Editorial CCM Covid-19 ¿Qué tan grande es tu fe?

Covid-19 ¿Qué tan grande es tu fe?
Covid-19 ¿Qué tan grande es tu fe?

La población tiene importante participación. Como sucedió en el 2009, la mejor forma de mitigar este desafío es la responsabilidad individual evitando rumores infundados, compras de pánico, especulación y acaparamientos pletóricos de avaricia.

A finales de diciembre de 2019, una rara enfermedad comenzó a preocupar a la ciencia médica. En China, Wuhan fue el epicentro de una misteriosa dolencia distinta al síndrome respiratorio agudo grave, SARS. La Organización Mundial de la Salud fue informada de los contagios exponenciales que se disparaban por el país asiático temiéndose un nuevo brote de SARS que en 2002 asoló a 37 países, infectando a 8 mil personas de las cuales 774 perdieron la vida.

La nueva infección fue asociada a un agente del tipo coronaviridiae o coronavirus, nombre que pronto se extendió por todo el planeta incluyéndose en el vocabulario de millones de seres humanos quienes lo ligaron con la inevitable pandemia superando a la del 2002 e incluso poniéndose a la par de la influenza H1N1 del 2009 la cual afectó a 189 países dejando más de 5 mil muertos.

Aunque hemos aprendido a convivir con esas enfermedades, la aparición del temido coronavirus despierta nuestros más profundos temores y nos hace reflexionar sobre la convivencia humana en un mundo globalizado que en cuestión de horas propaga enfermedades las cuales considerábamos exóticas o extrañas. La expansión de estos virus implica un reto a los sistemas de salud cuando el número de contagios se eleva de tal forma que la capacidad de respuesta podría colapsar a cualquier gobierno sin previsiones suficientes para afrontar la atención de miles de personas enfermas.

¿Cómo está respondiendo el gobierno mexicano? De acuerdo con modelos matemáticos circulando en redes sociales, especialistas de la UNAM predicen los mayores picos de la enfermedad a finales de marzo. Los casos no serían importados y daría lugar a la transmisión persona a persona. La principal pregunta es si el sistema sanitario tiene los recursos y fondos suficientes para atender a estos miles con signos crónicos de la enfermedad con el derecho de usar los recursos en hospitales.

Ya se ha señalado el principal grupo, las personas de la tercera edad, como el de los de mayor riesgo de letalidad del coronavirus. De acuerdo con el Consejo Nacional de Población, en 2017 había más de doce millones de adultos mayores. Según el Consejo para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el 41 por ciento viven en situación de pobreza careciendo de servicios de salud.

Para el actual gobierno de emanado de izquierda, la enfermedad es ya de los mayores desafíos en un sistema de salud sometido a una gran presión por la evidente carencia de recursos económicos y de insumos médicos. El Instituto de Salud para el Bienestar -INSABI- apenas recién nacido ve la luz afrontando una pandemia que, según en el papel, debería aportar de forma gratuita y con la mayor calidad, el mejor tratamiento para cualquier persona infectada de coronavirus, protegiendo especialmente a todos nuestros ancianos. En los próximos días deberá afrontar una prueba de fuego que, en definitiva, será la consolidación o caída de la Cuarta Transformación,

Pero en esto, la población tiene importante participación. Como sucedió en el 2009, la mejor forma de mitigar este desafío es la responsabilidad individual evitando rumores infundados, compras de pánico, especulación y acaparamientos pletóricos de avaricia.

En México, hay muchas formas de contener la enfermedad gracias a la solidaridad de todos. Los obispos de la Iglesia católica recomiendan diversas medidas entre las que destaca la higiene y evitar conglomeraciones. A unos días de la Semana Santa, el Episcopado Mexicano no descarta “suspender” actos litúrgicos que podrían poner en riesgo a la población.

Y aunque cerrar templos y dejar en el desamparo espiritual a millones de fieles no es de las mejores maneras para cimentar la esperanza, está demostrado que, en casi 500 años de evangelización, la Iglesia de México ha afrontado otras terribles epidemias en la historia confiando siempre en el poder de Dios que devuelve la salud. Van de la mano responsabilidad y fe como cuando un pagano, centurión romano, se acercó a Jesús suplicando: “Tan solo di la Palabra y mi siervo quedará sano”.  La respuesta del Hijo de Dios es de sobra conocida. Y en esta pandemia cobra de nuevo gran relevancia y significado: Ante el coronavirus, ¿Qué tan grande es tu fe?

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