Mejor es que alguien te quiera de verdad a que empatice contigo

Mejor es que alguien te quiera de verdad a que empatice contigo
Mejor es que alguien te quiera de verdad a que empatice contigo

¡Cuánto nos cuesta despojarnos de nuestras armaduras! A veces, más de una para dejarnos ver tal y como somos.

¿Cuántas veces al día nos miramos al espejo?, sin embargo, no nos vemos. Preferimos quedarnos con el exterior que nos gusta más…

Nos acostumbramos a vivir desde ahí, porque “tenemos que caer bien a los demás” que nos digan: ¡que maj@, siempre está riendo, siempre está content@, que encanto de persona…” eso es lo que queremos que los demás vean en nosotros, pero ¿Qué hay detrás de esa mascara, de esa armadura? Todo menos verdad, solo imagen.

Estoy segura que tod@s conocemos personas que viven para quedar bien y ocultar esa debilidad que todos tenemos y somos… Ante eso, yo me pregunto: ¿de verdad, merece la pena vivir así, ser así, qué miedo tenemos a ser como somos, no sería más auténtico que quien se acerque a nosotros lo haga por cómo somos de verdad y no por como quiero que me vean?

Demasiada hipocresía ya hay en este mundo para que añadamos más. La vulnerabilidad forma parte de nuestro ser y no es malo. Aceptémonos como somos. Aprendamos a ser honestos, sobre todo con nosotros mismos, aunque nos asuste, pero con el paso del tiempo, estoy segura que seremos más libres, más felices…

Vivamos sin dobleces. La verdad nos la jugamos en cada palabra y de ella, depende hacer una vida más feliz a los que nos rodean o por el contrario, convertir en dolor y disgusto cada momento.

Dejemos de ser aquel que los demás quieren ver, y empecemos a ser nosotros mismos. Estoy segura que además de sentirnos mejor, haremos más felices a los que os rodean.

Atrevámonos a vivir desde la verdad, aunque nos cueste…

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