Rosas y espinas

Rosas y espinas
Rosas y espinas

A medida que van pasando los años y vamos haciendo camino, lo hacemos a veces en medio de rosas y otras muchas, en medio de espinas que hay que ir apartando. La vida, los acontecimientos, el paso del tiempo va marcando nuestra forma de ser, nuestro carácter, nuestro yo, un “yo” único e irrepetible.

Recordamos y pensamos en personas que en algún momento formaron parte de nuestra vida, por largo o corto tiempo. Algunas dejando huellas imborrables, otras, cicatrices difíciles de sanar.

Si echamos una mirada al pasado, seguro que siempre hay algo o alguien que nos gustaría que pasara al olvido. Personas que hemos conocido o decisiones que hemos tomado y que aún siguen doliendo, pero con menor intensidad, porque la herida ha dejado de serlo para convertirse en cicatriz. Cicatrices que ya no duelen, pero que dejan marca. Pensamos en todo esto que nos conforma como personas y que forma parte de nuestra vida, de nuestro caminar, de nuestro “yo” pero que nos tiene que ayudar para poder seguir madurando y creciendo como ser humano.

Es verdad que las palabras, los acontecimientos, eso que llamamos espinas, porque nos duelen y que siempre quedaran en nuestro corazón, nadie podrá sacarlas. Pero que nunca sean un motivo para no seguir mirando hacia adelante, para seguir caminando, porque como decía muestro querido poeta Manuel Machado:

 “Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

Caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace el camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar”.

Miremos siempre hacia delante, pero con el aprendizaje de lo vivido cuando echamos la vista atrás…

Volver arriba