“Nada hay imposible para Dios” IV Domingo de Adviento

Comentario: P. Alfredo Quintero Campoy - Alejandro Fdez. Barrajón

La liturgia de la palabra de este domingo nos ilumina y conduce en nuestra historia desde el actuar de Dios, quien todo lo hace grande. El pastor de ovejas, como David, trasciende la historia porque se deja conducir por Dios aún cuando tiene sus propios pensamientos y deseos para actuar como le dicta su corazón, sin embargo es capaz de escuchar la voz de Dios a través del profeta Natán y confía en el actuar de Dios, pone a Dios por encima de sus propias consideraciones humanas de construir un templo. Dios quiere construir su proyecto a través de gente dócil y el proyecto de Dios siempre va a ser grande en cada persona porque Dios siempre conduce a la trascendencia y a la plenitud pero hay que dejar que Dios nos conduzca en perfecta obediencia de la fe. Dios es un diseñador perfecto, todo lo hace bien. Estamos invitados en obediencia de fe a armonizar nuestros pensamientos y actos con la actuación y proyectos de Dios. Así lo entiende y lo asume María. María es el mejor símbolo del Adviento y de todos nosotros, la humanidad en tinieblas, azotada por una Pandemia de enfermedad y de falta de fe. Ella espera contra toda esperanza y esto es lo que hoy necesita nuestra humanidad.

El evangelio de Lucas nos da un retrato perfecto de lo dicho anteriormente, María se deja sorprender por el Ángel Gabriel y se desconcierta porque aquello le cae de forma inesperada, como le pasa al mismo David cuando, siendo el último de los hermanos que estaba por allá en los campos,  es a quien escogen para vaciarle el cuerno de aceite y baje el Espíritu de Dios sobre él, con ese espíritu comience a actuar con el poder de Dios. Así la humilde mujer de Nazareth, María, abre su persona a la manifestación del poder de Dios, deja que Dios obre plenamente en ella aunque entre en las complicaciones humanas, de que en las cosas difíciles, el mismo Dios le ayude a ponerlas claras con José su esposo, porque Dios sabe cómo hablarle a cada persona y así con esa paciencia confiada de María en Dios, las cosas se le van acomodando. María es la mujer llena interiormente de la Paz y presencia divina. Ella es la mujer que lo tiene todo: es la llena de gracia, Dios ya está con ella, es invitada a confiar totalmente en Dios y así lo vive: aquí está la esclava del Señor hágase en mi según tu palabr . Hoy,en tiempos de gran incertidumbre, cuando la pandemia del Covid ha revelado la fragilidad de nuestras estructuras y seguridades, se vislumbra un horizonte de fe oportuno para caminar agarrados de la mano de Dios, de cuya fuerza recibimos vitalidad, firmeza y serenidad.

Ciertamente, seguimos caminando, como zarandeados por las muchas contrariedades, en esta historia mientras vivimos, lo importante es ver cuáles son nuestras fuerzas en las que hemos confiado. Si nuestras esperanzas las hemos puesto en cosas frágiles entonces seremos vapuleados, zarandeados y podremos desesperar y casi morir, como le pasa a muchos hoy.

Por eso, la segunda lectura a los Romanos de hoy nos recuerda que nuestra mirada de fe tiene que estar puesta en el que todo lo puede y en cuya palabra, que es Cristo, debemos asentar nuestra confianza, una vez que hemos escuchado esta palabra y la hemos hecho vida . Con Él transitamos a la eternidad, a la trascendencia desde la pequeñez cómo nos enseñan en su origen como Pastor de David y desde la pequeñez de esa mujer de Nazareth que tenía abiertas las puertas y ventanas de su vida para que Dios entrara en su historia y dialogando con el que es la Palabra, lo dejará actuar en ella en obediencia plena para que Dios cumpliera su obra. Ésta es la belleza de la Encarnación, ésta es la belleza de Dios con nosotros !

LA ANUNCIACIÓN- ENCARNACIÓN

Estaba María santa contemplando

las grandezas de la que de Dios

sería Madre santa y Virgen bella.

El libro en la mano hermosa,

que escribieron los profetas,

cuanto dicen de la Virgen

¡Oh qué bien que lo contempla!

Madre de Dios y virgen entera,

Madre de Dios, divina doncella.

Bajó del cielo un arcángel,

y haciéndole reverencia,

Dios te salve, le decía,

María, de gracia llena.

Admirada está la Virgen

cuando al Sí de su respuesta

tomó el Verbo carne humana,

y salió el sol de la estrella.

Madre de Dios y virgen entera,

Madre de Dios, divina doncella.

Lope de Vega (1562-1635).

 ¡Feliz domingo en la gracia de Dios!

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