Homilías que duermen culos, con perdón ¿Homilías o petardos? Un poco de respeto a los fieles

 La Homilía no es el centro de la Eucaristía

En el año 2023, exactamente el 2 de enero, el Papa pidió a los sacerdotes que sus homilías no duraran más de diez minutos. Un amigo mío decía que en los cinco primeros minutos los sacerdotes que preparan bien sus homilías pueden mover el corazón de los fieles. Y es verdad. Otro amigo mío decía que a partir de los ocho minutos ya solo mueven los culos. Y hay un viejo chiste que dice que en una ocasión un cura no paraba de hablar y hablar en la homilía y pasaban los minutos y no terminaba su homilía. Una persona que estaba escuchando con atención le dijo a la que tenía al lado: "Este cura no acaba de hablar y ya se me está durmiendo el culo . ¡Uy!, dijo su compañero. ¡A mí ya me ha roncado y todo!" Lo digo con humor y respeto.
Nos decía el Papa que "muchas homilías son un desastre y que no deberían durar más de diez minutos y deben prepararse en oración y con espíritu apostólico"
Muchos sacerdotes utilizan la homilía para escucharse a sí mismos en un espíritu más narcisista que pastoral. Se nota enseguida. Otros hacen sus homilías tan monótonas y planas que echan a los fieles de sus parroquias, lo saben y nunca se preguntan por qué, incapaces de hacer un discernimiento serio. Piensan algunos que por ser más largos y cultos van a ser más interesantes y están muy equivocados. Desde mi experiencia como predicador creo que tenemos que estar muy atentos a los que escuchan y a sus reacciones; cuando se mueven mucho o dejan de mirar con interés es mejor acabar o buscar recursos para que la gente vuelva a recuperar la atención. A mí me ha ido siempre muy bien el recurso a los poemas. ¡Tenemos poemas tan hermosos de nuestros poetas clásicos y modernos sobre los temas que trata Palabra de Dios que es una pena que no los utilicemos para atraer la atención y a través de la belleza llegar más al corazón y a la mente de los fieles! Yo lo recomiendo. Son recursos muy valiosos.
En los últimos tiempos ha llegado a mi pueblo un sacerdote joven, preparado y entusiasta, que está logrando llegar a la gente con sus homilías bien preparadas y con la duración adecuada, como pide la Papa. Se llama Miguel Francisco y provoca la atención de la gente. Algunos domingos me quedo contemplando los rostros de la gente desde el presbiterio donde concelebro con él, y veo las caras concentradas y atentas, en un profundo silencio que solo rompen, alguna vez, los niños con sus llantos y ruidos normales por su edad. Sería una pena que los niños no se vean nunca en la celebraciones cristianas. Ellos son el futuro de nuestra iglesia y deben sentirse acogidos y queridos en la comunidad cristiana desde niños.
Otro ejemplo edificante de esas homilías que cautivan y llenan el corazón ya lo conté en este mismo blog. Iba al dentista y, como llevaba tiempo, pase a hacer una visita en la iglesia del Carmen, entre Gran Vía y Sol en Madrid. En ese momento comenzaba la Eucaristía y me quedé. Llegó la homilía y me quedé impresionado de cómo el sacerdote que celebraba explicaba la palabra y buscaba recursos para que la gente lo entendiera y no perdiera el interés. A mí me dejó cautivado y, con riesgo de llegar tarde al dentista, me quedé hasta el final. Y me acerqué al acabar la Eucaristía a felicitar a este sacerdote por su brillantez y eficacia pastoral. Su nombre: Ricardo García.
Pero no siempre sucede así. Me envían unos amigos con frecuencia, vía wasap, un periódico desde Palma de Mallorca y leo textualmente en una sección que se titula Llama la atención: "Que la homilía del obispo de Mallorca, Taltavull, durante la vigilia de Navidad en la abarrotada catedral durara 25 minutos, provocando no pocos comentarios entre los fieles... Que en dicha celebración varios asistentes se levantaran y abandonaran la Seu en pleno cántico de la Sibil-la, molestando al resto del público. Al finalizar éste, centenares de personas no se quedaron a la misa como de costumbre pero respetaron la actuación, si bien con su salida del templo provocaron el enfado de Taltavull."
Ya veis que la historia se repite una y otra vez y no acabamos de tomar nota. ¡Y encima el obispo se enfada! Lo que el papa dice nos lo pasamos muchas veces por el arco del triunfo.
¿De qué nos vamos a quejar después si nuestras celebraciones se van vaciando de fieles cada vez más?
La homilía es importante pero no es el centro de la Eucaristía y, por tanto ,ha de ocupar el tiempo que le corresponde. No sea que el tiempo excesivo que ocupamos en la homilía queramos ahorrarlo después en el resto de la celebración y vayamos acelerando como coches de Fórmula uno. En fin,  palabras al viento.

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