¡Qué falta nos hace un poco de paz!

¡Qué falta nos hace un poco de paz!
¡Qué falta nos hace un poco de paz!

Cuántas veces no nos habremos quedado con las ganas de gritar en medio de un campo porque no podemos más... 

El ritmo de vida al que estamos sometidos no es el mejor para poder encontrar algo de sosiego. Somos la sociedad del ahora, del ya, del momento, cinco minutos más tarde no... ¡ahora! 

Controlar eso no es fácil. Quizás alguna vez hemos hecho el ademán de cerrar los ojos, respirar hondo e intentar calmarnos; pero puede que la situación que tenemos delante no sea la mejor para llevarlo a cabo. Personas, pensamientos, tantas cosas... ojalá pudiéramos acallar todo esto y más, pero ¡cuánto cuesta! 

Lograr la paz deseada requiere un hábito de vida, una disciplina. Sentir o pensar que todo encaja, que las cosas pueden tener sentido a pesar de las luces y sombras no es fácil. Olvidarnos de todo o casi todo, es una tarea difícil, pero no imposible. Si empezamos por nosotros mismos, si somos capaces de sentirnos con paz, seremos capaces de transmitirla a los que nos rodean; y para conseguir eso, empecemos por tomar la decisión de romper vínculos que no nos ayudan nada, que no suman a nuestra vida, sino todo lo contrario, nos restan.  

Todos sabemos qué o quién nos quita esa paz que necesitamos. Busquemos la manera de seguir adelante, de apartarnos, porque difícilmente podremos ser portadores de lo que no tenemos. 

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