En entrevista, el obispo de Chilpancingo-Chilapa habla también del caso de los 43 de Ayotzinapa “Esta pandemia hará que caigan cabezas de muchos políticos”: Mons. Salvador Rangel Mendoza

“Esta pandemia hará que caigan cabezas de muchos políticos”: Mons. Salvador Rangel Mendoza
“Esta pandemia hará que caigan cabezas de muchos políticos”: Mons. Salvador Rangel Mendoza

*El hallazgo de los restos de uno de los normalistas de Ayotzinapa abre una luz de esperanza para resolver el caso de los 43.

*“Les he picado la cresta para insistir en la investigación de los desaparecidos” en Guerrero.

*Designación de presidenta de CNDH, “muy pintada de morena”.

*Pandemia ha descubierto nuestras debilidades…. Muchos políticos no han estado a la altura. Se empecinan en caprichos como insistir en “obras faraónicas”.

*En este tiempo, la Iglesia sigue caminando, “corremos el mismo riesgo” como todos los demás.

Es una llaga que continúa abierta, lacerando, lastimando. Esa noche fatídica de septiembre de 2014, 43 estudiantes desaparecieron. Una supuesta verdad histórica que pretende dar un carpetazo al destino de los normalistas ahora tiene un vertiginoso giro con el hallazgo de los restos de Christian Alfonso, lejos del lugar donde supuestamente fueron incinerados. Mons. Salvador Rangel Mendoza, obispo de Chilpancingo-Chilapa, ha caminado y acompaña en su dolor a las familias de los desaparecidos. Logró abrir Basílica de Guadalupe a los padres de los 43 y afirma que, en el nuevo curso de estos derroteros, se abre una luz de esperanza que hace caer la “verdad histórica”.

A la par de esta llaga, la pandemia continúa galopante en Guerrero tocando a miles. Para el obispo, el coronavirus ha descubierto nuestras debilidades y destapado la incompetencia de la clase política que no ha estado a la altura para dar respuesta a la emergencia. “Muchas cabezas caerán” insiste, pero además el obispo, religioso hijo del pobre de Asís, alienta a los fieles para hacer notar que la Iglesia camina con el pueblo sufriente y corre los mismos riesgos y afirma: “Sepan que nadie los ha abandonado”. En entrevista a este medio, Salvador Rangel Habla de sus esperanzas en torno al caso de los 43 de Ayotzinapa y de los retos y desafíos que la Iglesia debe asumir ante la pandemia que azota a México.

Mons. Rangel, han sido diversos hechos que en las últimas semanas dieron un giro al caso de los 43 de Ayotzinapa. ¿Qué consideraciones tiene al respecto?

-Quisiera partir del hecho de que los restos del estudiante Christian Alfonso se encontraron en una parte distinta al del basurero de Cocula. Se está abriendo un camino importante y, sobre todo, una gran esperanza para los padres de familia y la sociedad mexicana e internacional. Desde que pasó este suceso de Iguala y el secuestro de los 43, México se puso en una ventana. Hay muchísima gente esperando buenos resultados. Mientras no sepamos la verdad, mientras no se haga justicia, siempre estará una herida que no está sanando. Por eso, tanto los familiares, los padres, el pueblo de Guerrero y de México, necesitamos conocer la verdad para que haya más paz y tranquilidad. Se necesita hacer justicia; ahora, estos restos fuera del basurero de Cocula dan mucha esperanza y, sobre todo, desmiente la famosa verdad que había defendido el gobierno anterior de Peña Nieto: Que todos fueron quemados ahí. Hay otras teorías, otras salidas, con esto se quiere probar que hay restos en otros lugares. Personalmente pienso que hay más gente atrás. Por ejemplo, existen 46 órdenes de aprehensión, ojalá las pudieran ejecutar y esclarecer en esta situación de los desaparecidos de Iguala.

Es importante destacar que hay 150 detenidos, pero no los autores intelectuales o materiales de los hechos…

-Exactamente. Aquí está fallando la justicia porque sabemos que uno de los grandes males de México es la corrupción. Otra cosa es la famosa simulación, como que hacen, pero en realidad nada realizan. Con el hallazgo de los restos, repito, se abre una gran esperanza para la justicia. La investigación está todavía en pañales y tenemos que llegar a la verdad. Por ejemplo, esos 150 detenidos, ¿cómo es posible que no hayan dicho nada? ¡Están protegidos! Alguien está detrás de ellos. Queremos desbaratar todo esto. Se dice que participaron instituciones en la desaparición de los muchachos. Estoy seguro de que el gobierno municipal sabía, lo mismo que el ejército y el gobierno estatal. Estaban avisados, pero su actuar ¿cuál fue? Es lo que no sabemos. Hay un detalle que me descontrola. En la entrada de Iguala está la Fiscalía y había unas cámaras que desaparecieron. ¿Quién las sustrajo? Hay mano negra de todo esto.

Mons. Rangel. "Les he picado la cresta".
Mons. Rangel. "Les he picado la cresta".

La corrupción nos remite a los recientes hechos de supuesta corrupción en el proceso judicial de José Ángel Casarrubias, “el Mochomo”, el líder de Guerreros Unidos y exonerado por falta de pruebas. Esto provoca más desconfianza…

La corrupción es un cáncer que nos ha ido carcomiendo, no podemos avanzar; en este caso, la gran labor de los medios, de los periodistas, ha sido importante, de otra forma ya le hubieran echado tierra. Afortunadamente hay gente en el periodismo, profesionales que luchan por la búsqueda de la verdad.

La identificación de los restos de Christian Alfonso por especialistas de la Universidad de Insbruck da un giro efectivamente y los padres de los 43 ven con optimismo esta nueva ruta. ¿Usted ha platicado con ellos al respecto?

Sí han estado conmigo. Hace unos días, estuve en Chilapa por la ordenación de siete diáconos. Quien los ha acompañado, el hermano José Filiberto, los invitó. Tuve la oportunidad de estar con ellos y saludarlos en la comida. Llevo muy buenas relaciones con estudiantes y dirigentes de Ayotzinapa con quienes tengo buen acercamiento.

¿Ellos confían entonces que esto de la identificación de los restos vaya por buen camino?

Por lo menos es una esperanza. La investigación llegó a un punto cero y esto reaviva la esperanza.

Otra cuestión es la de los desaparecidos. Recientemente, la Secretaría de Gobernación publicó un informe donde aseveró que en el país hay más de 73 mil personas desaparecidas y el Estado de Guerrero se encuentra en los primeros lugares…

Este es otro punto que a mi me interesa señalar. Los desaparecidos no sólo son 43. En Iguala por lo menos hay 500 y están los desaparecidos de Chilapa. No se quiere tocar el punto debido a quienes son responsables y las épocas en las que desaparecieron. Les he picado la cresta para insistir en la investigación de los desaparecidos de Chilapa, pero no lo quieren hacer. Podría decir quiénes están metidos ahí. Antes de salir don Raúl González Pérez de la presidencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, afirmó que la Fiscalía debería empeñar más recursos en la búsqueda de los desaparecidos y también dijo que se debería dar más apoyo a las familias a fin de que Guerrero pudiera retomar sus cauces, pero fueron palabras que se llevó el viento.

Sin embargo, en este tiempo, a diferencia de otras etapas, parece que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos tiene un punto de inflexión donde se le percibe ausente…

Considero que la responsable de los derechos humanos no ha sido una persona popular debido a la falta de consenso para su elección. La designación de esta persona estuvo muy pintada de morena. Por eso, ahora la actuación de la titular está muy sesgada.

¿Qué pasos ha dado la diócesis que encabeza para dar un acompañamiento pastoral a las víctimas y familiares de los desaparecidos?

He hecho presencia entre las familias de los desaparecidos de Iguala y de Ayotzinapa acompañándolos personalmente. Hemos celebrado dos misas. Una, el 26 de diciembre pasado. Los familiares de los desaparecidos no podían entrar a Basílica de Guadalupe. El año pasado platiqué con el cardenal Carlos Aguiar y permitió, por primera vez, la entrada de los muchachos y sus familias a Basílica, ahí estuvieron los de Ayotzinapa. Además, al interior de la diócesis, se ha formado un Colectivo, casi lo hemos adoptado, ahora estamos en las cuestiones legales.

Padres de los 43. Ante la Guadalupana.
Padres de los 43. Ante la Guadalupana.

Como bien mencionó, usted caminó con los familiares de los desaparecidos el fin de año pasado a Basílica de Guadalupe. Celebró la misa y pronunció una homilía donde les dijo que la llaga no cerrará hasta conocer la verdad… ¿Comienza a cerrarse la llaga?

Con esta esperanza, creo que sí. Ojalá que el gobierno y las autoridades pongan de su parte, pero esta cuestión no es sólo de ellos. Debe meterse la sociedad porque esto interesa a todos.

Pasando a otro punto, hay una cuestión difícil, la actual pandemia. ¿Cómo se encuentra el Estado?

En Guerrero, la totalidad de los 81 municipios están infectados a excepción de tres donde no hay casos. De las grandes ciudades infectadas son Acapulco, Chilpancingo, Chilapa y Taxco. En todo el Estado hay más de 9500 casos positivos acumulados y 1280 defunciones. Aun cuando Guerrero está en semáforo naranja, hay el riesgo de volver al rojo porque las infecciones van galopantes en el Estado. Desgraciadamente no tenemos vacuna y las instituciones son incapaces de hacer exámenes masivos para saber si la gente está infectada o no. Así sabríamos por dónde camina el coronavirus, a nivel nacional algunos Estados reportan una saturación de camas de hospital.

¿Qué hay de la apertura de templos en la diócesis?

Esto es muy importante. A nivel nacional, la apertura de templos estaba en cuarto lugar. Me admiró que antes de las iglesias abrirían escuelas y universidades, las cantinas, bares y centros deportivos. Quiero decir a todo mundo: Tengo cinco años en Guerrero y he descubierto una gran fe, una gran religiosidad y, sobre todo, las bellas tradiciones del pueblo. La fe es esencial. La iglesia, el sacerdote, son lugares y personas de consuelo, de oración y paz. Posiblemente es lo que necesitamos muchos de nosotros en este momento, el encuentro con Dios y la paz. Otra cosa muy importante, desde el domingo 12 de julio di la orden, como en casi todas las diócesis de Guerrero, de abrir las iglesias, de manera paulatina y con todas las medidas de seguridad. Desde hace más de 15 días estoy celebrando en la catedral de Chilapa y en la de Chilpancingo. Como Iglesia somos de los más disciplinados, observamos medidas como la sana distancia o los tapetes sanitarios, el uso del gel o no hacer el saludo de la paz. Creo que debemos hacer práctica en la Iglesia porque es una institución donde hay control y disciplina entre los fieles, somos un ejemplo para los demás. Esto es importante, fe y religión son esenciales para el mexicano. A nivel nacional somos el 84 por ciento de católicos, casi 100 millones de personas, y dejarlos al último no creo que sea acertado. Desgraciadamente quienes dictan estas leyes son poco creyentes.

¿Qué nos puede dejar la pandemia? ¿Qué nos enseña?

Primero, ha descubierto la debilidad de la naturaleza humana. La pandemia ha atacado a todos, hombres y mujeres, pobres y ricos. Me admira cómo Estados Unidos tiene más de 4 millones de contagios y arriba de 145 mil muertes. Lo mismo en México, superamos a otras naciones, llevamos más de 40 mil personas fallecidas. Nos hemos descubierto débiles, el hombre, por sí solo, puede caer en esta pandemia y en otras. Lo segundo es que debemos ser más solidarios unos con otros y luego, algo de lo que se ha venido hablando y con lo cual estoy de acuerdo, es que son golpes dados a la naturaleza, a nuestra casa común, la Tierra. Posiblemente, el coronavirus ya era muy antiguo, pero en estos golpeteos la Tierra se está rebelando. Los seres humanos, al estar confinados, observan cómo la naturaleza se regenera y los animales toman sus espacios. La pandemia nos enseña esto: descubrirnos débiles, la oportunidad de sentirnos hermanos y apoyarnos unos a otros, somos humanidad. Otro detalle es importante observar, la pandemia va a golpear mucho a los políticos de cualquier tendencia y color. En la clase política, la mayoría no ha estado a la altura para responder en esta pandemia. Veo gobernantes de Centro y Sudamérica quienes se ponen a rezar, y claro que esto es importante, pero además de rezar tiene que hacer otras cosas por su pueblo. Esta pandemia hará que caigan muchas cabezas de políticos. Finalmente, la pandemia también nos golpeará económicamente, y ya lo está haciendo. En el caso de México tenemos esas obras faraónicas, el tren maya, la refinería de Dos Bocas o el aeropuerto de Santa Lucía. Todas esas energías deberían encaminarse en bien del pueblo tendiéndoles la mano, ofrecerles salud y no obras que a veces suenan como a capricho. Otro punto es la relación de las familias, nunca se había dado que las familias estuvieran juntas por tiempos tan prolongados. No estábamos acostumbrados, teníamos un trato superficial dentro de la familia. En este tiempo, estamos viendo las cualidades y defectos de cada uno. Necesitamos poner los parámetros para saber cómo debe marchar y funcionar la familia de ahora en adelante. Efectivamente, muchas familias están en jaque, pero deben redescubrir y reorientar sus relaciones.

Diócesis de Chilpancingo. Disciplina.
Diócesis de Chilpancingo. Disciplina.

¿El coronavirus descubrió la crisis de la familia?

Exactamente, antes los padres estaban ausentes, los hijos en las escuelas, era vivir en una burbuja de irrealidades. Ahora tocamos tierra con esta pandemia; sin embargo, esto nos debe ayudar a reflexionar, sobre todo, incluso en los jóvenes donde se deben relaciones distintas y diversas. Un beneficio de la pandemia es el uso de los medios electrónicos y los actuales medios de comunicación. En la Iglesia, los obispos se han metido a esto. Estoy en el Consejo de la Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano y hemos salido adelante gracias a las conferencias virtuales. Las misas que celebro se difunden por las redes en internet y televisión. Será de gran beneficio aprovecharlos, ¡hasta los abuelos se están comunicado con sus familias a través de estos medios! Creo que la técnica nos ha dado la mano, la hemos descubierto en sus bondades, es una cosa magnifica.

Aunque hay riesgos. Algunos afirman que podría afianzarse la relativización del culto cristiano para aceptar más la virtualidad que la realidad…

Los riesgos siempre los podemos tener. Quizá pueda servir este ejemplo, no es lo mismo ver una pizza virtual que ir a la pizzería a comerla. El hombre está hecho de realidades, nunca cambiará una cosa por otra. Dios nos ha dado corazón e inteligencia para actuar sabiamente. Es cierto, habrá un cambio, pero no esta manera de sustituir la realidad.

En relación con la pandemia, ¿en la diócesis hay presbíteros infectados?

Desgraciadamente tenemos cinco infectados. De estos, tres ya salieron y había dos jóvenes. Ahora tenemos dos, un padre de 80 años en situación delicada y otro sacerdote con síntomas más leves. De las religiosas, no hay ningún caso.

Finalmente, señor obispo, y para concluir esta entrevista con motivo de los recientes cauces en la investigación de los 43 normalistas, ¿Se cayó la verdad histórica?

Para mí sí se cayó la verdad histórica con los restos de Christian que acaban de encontrar.

¿Tiene algún mensaje final para nuestros lectores en estos tiempos de pandemia?

Sobre todo, un saludo muy cariñoso para todos sus lectores y auditorio. Así como hace poco los obispos de México publicaron un documento enviando un abrazo de apoyo a todos, quiero que sepan que estamos caminando; aquí nuestros sacerdotes están yendo hasta los puntos más lejanos. Sepan que nadie los ha abandonado, seguimos caminando con ustedes. Celebré un funeral donde había una caja chiquita, nunca me supieron decir si la persona falleció de coronavirus, pero así los acompañé. Que sepa la gente que, como Iglesia, caminamos con ellos, no los abandonamos, corremos el riesgo al igual que ellos. Recordemos las palabras de Jesús cuando se despide de sus apóstoles, “Siempre estaré con ustedes”, y también lo que él mismo dijo: “No temas rebañito mío”, tenemos esa presencia de Dios por medio de la fe y de la esperanza. Así creo esas cosas.

Iglesia. Pueblo que camina.
Iglesia. Pueblo que camina.

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