La rutina, la cronología no importan. Cuando el tiempo no lo marcan las manecillas, sino la presencia de una persona -ya sea la llegada o el regreso-, entonces fluye de otra manera
La espera llena el tiempo de una carga eléctrica. No lo distorsiona, ni lo anula. La vida no es una sala de espera. Para esperar al amo, los criados no están llamados en absoluto a la inmovilidad. Al contrario: son activos y tienen que ocuparse