Dos palabras que hemos oído multitud de veces: FE Y ESPERANZA: virtudes teologales. Aquí hago un inciso y me pregunto: Qué  bonito es hablar de ello… que te digan: D. fulanito, que bien habla usted sobre ello, es usted buenísimo y nos vamos más anchos que largos…

Pero si aterrizamos un poco y dejamos los atriles, qué difícil es cuando nos miramos a nosotros, cuando no podemos engañar a nadie, nada más que a nosotros mismos… ¡cómo conjugar estas dos palabras ante todo el dolor que estamos viviendo últimamente!: incendios, guerras, terremotos… fe y esperanza…

Complicado mantener la esperanza cuando uno está inserto en la cruz, en lo más hondo de un pozo… la cruz puede llegar a sacar lo mejor de nosotros o hundirnos más. Nos queda la fe…Algo que no siempre es fácil de encontrar.

Alguien me decía hace poco: Quisiera tener fe, pero no sé, no puedo… verdaderamente es un don que nos ha sido regalado, pero puede acabar también secándose…

La esperanza nos lleva a la confianza, a esperar lo inesperado. Hay batallas eternas, imposibles de cambiar, personas difíciles de tratar por más que lo intentes, caminos sin fin… pero la fe se construye sobre la esperanza, esperanza en Dios, que no es indiferente, aunque a veces nos dé esa sensación.

La tormenta es difícil de atravesar, pero si lo logramos, entonces puede que veamos el arco-iris… apostemos por ello…