Estamos ya próximos a celebrar el nacimiento de Jesús. Y lo hacemos, como no puede ser de otro modo, en medio de la realidad de nuestro mundo. Una realidad que a menudo experimentamos envuelta en la noche, en esa oscuridad que toma mil nombres: exclusión, refugiados, pobreza, guerra, soledad… y que se encarna en la vida y en el rostro de nuestros hermanos. Pero es ahí, justamente ahí, donde estamos llamados a descubrir la presencia del Dios - con - nosotros. Podremos hacerlo si como los pastores, estamos cerca de aquellos que más lo necesitan, y, de un modo u otro, nos exponemos a la intemperie, nos desprotegemos, y nos atrevemos a salir de nuestro lugar y ponernos en camino.
¡Feliz Navidad y felices fiestas!