Después del 8 de marzo y el paro nacional de mujeres El feminismo energúmeno, la jerarquía de la reconciliación y los laicos abandonados; Don Carlos, el avestruz, el SCM y los tendederos

Agresiones contra templos y las energúmenas feministas; la jerarquía de la reconciliación y los laicos abandonados; Don Carlos, el avestruz, y los tendederos en el Seminario Conciliar de México
Agresiones contra templos y las energúmenas feministas; la jerarquía de la reconciliación y los laicos abandonados; Don Carlos, el avestruz, y los tendederos en el Seminario Conciliar de México

*Si las mujeres están enojadas “hay que reconciliarnos con ellas”, dicen obispos.

*Personas malintencionadas infiltran manifestaciones de mujeres, afirma presidente de la CEM.

*Cientos de fieles defienden templos contra feministas; arzobispo de Guadalajara no comparte tales acciones.

*Carlos Aguiar y la complementariedad del hombre y la mujer. Aparecen tendederos contra seminaristas.

Para diversas comunidades católicas, las marchas sobre el día de la mujer y el paro nacional del 9 de marzo tuvieron fuertes implicaciones que tocaron a tal punto su integridad. En la opinión general de los obispos, las mujeres del país hablaron y se manifestaron con legitimidad, la furia es justificada y si bien monumentos, catedrales y edificios religiosos fueron vandalizados para ejercer una fuerte presión en torno a la promoción del aborto y su despenalización, la denuncia de las feministas fue contra el “patriarcado y machista” como parte de la estructura de opresión contra la mujer.

El presidente de la CEM, Mons. Rogelio Cabrera, en rueda de prensa reivindicó la lucha de la mujer a lo largo de la historia, pero también exigió escuchar la voz de las mujeres quienes manifiestan una postura en favor de la vida. Para el arzobispo de Monterrey, la lucha de las feministas es legítima; sin embargo, hay quienes pretenden “desacreditar” infiltrando las manifestaciones, “personas ajenas y malintencionadas” que quieren provocar y quieren imponerse por la fuerza. Si las mujeres están enojadas “hay que reconciliarnos con ellas” porque la Iglesia, según el máximo representante de los obispos mexicanos, no puede ser “machista ni agresiva contra la mujer”. Secundado esta idea de conciliación, el arzobispo de Guadalajara, el cardenal Robles Ortega, defendió la legitimidad de las manifestaciones y que “en la medida de lo posible”, se llevaran de manera pacífica.

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Catedral de Hermosillo. Mujeres abnegadas.
Catedral de Hermosillo. Mujeres abnegadas.

Abandonados a su suerte, los cientos de fieles, sin actuar por consigna u órdenes de sus obispos, salieron en defensa de sus templos y de la vida. No era la primera en ser convocados a través de las redes para armarse con mantas provida y oraciones y soportar el embate del radical feminismo. Incluso su integridad y libertad de religión y de culto se pusieron en riesgo cuando la catedral de Hermosillo resistió una tentativa de asalto energúmeno. Mientras celebraban la misa, los parroquianos atinaron en atrincherarse cuando las vándalas amagaron con la toma del recinto que al final no se dio gracias a que los fieles amontonaron las pesadas bancas en los accesos. Mons. Ruy Rendón, arzobispo de Hermosillo, emitió un comunicado conciliador en el que dice que los daños materiales tienen solución, pero “Dios nos conceda vernos libres del odio y del rencor que se generan en el corazón, pues causan una violencia tal, que destruyen a las personas mismas desde el interior, dividen a las familias y a la sociedad en general”. Agradeciendo por el interés y desacuerdos, Rendón Leal concluye el precavido comunicado elevando oraciones por la comunidad hecha con un gran número de mujeres cuya abnegación, sacrificio y constancia van construyendo la historia de cada comunidad católica. Pero el arzobispo de Guadalajara fue más allá y sentenció al respecto: “No comparto el que en determinados templos se pongan grupos de buena fe y de buena voluntad, que por ejemplo se arrodillen a rezar el rosario, porque eso para muchos de los manifestantes es solo una provocación y se trata de no provocar; todo tiene que ser pacífico, en orden…” Vaya consuelo.

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En catedral. Resistencia.
En catedral. Resistencia.

El que no la tiene nada fácil es Carlos Aguiar Retes, arzobispo de México. Mientras en Basílica de Guadalupe predicaba sobre evitar confrontaciones porque ni los varones solos ni las mujeres solas pueden dar testimonio de lo que es Dios, sino solamente juntos, en relación, en catedral se armaba una lucha campal que, de no haber sido por la movilización de fieles y la intervención de mujeres policía, hubiera sido equivalente a la toma de la Bastilla. La peor parte la llevaron los valientes hombres y mujeres que resistieron al punto de las humillaciones. Ahí las palabras del arzobispo, a quien ya se le comienza a conocer como don Carlos, el avestruz, no tuvieron ninguna repercusión y eso de la complementariedad entre hombres y mujeres para dar testimonio fue cosa de risa. Se dice que entre cinco y seis personas fueron detenidas al momento de estar orando en catedral sin que ninguna autoridad religiosa los acompañara. Pero la cosa no quedó ahí.

SCM. Trapitos al sol.
SCM. Trapitos al sol.

Resulta que don Carlos tiene el enemigo en casa. Al día siguiente, el del paro nacional, un tendedero de denuncias apareció en los pasillos del Seminario Conciliar de México (SCM), frente a las habitaciones acusando a los seminaristas de acoso y violencia hacia las estudiantes. Resulta que desde que Aguiar Retes es arzobispo de México, el desmantelamiento de la comunidad del SCM se sostiene al borde de la extinción. Se apunta al rector, Federico Altbach, de introducir sus caprichos con un remedo de Universidad que Aguiar sigue tolerando, la Lumen Gentium. Pero la escuelita no es un faro de intelectualidad ni de pensamiento. Sin poder competir con otras de su género como la Universidad Pontificia de México, la Universidad Intercontinental o la Panamericana, la Lumen es el juguete de Federico para acoger a los estudiantes rechazados de otras escuelas por no tener ni siquiera el promedio mínimo de ingreso. Pero esta buena voluntad de Altbach, quien en lo inconcebible concentra en sí mismo la rectoría de la universidad y de la comunidad del SCM, ha costado mucho al punto de sospechar de infiltraciones feministas para detonar desde dentro al Conciliar de México. Ninguna denuncia anónima es válida, no por lo menos ante autoridades judiciales. Y si en ese tendedero lo que se dice es verdad, entonces Carlos Aguiar y Federico Altbach están en serios aprietos. Para ellos esto ya es una espada de doble filo mientras el Seminario Conciliar de México está en terapia intensiva. Si Calles no lo mató, Aguiar le hará el favor.

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