encargado de pintar en la Iglesia ortodoxa de María Magdalena de Madrid, que accedió a ayudarme y aceptó mi solicitud de trabajo de corta duración en Madrid, tal vez dos semanas o más".

"Era 17 de febrero y aún no sabíamos que habría una guerra prolongada, sangrienta y cruel, y que tendríamos que estar refugiados en España". Compró un billete de avión para el 25 de febrero, segundo día de guerra en Ucrania. "Volé de Moscú a Madrid en el que probablemente fue el último vuelo entre ambas ciudades".

La guerra comenzó y empezaron lo bombardeos sobre Járkov causando numerosas víctimas civiles. "Estaba muy preocupado por mi familia y le pedí a mi esposa que saliera de la ciudad hacia el oeste de Ucrania".

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"El 4 de marzo decidieron partir de Járkov en un tren de evacuación. Fue una decisión y un trayecto muy difícil, ya que el propio camino a la estación de tren era un gran peligro, había bombardeos de artillería todo el tiempo y morían muchas personas", recuerda.

Finalmente, su mujer y sus cuatro hijos pudieron subir a un tren que les llevó hasta Lviv, la última ciudad en la frontera entre Ucrania y Polonia y desde allí viajaron hasta Budapest, donde cogieron un vuelo a Madrid.

La primera acogida en España fue de la mano del padre Andrey Kordovkin, párroco de la iglesia ortodoxa rusa de Santa María Magdalena. "El padre Andrey es amigo de las monjas agustinas del monasterio de la Consolación de Sotillo de la Adrada (Ávila) y ellas acordaron hospedarnos en su monasterio".

"Si nos enamoramos de España fue sólo gracias a las hermanas del monasterio, porque son verdaderos ejemplos de vida cristiana y de servicio al prójimo", asegura.

Andrey y su familia trataron de ayudar en lo que podían. "Entre semana trabajaba en la pintura de la iglesia de María Magdalena en Madrid y los fines de semana hacía lo mismo en el monasterio. También mi esposa trabajaba en un taller de arte, pintando iconos en velas para el culto".

En cuanto a los niños, continuaron su educación musical gracias a la iniciativa de la mujer del padre Kordochkin, que encontró instrumentos y ayudó a que entraran en el conservatorio de música de Madrid.

"La integración en la sociedad española se produjo en el acercamiento a través de la vida común y la oración con los cristianos de la Iglesia católica, con la admisión de nuestros hijos al conservatorio y con la oportunidad de ser útiles en España para ejercer nuestra profesión en el campo de la pintura de iconos y la pintura de iglesias", señala.

A finales de verano optaron por trasladarse a Madrid para que los niños empezaran la escuela. "En este caso, la Iglesia católica nuevamente nos ayudó mucho, ya que tiene un fondo de ayuda de Cáritas para familias en situaciones difíciles. Este fondo nos ha ayudado a conseguir vivienda".

"Me alegra mucho que los hermanos y hermanas de la Iglesia Católica nos ayuden en el camino de la integración a la vida española, y sentimos mucho este amor fraterno, ayuda y oración. Es una muestra de la unidad de los cristianos de Oriente y Occidente", sostiene.

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