Una nueva manera de situarnos ante el nuevo año “La comunicación e intercambio de los dones “ Las Epifanías del Señor.

Alfredo Quintero Campoy - Alejandro Fernández Barrajón

Epifanía es la manifestación de Dios a todos los hombres y a todos los pueblos.

La centralidad del mensaje de la Epifanía del Señor orienta nuestra mirada a abrirnos a la comunicación de los dones como un intercambio de gratuidad y como signo de la adoración de Dios, hecho hombre.

Los elementos de la liturgia de la palabra de este domingo nos conducen a la parte central: adorar a Dios con la sinceridad profunda del corazón y de la recta intención. ¿Por qué recta intención ? Los magos de oriente llevan todo el deseo de ir y llegar hasta donde está el rey de los judíos, se conducen por la estrella que los guía y en su lógica natural buscan en Jerusalén, sin embargo, el Niño no está en Jerusalén sino en Belén, el lugar de origen del Rey David, el pequeño pueblo de Belén vuelve a estar en la mirada universal porque así lo ha querido Dios. Desde lo pequeño se manifiesta la Luz divina; los magos van con su recta intención llena de fe hacia El Niño que se ha manifestado, sin embargo, Herodes esconde sus intenciones y manda a los magos que sigan su búsqueda del Niño hasta Belén y desea que, una vez encontrado, le avisen para, entonces, poder ir a eliminar a ese Niño, aunque dice que quiere adorarlo

El acontecimiento de Belén no es un hecho aislado, particular o simplemente anecdótico, en el proceso de la historia de la salvación, aunque así lo parece a juzgar por lo superficialmente que lo celebramos.

 El acontecimiento de Belén es un hecho universal. Esto vienen a decirnos, simbólicamente, los magos que desde lejos vienen a postrarse ante el niño como signo de reconocimiento y le ofrecen sus dones:

Oro: Símbolo, entre los pueblos antiguos, de realeza. Todavía hoy nuestros hermanos orientales, cuando pretenden pintar un icono como objeto de veneración, utilizan el dorado para resaltar la realeza del salvador. Este niño es rey.

Incienso: signo de la divinidad. El agradable olor del incienso y su ascenso sereno hacia las alturas refleja la divinidad, la espiritualidad. Este niño es un ser espiritual.

Mirra: Un bálsamo procedente de Arabia y Abisinia utilizado como tónico. De mucho valor en la antigüedad como medicina. Este símbolo de la mirra nos habla de Cristo como médico, como curador, como salvador del género humano.. Este niño es un médico.

En la pragmática del hombre moderno esto no significa ya casi nada. Estamos perdiendo la capacidad del simbolismo que ha acompañado siempre nuestras conquistas culturales más valiosas.

La fiesta de la Epifanía, sin embargo, es una hermosa representación donde cada personaje quiere trasmitirnos una actitud, una valiosa información para nuestra vida.

LOS MAGOS:

Ven la estrella. Se preguntan, se emocionan...

La siguen, se ponen en camino, se llenan de alegría

Descubren al Niño, se postran y lo adoran

Se dejan transformar (Ya no siguen por el camino de Herodes) se van por otro camino

Ellos mismos se convierten en estrellas, en mensajeros de lo que han visto y vivido.

¿Qué tenemos de común nosotros con los magos?

HERODES:

Entre su poder y el niño que ha nacido, escoge su poder.

Vive en la corrupción: se trata de beneficiarse, caiga quien caiga

No sirve a su pueblo, se sirve a sí mismo.

Es el único personaje del Belén que no se encuentra con el niño y por eso no se abre a la vida. Se abre a la muerte: mata a los inocentes. (Ya había matado a su mujer Marianme)

Los judíos decían de él: “Más vale ser cerdo que hijo de Herodes”

Está incapacitado para dejarse iluminar por la estrella, por ese niño que es ternura.

Lo peor es que no ha sido uno sólo. Hay muchos Herodes sueltos en las páginas de la historia  y de la vida; ayer y hoy: Todos los que optan por la violencia y el asesinato, directa o indirectamente. La semilla del mal de Herodes sigue sembrada en los surcos de la vida:

La matanzas de niños inocentes se sigue practicando hoy, disfrazadas de palabras bonitas como “interrupción legal del embarazo”. Y que conste que no pretendemos juzgar a las mujeres que abortan, bastante drama arrastran ya. Pero nunca puede solucionarse un problema con otro peor.

 O la muerte legal de los ancianos con palabras como “Eutanasia” o “muerte digna”.

En definitiva, que Herodes sigue suelto manchando, todavía en el año 2021, las páginas de nuestra historia.

LA ESTRELLA:

. Aquí lo importante es que el signo de la estrella se manifiesta a estos magos y estos, con fe, se conducen por donde Dios los lleva. Esto es algo fundamental: Dios manifiesta a su Hijo a quienes de verdad quieren adorarlo, ya lo expresa el mismo Jesús: “En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: – Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien” (Lc 10,21). La revelación de Dios se manifiesta a quien la acoge con fe y la transmite con fidelidad, como el mismo San Pablo refiere en la segunda carta a los efesios: Dios quiere hacer a los pueblos paganos herederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa. Vemos en esto último el don por excelencia de Dios a los mismos paganos. Dios se manifiesta y estos paganos, en la persona de los magos de oriente, dirigen sus pasos y toda su vida hacia el Niño Dios para adorarlo y ofrecerle sus dones . El proyecto de Dios va más allá de toda pretensión de construir una vida y ambiente humano más positivo , más esperanzador .

-La luz es el signo más cercano de la presencia divina.

-Dios es la luz, la estrella, el sol que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas.

-Estamos invitados a contemplar, como los magos, esta estrella, que tiene cinco puntas luminosas:

  1.- El Evangelio: Es el camino de Jesús, su palabra, su vida, su entrega. Gandhi: “Tenéis el mejor programa de la humanidad. Sólo os falta una cosa: que lo viváis”.

 2.-La iglesia- la comunidad cristiana: Es el microclima de la fe, el agua del pez. La iglesia está llamada a ser servidora, a facilitar el camino para que los hombres se conduzcan hacia Dios con una vida llena de esperanza, sin obstaculizar ni impedir a quienes son convocados por el mismo Dios para que vayan a su encuentro. Dejar que la luz de Jesucristo resplandezca para toda la humanidad, es una tarea que la iglesia está llamada a llevar a cabo. La fidelidad de la iglesia a Jesucristo, se manifiesta cuando ayuda a quitar lo oscuro del camino de quienes se desplazan en la búsqueda para encontrar a Dios, así nos lo recuerda  el profeta Isaías: Jerusalén resplandece porque ha llegado la luz del señor. La luz del Señor lleva a los magos a través de la estrella Hasta Belén y no a Jerusalén donde no está la estrella porque El Niño Dios es la luz. Así la iglesia debe de estar donde Jesucristo quiere estar porque la iglesia es servidora de Jesucristo. En ella hemos crecido a la fe, hemos descubierto al Señor, celebramos cada día su presencia. En ella nacemos y morimos. Sta. Teresa: “Gracias, Señor, porque muero hija de la iglesia”.

3.-La tradición: Más de 2000 años de andadura cristiana.

Una procesión inmensa de luz desde los apóstoles hasta nuestros días.

¡Cuántas vidas de creyentes han sido estrellas para nosotros!

Si la historia hablara sin mentiras: ¡Cuántas historias de amor a Dios y a los hermanos nos enseñaría!

¡Qué hermoso será cuando en nuestra madurez humana y cristiana seamos capaces de comunicarnos y relacionarnos con la belleza de los dones de cada uno! Eso podría ser una nueva firma dinámica de orientar nuestra relaciones humanas y de comunidad creyente en Cristo. Porque en la comunicación de los dones todo fluye como el agua cristalina y límpida, que se puede beber para dar vida.

4.- Los sacramentos:

Cada familia tiene sus momentos especiales, más intensos. La iglesia, también. La iglesia palpa a Dios especialmente en los sacramentos. Son las inyecciones de gracia del cristiano.

Las vitaminas y proteínas que deshacen el colesterol de nuestro pecado.

Del mismo modo que hacemos un chequeo de vez en cuando para revisar nuestra salud, y hacemos muy bien. Así los sacramentos quieren revisar nuestra vida y empujarla hacia Dios. Los tenemos al alcance de la mano y del corazón y a veces los abandonamos: la comunión, la penitencia, la unción de los enfermos... Y son gratuitos.

Nuestra razón de ser, en el día a día, es vivir en comunicación del don, ofreciendo lo mejor que poseemos pero también abiertos a recibir lo más grande que el otro me puede compartir desde sus dones. Así lo vemos en la Epifanía del Señor: Dios se revela a todos los pueblos y se da a cada uno y los pueblos son llamados a adorarlo ofreciendo lo mejor de sí. 

5.-Los pobres:

Cristo fue pobre, nació, vivió y murió pobre para hacernos ricos. En los pobres se dibuja su rostro. En nuestra solidaridad se dibuja la estrella que hemos descubierto.

El oro, el incienso y la mirra que Dios quiere es un corazón cristiano que opta por la justicia y la generosidad sin límite.

 “Cuando no se tiene dinero, se piensa en el dinero, pero cuando se tiene mucho dinero, sólo se piensa en el dinero”.

Nuestra apuesta es CRISTO, el personaje central de esta representación de Navidad.

Vence nuestras sombras

 Nos señala un camino.

 Nos acompaña a lo largo de la vida.

Los tres Magos 

(Rubén Darío)

––Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso.

Vengo a decir: La vida es pura y bella.

Existe Dios. El amor es inmenso.

¡Todo lo sé por la divina Estrella!

––Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo.

Existe Dios. El es la luz del día.

¡La blanca flor tiene sus pies en lodo

y en el placer hay la melancolía!

––Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro

que existe Dios. El es el grande y fuerte.

Todo lo sé por el lucero puro

que brilla en la diadema de la Muerte.

––Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos.

Triunfa el amor, ya su fiesta os convida.

¡Cristo resurge, hace la luz del caos

y tiene la corona de la Vida!

Adoremos a Dios con lo mejor de nuestros dones y recibamos el mejor don del Padre eterno que es su Hijo amado. Tener a Jesús delante de nosotros con todo lo que él es: amigo, redentor, misericordioso, siempre a la escucha y comprensivo, sin juzgar, solo buscando que entremos en su corazón y lo sigamos como camino, escuchando su palabra y haciendo esta palabra vida en nuestra misma realidad existencial.

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