Horror y redes

Hoy han llegado a mi teléfono las imágenes sin duda más crueles que en mis 56 años de vida física haya podido visionar. No las voy siquiera a describir, por supuesto no las voy a difundir. El mal existe y actúa, pero yo no tengo porqué poner mi móvil a su disposición, hacer sitio a su tremenda crueldad junto a las tostadas en el desayuno de mis amigos.

No quiero esas imágenes en mi teléfono, no quiero ese horror clavado ya de por vida en mi pupila. Abstenerse por favor quienes las difunden. Sí, en algún sitio mora el mal; en algún lugar de México duermen ahora plácidos esos salvajes que se divierten cortando cabezas de mujeres, pero ellas ya se liberaron, ya no sufren, ya dejaron un cuerpo que tanto les hizo penar. A ellos no quiero ni pensar lo que les aguarda...
Podemos trabajar por un mundo mejor y a la vez proteger muestra mirada y nuestro alma. Puedo, debo ser uno con los que padecen, pero ello no implica llevar a las redes sociales su calvario. Solidaridad siempre, pero solidaridad con los hermanos que sufren no implica reenviar la sangre del sadismo, ni volver a poner, siquiera en la pantalla, el bárbaro filo del acero de nuevo a trabajar.

No vivimos aún en Dysneylandia, pero eso ya lo sabíamos antes de ver ese hacha en despiadada acción. No queremos escurrir bulto, obviar compromisos en la construcción de un mundo más justo y de más respeto a la vida. No se trata de eludir nuestra responsabilidad en sellar las puertas donde se halla el mal, se trata más bien de no dar pábulo mediático al alarde de su atrocidad.

Nuestra humanidad de las infinitas cámaras, whasaps y facebooks, tiene que discernir entre lo qué compartir y lo qué no. Hemos de fomentar el bien, hemos de acotar el terreno al horror. Saber que está ahí, pero saber sobre todo que somos más poderosos que él. Reproducir la crueldad, puede llegar a hacernos creer que gana terreno. Difundamos ternura para que prospere, para que un día triunfe sobre la crueldad de los desalmados. Sean la belleza y la armonía nuestras guías. Reproduzcamos la pureza, la inocencia, la generosidad, el altruismo... y un día ganarán el mundo, el corazón, a veces duro y bien blindado, de algunos hermanos.
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