En tu dolor, te alejaste a orar desde la individualidad
y te encontraste con una multitud sedienta de vos,
sedienta de tu Paz,
de tus palabras,
de tu Amor.
Abrazáste cada una de las realidades,
las abrazás.
Miraste no sólo nuestro dolor más profundo sino tambien
nuestras necesidades vitales,
y te comprometiste con ambas.
Cuando estamos en medio de la tormenta,
nos cuesta reconocerte,
nos cuesta mirarte fijo,
nos dejamos llevar por el ruido,
por el mar agitado.
Y allí estás,
viniendo hacia donde estamos,
para traernos tu paz.