Poco más de un mes después de que se conociese que habían sido expulsadas de la Orden carmelita, el Vaticano ha cerrado el convento de Arlington (Estados Unidos), después de una deriva de algo más de un año en la que las exmonjas se enfrentaron con el obispo -que investigaba a la superiora por supuestas relaciones sexuales con un cura de otra diócesis- y al que acabaron denunciando ante los tribunales

"Se ruega a los medios de comunicación que respeten el silencio de su vida y vocación, especialmente en estos momentos, y se les ordena formalmente que no entren en los terrenos ni en los edificios del convento, ni intenten ponerse en contacto con las monjas"

A diferencia de las exclarisas de Belorado, sostienen que "rezamos todos los días por el Santo Padre, el Papa Francisco, y por nuestro obispo, Michael Olson", por lo que "cualquier afirmación de que nos hemos apartado de la fe católica es ridícula"

No han reconocido la autoridad del obispo, de su orden religiosa ni del dicasterio competente. Es más: se han unido a la cismática Sociedad de San Pío X, fundada por Marcel Lefebvre. En otras palabras: se han marcado un Belorado

Del mismo modo que han hecho las exclarisas de Belorado, intentaron convertir el convento en una asociación civil para conservar el control sobre los bienes de la comunidad

Un año antes de que la exabadesa del convento de La Bretonera, en Belorado, oficializase la espantada de la Iglesia católica con el pintoresco Manifiesto Católico redactado por un obispo fake y sedevacantista, las hermanas carmelitas de un convento en Arlington (Texas, Estados Unidos) ya traían de cabeza a su obispo y estaban acabando con la paciencia del Vaticano

Tras un período de serias desavenencias con el obispo de la diócesis de Fort Worth, Texas (Estados Unidos), las carmelitas del monasterio de la Santísima Trinidad, de Arlington, han decido romper amarras y pasarse a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, una congregación tradicionalista fundada en su día por el cismático Marcel Lefebvre, suspendido a divinis en 1976 por Pablo VI

La superiora ha mantenido en los últimos meses una agria disputa con el obispo Michael Olson que acabó en los tribunales civiles después de que éste decretase la expulsión de la superiora (al parecer con el visto bueno de la Santa Sede) tras una investigación diocesana que concluía que la monja había mantenido relaciones sexuales con un sacerdote

El texto revoca la expulsión de la madre Agnes decretada por el obispo de Fort Worth, Michael Olson, quien en junio de 2020 la acusó de delitos contra el sexto Mandamiento y desobediencia contumaz

Teresa Agnes "no poseía ninguna autoridad real o siquiera imaginaria sobre su presunto cómplice, un hombre adulto (y clérigo ordenado), que pudiera haberse sometido a la autoridad de la Madre Teresa Agnes como Priora"