Por casi un mes permaneció hospitalizado “A Dios, gracias”, Canónigo de Basílica de Guadalupe vence al covid-19

“A Dios, gracias”, Canónigo de Basílica de Guadalupe vence al covid-19
“A Dios, gracias”, Canónigo de Basílica de Guadalupe vence al covid-19

*Mons. Alberto Reynoso González llegó al cabildo guadalupano en 2006.

“Aplaudan, aplaudan” y el sonido de la campanilla, fueron los signos de gozo por el triunfo de un enfermo después de una larga y prolongada lucha contra el coronavirus. Eran por el canónigo emérito Alberto Reynoso González quien dejó el Hospital MIG, institución auspiciada por las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe, el domingo 5 de julio para dar el siguiente paso, la recuperación entre sus familiares.

Mons. Reynoso fue uno de los casos graves de contagios en el cabildo guadalupano que afectó a clérigos y trabajadores; al momento, ese recinto se prepara para una eventual apertura a partir del 13 de julio y cuando este martes 7 de julio, se practicarán pruebas de detección de covid-19 al presbiterio de la arquidiócesis de México según había expresado el arzobispo Aguiar Retes, el pasado 9 de junio.

Fue el 22 de junio cuando este medio reportó  la dura situación que se vivía en Basílica de Guadalupe cuando, por lo menos dos semanas atrás, inició un brote que infectó a 8 personas, dos de ellas de gravedad. El canónigo emérito Reynoso fue hospitalizado en el MIG, cercano a Basílica de Guadalupe, mientras que un capellán de coro, el padre Francisco Javier Arteaga Gutiérrez, no tuvo mejor suerte al morir el 25 de junio. A pesar de las noticias, el mutismo, como es característico en el arzobispado de Carlos Aguiar, fue el mejor medio para relativizar el problema y no dar las justas dimensiones de la “dura prueba” como la definió un canónigo activo al pedir oraciones por personal y clérigos de Basílica.

Afortunadamente, tras casi un mes de hospitalización en donde el canónigo Reynoso permaneció intubado, este domingo, a través de un video tomado en la calle de Río Bamba 800, se aprecia el momento en que el personal médico y de ambulancias despedían al paciente aclamándolo y anunciando la salida mientras se escucha al canónigo, con voz fuerte, agradecer a Dios y al personal por las atenciones.

Hombre querido, de trato amable y simpático, el padre Reynoso nació en abril de 1942 en Ciudad de México. Fue de esa generación sacerdotal que inició muy pronto la formación, desde tierna edad, cuando a los 13 años ingresó al seminario en Temascalcingo. El aniversario de su ordenación pasó mientras él estuvo hospitalizado, el 29 de junio, cuando en 1968 el cardenal Miguel Darío Miranda lo incorporó al presbiterio arquidiocesano junto con otros once compañeros en catedral metropolitana.

Reynoso González es un hombre de trabajo parroquial. Sus primeros pasos en el servicio ministerial fueron en Milpa Alta, la colonia Campestre Churubusco, y su estancia más prolongada en la Unidad Habitacional Villa Panamericana, de 1977 al 2001, en donde le tocó levantar el templo de esa comunidad. Ahí, como expresaría el padre Reynoso, dividió su tiempo “entre construir a la comunidad y la construcción material del templo parroquial”.

En 2001, fue nombrado párroco de san Agustín de las Cuevas, Tlalpan, lugar importante por ser la parroquia de diferentes sedes de comunidades religiosas, la Universidad Pontificia de México y el Seminario Conciliar. Su paso todavía es recordado con agradecimiento y cariño por los fieles. En 2004 llegó a la parroquia de santa María Magdalena, en la delegación Magdalena Contreras, de la Ciudad de México, lugar al que comparó con la anterior parroquia de San Agustín y el 20 de mayo de 2006, por disposición del cardenal Norberto Rivera Carrera, se incorporó al cabildo de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, lo que representó para él una nueva faceta en su vida ministerial en donde, como declaró al momento de su llegada, no sólo fue una designación que le cayó de sorpresa, también sería un reto a fin de conocer “la historia y cultura del pueblo mexicano, de tanta gente…” con la aspiración de que la “evangelización llegue a todo mundo, especialmente a América, a México. Que vayamos construyendo el Reino de Dios, la paz, la justicia, el amor, que la misericordia de Dios se derrame a todos nosotros por intercesión de la Santísima Virgen de Guadalupe…” Hoy, el canónigo Reynoso González ha escrito un nuevo capítulo, quizá de los más importantes de su existencia. Agradecido con Dios y la Virgen de Guadalupe por ser uno de los sobrevivientes en esta pandemia.

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