Covid-19 azota al arzobispado de México Pasan charola para gastos de salud de vicario episcopal de cardenal Aguiar Retes

Pasan charola para gastos de salud de vicario episcopal de cardenal Aguiar Retes
Pasan charola para gastos de salud de vicario episcopal de cardenal Aguiar Retes

Fieles organizan colecta a favor del padre Miguel Ángel Urbán Lozano afectado por el virus.

“Se requieren fuertes cantidades de dinero para cubrir los gastos diarios” del sacerdote, se lee en mensaje.

Apenas hace unas semanas, la crisis desatada por el internamiento del emérito Norberto Rivera Carrera exhibió los serios problemas, delicada situación económica y del abandono del presbiterio ante la ineficiencia del sistema de salud, inútil para atender y responder a las emergencias por covid-19 en el clero de la arquidiócesis de México.

En el consejo episcopal aguiarista, la cuota de esta desgracia tuvo su primera factura con el deceso de Mons. Francisco Daniel Rivera Sánchez y al menos 20 sacerdotes fallecidos. No obstante, el obispo auxiliar Luis Manuel Pérez Raygoza, recién designado para dedicarse de lleno a la atención del clero, quiso apagar el fuego para decir que los curas gozan de una protección integral de su salud resucitando los planes de gastos médicos mayores de Fratesa; sin embargo, la realidad de la pandemia chocó con la utopía de cuidados médicos y de manuales de descuentos del piadoso obispo.

No hay un estimado cierto del número de sacerdotes infectados en la arquidiócesis de México. En la curia aguiarista, al menos dos vicarios episcopales territoriales padecieron covid-19 con síntomas leves o moderados recuperando la salud sin complicaciones mayores. No fue así con el rector de la Basílica de Guadalupe y vicario episcopal, Salvador Martínez Ávila. Su salud se vio seriamente afectada y gracias a la atención médica recibida en un hospital privado debido al convenio del cabildo guadalupano con el hospital MIG de las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe, Martínez Ávila salió adelante con una cuenta de gastos hospitalarios al menos razonable.

Nuevamente, un duro golpe se asesta, directo y seco al arzobispo Aguiar. El padre Miguel Ángel Urbán Lozano, de sus más cercanos incondicionales y vicario episcopal territorial, apenas nombrado al cargo el pasado 25 de febrero de 2020 sucediendo al obispo Pérez Raygoza, se encuentra en situación delicada por las afectaciones derivadas del covid-19, mismas que han ido escalando al punto de que podría haber sido intubado según circuló a través de insistentes mensajes que informaron del traslado del sacerdote para ser atendido en un nosocomio privado.

Urbán Lozano comenzó los síntomas de la enfermedad alrededor del 13 de febrero y su situación preocupó cuando su salud se deterioró requiriendo hospitalización. Sería el mismo presbítero quien no mostró confianza por el trato en el nosocomio público pidiendo su alta voluntaria para tratarse en un hospital privado, el mismo que sacó adelante a su colega vicario y rector de la Basílica de Guadalupe.

Pero no todos se miden con la misma vara. Como se recordará, tras la controversia por la hospitalización del cardenal Rivera Carrera, el arzobispado de Aguiar Retes prácticamente abandonó a su suerte a todo el presbiterio. Las instancias de la curia aguiarista no meterían las manos al fuego por nadie deponiendo obligaciones canónicas y laborales como afirmó en una tarjeta informativa, el 20 de enero de 2021. 

Nadie imaginaría que una primera víctima de esta decisión sería Miguel Ángel Urbán quien enfrenta no sólo la lucha para vencer al virus sino los costos que día a día se acumulan y podrían ascender a varios miles de pesos.

Sin el apoyo de la economía arquidiocesana y, prácticamente, dejado de la mano del pastor, Urbán acudió a quienes no podrían dejarle en este momento de desgracia: los laicos y hermanos del ministerio.

Pronto, un mensaje circuló en mensajería por el que, sin mayores rodeos, laicos apelaron a la generosidad del público porque el padre Urbán “está hospitalizado y se requieren fuertes cantidades de dinero para cubrir los gastos diarios”.

Mensaje ayuda Urbán

Presentando el número de cuenta bancaria del hospital para hacer los donativos en metálico, el pase de charola fue confirmado cuando el obispo auxiliar Carlos Enrique Samaniego habría avalado la autenticidad del mensaje y datos ahí proporcionados. Tácitamente aceptó la emergencia económica de su colega, cosa que llama la atención al poner en manos del hospital directamente, y no por encargo de los obispos auxiliares o del mismo cardenal Aguiar, la administración de los valiosos recursos para la recuperación del sacerdote.

El presbiterio arquidiocesano comienza a organizarse para asumir lo que otros han dejado de manera irresponsable e incompetente. La fraternidad sacerdotal contra el covid-19, creada por el vicario de laicos en el mundo de la curia aguiarista, padre Horacio Palacios Santana, pretende reunir algún fondo para ayudar al pago de la cuenta de Urbán; a este grupo sacerdotal pertenece el obispo Carlos Enrique Samaniego, el cual, por pura fraternidad, estaría obligado solidariamente a dar de lo suyo para solventar los gastos del compañero en desgracia.

La situación es de llamar la atención. En poco menos de dos meses, Carlos Aguiar Retes, pasmado, incapaz de acompañar a su presbiterio y sumido en el ostracismo, vuelve a lavarse las manos y ahora, nada más y nada menos, con uno de sus más allegados e incondicionales. En cosas de dinero, el arzobispo primado de México no tiene amigos, menos si han optado por una salida que a él no le agrada por la pérdida económica, si se le tocan las bolsas a un arzobispado prácticamente en la ruina por el covid-19 y la opacidad en el manejo de recursos la cual tiene, como responsable detrás del trono, a Eduardo Pisa Sámano en gran medida hacedor del naufragio de la Iglesia de la arquidiócesis de México.

Y otro caso no olvidado y latente por las consecuencias que llegarían hasta a la Santa Sede, es el del cardenal Norberto Rivera Carrera, de quien el arzobispado de México no tiene intención alguna de asumir las obligaciones para garantizar un seguro al prelado. Los costos de su recuperación tienen sin cuidado el arzobispo Aguiar Retes quien, a lo mucho, ha ofrecido un misterio del santo rosario por la salud de su antecesor en el día de la Jornada Mundial del Enfermo del 11 de febrero, incapaz de una llamada telefónica o siquiera pasar una charola de oraciones o confeccionar un ramillete espiritual por la recuperación del cardenal Rivera Carrera y de otros sacerdotes afectados por el covid-19.

El covid-19 ha destapado las grandes vulnerabilidades, acelerando el derrumbe y desastre de un arzobispado. El golpe es un mazazo tremendo al cardenal Carlos Aguiar Retes, el pastor que, ante el invisible enemigo, es duramente azotado para replegarse en la ironía de su sopor. El abandono y aciago gobierno, solapados por él mismo, traerá duras consecuencias como aquellas descritas en el Buen Libro: “A cualquiera que no tiene, aun lo que tiene se le quitará…”

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