¿Refundada por quién y para qué? No a la refundación de la Vida Consagrada

Francisco, con la vida consagrada
Francisco, con la vida consagrada Vatican Media

"Me niego a seguir hablando de la refundación de la Vida Consagrada. Quien necesite refundarse que lo haga"

"Nuestro fundador fue un laico. Y en lo referente a la sinodalidad, nuestra Orden fue siempre democrática y sinodal a la hora de tomar decisiones importantes y afrontar elecciones. La democracia no es un descubrimiento de la modernidad, como algunos políticos actuales quieren hacernos creer"

"Con tanto hablar en todos los lugares y a todas horas de crisis vocacional nos está llegando de verdad la crisis del desencanto. No hay peor decisión que hablarle a un ciego a todas horas de lo hermosos que son los colores. Puede mandarte a freír espárragos"

"El mejor promotor vocacional de la historia, que ha sido Jesús de Nazaret, nos dijo el método ideal: Echad las redes en la otra parte de la barca. Y por ahí tenemos que empezar para no seguir entonando, una y otra vez, el salmo de los afligidos"

 Más refundación de la vida consagrada, ¡No!

Desde mis tiempos de presidente de CONFER, que ya ha llovido, no dejo de oír y leer en distintos medios que la Vida Consagrada tiene que ser “refundada”. ¿Refundada por quién y para qué? Hablar, una y otra vez, de la refundación de la Vida Consagrada nos deja a lo consagrados a la intemperie. ¿Es que no estamos suficientemente bien fundados? ¿O es que alguien quiere refundarnos a su estilo para domesticarnos y someternos a su manera de entender  y vivir la vida Consagrada que no es la nuestra?

 Me niego a seguir hablando de la refundación de la Vida Consagrada. Quien necesite refundarse que lo haga. Mi congregación, la Orden de la Merced, que fue fundada en el siglo XIII (1218)  está muy pero que muy bien fundada y ha resistido desde entonces con una vitalidad asombrosa, atravesando momentos de persecución y de desamortización que le han llevado a agudizar su ingenio y su creatividad para seguir siendo fiel al carisma de su fundación: liberar a los cautivos cristianos. No necesita ser refundada. Ha tenido que hacer reflexiones muy serias sobre cómo seguir liberando a los cautivos cristianos, una vez abolidas las antiguas formas de esclavitud de los cristianos que se han transformado en nuevas formas de cautividad, más disfrazadas, sibilinas, más astutas y hasta legales. Jamás en mi Orden hemos tenido la necesidad de volver a refundarnos. Nos fundó san Pedro Nolasco, un laico mercader de telas, y nos fundó tan bien que, a medida que pasan los siglos, nos sentimos más en sintonía con el presente. Por ejemplo en lo que se refiere al protagonismo de los laicos en la iglesia. Nuestro fundador fue un laico. Y en lo referente a la sinodalidad, nuestra Orden fue siempre democrática y sinodal a la hora de tomar decisiones importantes y afrontar elecciones. La democracia no es un descubrimiento de la modernidad, como algunos políticos actuales quieren hacernos creer.

Asistentes a la Semana Nacional de Vida Consagrada
Asistentes a la Semana Nacional de Vida Consagrada ITVR

No, no necesitamos refundación; tal vez quieren decir orientación, humanización o creatividad. Y ahí sí que me apunto. Con tanto hablar en todos los lugares y a todas horas de crisis vocacional nos está llegando de verdad la crisis del desencanto. No hay peor decisión que hablarle a un ciego a todas horas de lo hermosos que son los colores. Puede mandarte a freír espárragos.  Hablándole a un niño todos los días  de sus fracasos acaba siendo un fracasado.  Y algo de esto nos está pasado. No hay capítulo en que no tratemos como un tema preferente la situación de crisis vocacional que atravesamos. Erre que erre. ¿Y si habláramos más de la santidad y belleza que hay en nuestro estilo de vida, como le sucede a la luciérnaga, tan pequeña y tan bella?

La crisis vocacional es un signo del tiempo de pensamiento perezoso que vivimos, dentro  y fuera de la Vida Consagrada. Hoy no se educa a casi nadie para ser altruista y cuidar los valores sino para situarse bien y ganar dinero a costa de quien sea y como sea, exceptuando siempre casos muy loables que ya resultan de museo. Nos agobian a diario con noticias de manadas de violadores, menores de edad, que hacen de las suyas a plena luz del día y sin miedo porque al ser menores no pueden ser imputados. En este ambiente es muy difícil que fructifiquen las vocaciones para la vida consagrada que es, sobre todo, un ideal de entrega de la vida a cambio de nada. El mejor promotor vocacional de la historia, que ha sido Jesús de Nazaret, nos dijo el método ideal: Echad las redes en la otra parte de la barca. Y por ahí tenemos que empezar para no seguir entonando, una y otra vez, el salmo de los afligidos. No pedir tanto al Señor que nos envíe vocaciones sino que seamos dignos de ellas.  No soñar con legiones de consagrados como en otras épocas sino en ser pequeña levadura que fermente la masa., en signos referenciales como pisos piloto del Reino. No en desear mucho número sino en gente escasa pero muy humana y feliz de ser consagrada de vivir como vive y hacer lo que hace. No tanto en mantener instituciones como en mantener carismas. No tanto en vivir bien sino en hacer posible en los pobres el bien vivir. No tanto en mantenernos sino en volver a las fuentes originales de nuestro ser donde nuestros fundadores nos enseñaron cómo ser y vivir nuestra consagración con el ejemplo de sus vidas. No tanto en vivir de nuestra gloriosa historia pasada sino en construir nuestra pequeña y humana historia presente. No tanto en confiar en nosotros mismos cuanto en el Espíritu Santo que es capaz de hacer con nosotros grandes hazañas. No tanto en nuestros pequeños éxitos personales sino en lograr el éxito de los descartados y cautivos de nuestro tiempo. No tanto en hacer ruido y publicidad cuanto en hacer silencio y recogimiento para crecer por dentro y darnos más y mejor. Desde el ruido y los titulares solo crecemos en narcisismo. No tanto instalarse y vivir a la última cuanto aceptar los retos de nuevas experiencias de frontera para superar el inmovilismo que nos atrapa. No tanto en buscar aplausos cuanto en hacer posibles  que otros los reciban. No tanto en las formas uniformes cuanto en el fondo y en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

No más refundación de la Vida Consagrada. Sí  más conversión y creatividad y menos inhumanidad. No tantas palabras como las mías y más hechos como los que yo no hago. Cuando  nos fiemos más de Él y menos de nuestros proyectos, ideologías y programaciones nos brotará la carne sana y brillara la luz de una nueva aurora. Entonces seremos auténticos consagrados de Dios. Mientras tanto solo  seremos sucedáneos y hablaremos un día sí y otro también de refundación y recreación de la vida Consagrada y de crisis vocacional. Escuchemos al Maestro: “Venid y veréis” “Echad las redes por la otra parte de la barca”.

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