Se nos murió Luz Mery, Luz Mery González Caicedo, una mujer, víctima de la guerra de nuestra Colombia, que llevaba en su cuerpo las cicatrices y en su alma la resiliencia. Era débil y tenía toda la fuerza de Dios.
Ese día, al escucharla, se me arrugó el corazón, tragué saliva y lloré.
Después de eso, asistí a un concierto del Coro Reconciliación y Paz de la filarmónica de Medellín, y ahí estaba Luz Mery, ahora cantando y encantando.
Una sinfonía en la que se juntaban las voces de antiguos victimarios con las de sus víctimas, los primeros recibiendo el perdón y las segundas sintiéndolo brotar de su corazón.
Empezó contándome que le gustaba mucho ir al Coro Paz y Reconciliación porque allá le daban vida, le ponían inyecciones de alegría.
“allá me dan vida, me ponen inyecciones de alegría”; cuánto sueño con instituciones así, una Iglesia así, como el Coro Paz y Reconciliación de la Filarmónica de Medellín, donde demos vida, donde pongamos inyecciones de alegría, donde acojamos a los que se reinsertan, dejemos brotar el perdón de Dios, no nos estigmaticemos, nos queramos como una familia.