Es tiempo de actuar Nadie podrá robarme la esperanza

Nadie podrá robarme la esperanza
Nadie podrá robarme la esperanza

Estoy harto de que hagamos políticas

desde burbujas alejadas de la vida,

desconectadas de la realidad de las personas.

Estoy harto de que el populismo

instrumentalice el malestar social.

Llevamos mucho tiempo esperando

a que vinieran mejores tiempos

para los derechos de las personas.

Esperando agazapados

creyendo de que así

no se iban a cruzar más líneas rojas

que atentaran contra los derechos y la democracia.

Nos decían que era mejor

lo malo conocido que lo bueno por conocer,

pero lo nuevo vemos que es peor.

Tuvimos que tragar carros y carretas

para que el discurso del odio y de la xenofobia

que lanzaban algunos no invadiera todo,

pero creo que nos confundimos.

El discurso avanza porque nos dejamos invadir,

dejamos que el discurso del odio y la indiferencia

nos inocule y se cebe contra los más débiles.

¿Es que los migrantes

nos traen todos los males?

No es verdad.

Vemos como la desigualdad crece,

cómo cada día es más difícil

encontrar una casa digna donde vivir.

Vemos cómo encontrar un trabajo estable se complica,

las listas de espera para el médico se hacen eternas,

la vida en algunos contextos y barrios se deteriora,

el campo se despuebla y la tierra gime,

la pérdida de valores sociales y democráticos nos minan.

Y todavía tienen la cara de decirnos

que los migrantes son el problema.

Que ellos nos roban los empleos,

copan las atenciones médicas y

atentan contra nuestra identidad y valores,

entre otras cosas.

¿Quiénes están sumando

en nuestras sociedades envejecidas?

¿Quiénes cuidan de nuestros mayores y pequeños

para que tengamos un futuro?

¿Quiénes trabajan nuestro campo

y traen los alimentos a nuestras mesas?

¿Por qué no atajamos los males

que realmente nos hacen daño

y dejamos de buscar chivos expiatorios

entre aquellos que no pueden defenderse?

¿Por qué somos tan cobardes?

¿Por qué no implementamos políticas universalistas

que enfrenten la desigualdad,

que reformen nuestro mercado laboral,

que nos ayuden a gestionar la diversidad

y tantas otras cosas que conocemos?

¿Es que en este contexto de sálvese quien pueda

vamos a seguir dejando que sigan haciendo daño a los mismos,

o dejando que los pobres tengan

que pelear contra los pobres por unas migajas?

¿Vamos a dejar que se desmantele el estado de derecho,

en aras a no sé qué seguridad, a que sigan utilizando

el discurso del miedo, del muro o de la invasión?

¿Cómo somos capaces de aupar a políticos

que en nada encarnan nuestros valores?

¿Cómo vamos a vivir juntos?

Esta es la madre de todas las batallas.

¿Por qué no nos sentamos juntos a la mesa?

En una mesa donde seamos capaces de que

todas las personas tengamos un lugar

y podamos aportar, soñar, luchar,

trabajar, cuidarnos y crecer juntos.

¿Por qué es eso tan difícil?

¿Es más cómodo estar sentado en el sillón

cambiando de canal

mirando la vida pasar?

Quizás un día sea demasiado tarde,

y el tiempo se acerca.

Estaremos tan atenazados

que no vamos a poder movernos

y otros decidirán por nosotros

lo que no queremos.

Estoy harto, pero ¿sabéis una cosa?

A mí no me van a quitar la esperanza.

La esperanza en la vida,

en la humanidad,

en lo pequeño,

en lo germinal.

Es tiempo de actuar.

Sí, tiempo de actuar

con nuestro testimonio,

con nuestra palabra,

con nuestros actos,

con nuestra oración,

con nuestro voto.

Nadie podrá robarme la esperanza.

Alberto Ares

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