"Hoy el modelo litúrgico no ha desaparecido en absoluto. Hay sacerdotes, incluso jóvenes, que absolutizan algunos lenguajes antiguos y descontextualizados de la Liturgia, olvidando que pertenecen al Pueblo de Dios, reduciendo la acción litúrgica a una sacralidad exteriorizada, exclusivamente relacionada con sus propias ideas, incluso con la tentación del cuidado estético de su propia imagen. En lugar de gastarse de una manera más profética…, parecen cultivar -¿de modo narcisista?- una afición más cultual"
"Creo que es necesario repensar el modelo tridentino de formación 'separada' y que no ha sido modificado sustancialmente en ese sentido de ‘separado’ de entonces ahora, deseando un mayor compromiso con la vida comunitaria y con las situaciones normales de la vida"
"No se puede continuar la formación en un modelo ministerial "agotado" en el sentido de que fue creado en el siglo XVI. Se corre el riesgo de formar sacerdotes para una sociedad que ya no existe, definida por una realidad social, cultural y socioeconómica completamente nueva"
"Lo que se pide al sacerdote es que sea una obra maestra de la vida humana y esto es una gracia y una tarea, no solamente en contacto con la vida concreta y real a la que se pretende servir, sino en medio del pueblo al que se quiere servir"